BALANCE INTERNACIONAL Ť Eduardo Loría
El año 2000 y la economía de EU

La mayoría de las perturbaciones económicas importantes es totalmente inesperada e imprevisible. Haciendo uso de instrumentos estadísticos cada vez más complejos, los analistas económicos realizan pronósticos con base en algunos factores de riesgo que se vislumbran en el escenario mundial.

En esta ocasión estamos en presencia de un fenómeno totalmente previsto y calculado y que al parecer será de gran envergadura por sus enormes efectos sobre las empresas y sobre la economía mundial, y se estima que traerá aparejados múltiples costos sobre la economía estadunidense: entre 1998 y 2001 la pérdida de producción será de alrededor de 119 mil millones de dólares, que se acerca a los costos generados por la reciente crisis asiática. Por su parte, la empresa Software Productivity Research calcula que se requieren alrededor de 700 mil años/personas para investigar, arreglar y probar todos los sistemas de computación que serán afectados por este fenómeno.

De acuerdo con la revista Businessweek (2/III/1998) en el año 1999 el crecimiento de la economía estadunidense será 0.3 por ciento menor a lo previsto y en el 2000 y 2001 de cerca de 0.5 por ciento. La productividad se verá afectada en cerca de uno por ciento y habrá un estímulo a la inflación un poco menor. Esto podría llevar a que finalmente Alan Greenspan, titular de la Reserva Federal, incremente las tasas de interés para frenar la economía. Esto último generaría un fuerte efecto recesivo en toda la economía mundial, sobre todo en las más endeudadas, como la mexicana.

Hablamos del conocido efecto (bicho) año 2000 (the year 2000 bug), que viene ocupando los titulares y editoriales de las principales publicaciones internacionales y que se refiere a las múltiples perturbaciones que sufrirán los sistemas de cómputo en todo el mundo, básicamente debido a que nunca se previó la lectura de los últimos dos dígitos de las fechas. En ese sentido, el 1o. de enero del año 2000, de no corregirse este problema, sería leído por las computadoras como el 1o. de enero de 1900. También pudiera ocurrir que el 00 fuese interpretado como valor de relleno, ignorándose todos los que hayan sido registrados en el año 00.

Las consecuencias administrativas, comerciales y económicas son potencialmente peligrosas para todos los servicios que requieren de grandes computadoras: cuentas bancarias, tarjetas de crédito, seguros de vida, tráfico aéreo, programación de salidas y llegadas de transportes, etcétera, y pueden ser verdaderamente impresionantes. (José Vasconcelos. ``El problema del año 2000'', Humanidades, 11 de marzo de 1998, UNAM). Por ejemplo, habría problemas en los sistemas de nóminas (de salarios y pensiones) y pagos de las empresas y de los gobiernos, lo cual traería consigo atrasos en las aportaciones y, por tanto, en los sistemas de pagos y de ingresos de los agentes económicos. Diversos sistemas de servicios civiles se verían afectados, como la telefonía celular, así como el funcionamiento normal de plantas de energía y de sistemas de seguridad de instalaciones petroleras. También puede ocurrir lo mismo con otros sectores estratégicos, como las plantas de energía nuclear, que tendrían problemas de operación de instrucciones cotidianas, lo mismo que los sistemas de seguridad militar.

Por todo ello, las grandes empresas y algunos sectores del gobierno estadunidense están asignando importantes sumas (en la forma de personal altamente capacitado en sistemas de cómputo) e inversiones (por ejemplo, The Chase Manhattan Corp. está gastando 250 millones de dólares) para evitar que estas perturbaciones ocurran. Así, en lugar de que las empresas y el gobierno estén asignando recursos al crecimiento económico, los están utilizando para tratar de evitar las catástrofes indicadas. Se trata quizás de gastos no productivos en el corto plazo, aunque también habría que decir que estas actividades tendrán resultados positivos en términos de investigación y de innovación en sistemas de cómputo que, en su momento, producirán beneficio económico.

Mientras esto pasa en Estados Unidos, parece que Europa se ha quedado a la zaga en la atención de este problema, debido a que está más preocupada en convertir sus sistemas y programas financieros para la incorporación del euro.

¿Qué está pasando en América Latina y, más aún, en México? ¿Seguimos al final de la línea en la prevención de desastres?