Fernando Benítez
Lo que va del ayer al hoy
Un poco después de la llegada a México de los republicanos españoles, a finales de los años 30, un grupo de estudiantes concurrimos al café situado frente a la Alameda para charlar con León Felipe.
Posteriormente lo acompañábamos hasta su casa (``Caminante: no hay camino, se hace camino al andar''), situada a muy pocas cuadras del Frontón México.
El poeta a veces nos leía algunos de sus últimos versos y nos regalaba con dulces. Emprendíamos el camino de regreso y llegábamos a nuestras casas a las diez o diez y media de la noche.
Hoy yo invito a todos mis amigos a que recorran el mismo camino, pero me apresuro a decir que no tengo ninguna responsabilidad de lo que les pueda ocurrir. Así de tajante puede cambiar una situación en pocos años: de la paz y la seguridad, al infierno del robo o el asesinato.