Se define el PRD como instituto político nacional de izquierda
Georgina Saldierna y Matilde Pérez, enviadas, Oaxtepec, Mor., 19 de marzo Ť En rebelión concluyeron hoy los trabajos de la primera mesa del cuarto Congreso Nacional del PRD.
La propuesta del Consejo Nacional de desaparecer el Servicio Electoral de ese partido propició la inconformidad de los delegados, quienes estuvieron a punto de dirimir a golpes sus diferencias. Por el encono, la inexperta presidencia de la mesa --donde se discute la iniciativa de reformas al estatuto-- tuvo que someter el tema a votación tres veces.
Todo comenzó por la tarde, cuando ya se había aprobado en lo general la propuesta de cambios y empezaba a analizarse cada uno de los apartados del nuevo estatuto. La redacción del primer artículo se modificó sin mayor problema.
Dicho precepto definía originalmente al PRD como un partido político nacional, pero a propuesta de Armando Quintero, dirigente del PRD en el Distrito Federal y delegados provenientes de la ciudad de México, principalmente, se acordó cambiar la redacción y especificar que es un partido de izquierda.
Y es de izquierda, señaló en su intervención Quintero, porque ``lucha por las causas que identifican al movimiento democrático de izquierda en el mundo y reivindica las mejores causas sociales y populares''.
Recordó los diez años de lucha del PRD y concluyó: el niño es un partido identificado con la izquierda nueva y lo único que hace falta es ponerle el nombre. Para apoyar la propuesta de que el artículo primero incluyera la palabra ``izquierda'', destacó que esa definición permitiría salvaguardar al PRD del oportunismo y de ex priístas de última hora que quiere ser postulado por el PRD y que puede ``llevarnos a posiciones'' ideológicas, políticas y económicas que no están claramente identificadas con la lucha nacional y popular que hoy le da cohesión y unidad ``a nuestro partido''.
Hubo voces que se opusieron a definir claramente al PRD como un partido de izquierda porque, dijeron, debe estar abierto a todos. Sin embargo, ganó la posición de Quintero. Por mayoría se aprobó definir al PRD como un instituto político nacional de izquierda.
Continuó el análisis del articulado y vino entonces la que se avizoraba como una de las propuestas más polémicas: la desaparición del Servicio Electoral, institución autónoma que organiza los comicios y que fue creada como un IFE interno del PRD.
Gerardo Unzueta, presidente de ese organismo, defendió la existencia del servicio electoral al señalar que su desaparición sería un retroceso para el PRD al dejar en manos de las corrientes internas la organización y la calificación de las elecciones. Según la iniciativa de reformas estatutarias, el consejo estatal aprobará la convocatoria para las elecciones internas y designará a una comisión que organizará y calificará los comicios.
A favor de la permanencia del servicio electoral también habló el delegado Juan Manuel Avila, quien recordó que una cosa son los organismos y otra las personas que los manejan. Si bien el Servicio Electoral no ha dejado buenos recuerdos --se le acusa de parcialidad y de utilizar demasiados recursos--, consideró que no se le debe sustituir por las comisiones que nombraría la propia dirigencia del PRD.
En contra de esta postura hablaron Rafael Hernández, secretario de elecciones y uno de los promotores de la iniciativa de cambio, y el diputado Pablo Gómez. El primero consideró que la desaparición del organismo permitiría la descentralización de los servicios electorales, y el segundo calificó de error haber pretendido crear un IFE en el PRD, cómo si éste tuviera los recursos que posee el país.
Vino después la intervención de Humberto Zazueta, secretario de derechos humanos del CEN del PRD, quien insistió en que no se puede permitir que las instancias locales se elijan por sí mismas ni que se autocalifiquen. Reconoció sin embargo que el Servicio Electoral debe modificarse a fondo.
Apenas había terminado su participación cuando se escucharon los gritos de aquellos delegados que pedían la permanencia del Servicio Electoral. ``¡Que se quede!'', exigieron. La votación fue mayoritariamente a favor de esta postura.
Pero la intervención de Marco Rascón, quien pidió que se contaran bien los votos en contra para no dejar posibilidad alguna de que el punto se llevara a la plenaria (con 20 por ciento de los votos en contra se aplica el derecho de minoría y cualquier iniciativa puede ser remitida al pleno del congreso, para que se vuelva a discutir y a votar), obligó a una nueva votación.
A favor sufragaron 377 delegados y 95 en contra. Surgieron de inmediato quejas de fraude en el conteo de los votos, y es que a simple vista parecían pocos (menos del 20 por ciento estipulado) los que pedían la permanencia del Servicio Electoral.
Los delegados que alegaban fraude se apostaron frente al presidium, cuyas escaleras estaban resguardadas por perredistas habilitados como personal de seguridad. La presidencia de la mesa no sabía qué hacer. En aras de salvar el punto, Eduardo Espinoza, secretario de asuntos municipales y uno de los promotores de la desaparición del Servicio Electoral, retiró su propuesta. Pero entonces vino la rebelión de la minoría. Se arremolimaron junto al alto presidium y desde abajo pedían respeto al reglamento del congreso y que el punto se remitiera a la plenaria debido a que tenían 20 por ciento de la votación.
Acusaron a sus opositores de intolerantes y señalaron que ni siquiera se les permitía llevar el tema al pleno, como lo marcan las reglas. Arriba, los integrantes de la presidencia no hallaban qué hacer. ``¡Fuera mesa! ¡Parecen priístas'', gritaron entonces los delegados que acusaban a los conductores del debate de impericia y de querer manipular la asamblea.
En la nueva y a la postre tercera votación, 390 delegados sufragaron a favor de la permanencia del servicio electoral y 206 en contra. Otra vez se oyeron los gritos de ``fraude'', pero la presidencia dio por terminados los trabajos del día.
Principios encontrados
``Aquí están las ánimas de Oaxtepec 95 y nosotros, una vez más, estamos entre la línea de Porfirio Muñoz Ledo y de Cuauhtémoc Cárdenas''. Así resumió el delegado del PRD en Chalco su disgusto porque las propuestas presentadas por Ifigenia Martínez y Adolfo Gilly ``pesaron más'' que los señalamientos de 60 delegados que participaron en la mesa de Principios.
Durante la mañana los 60 delegados, reunidos en la Torre Parlamentaria de este centro vacacional, insistieron en que al documento de Declaración de Principios presentado por el CEN (de cinco páginas) se le agregara una síntesis de la historia del partido en sus diversas etapas para no perder su identidad y, sobre todo, que especificara que el PRD es un partido de izquierda.
``¿Acaso una síntesis de cinco cuartillas, con una visión elitista, es mejor que la que nosotros definamos?'', preguntó Luis Francisco Velasco Covarrubias. A este reclamo se sumó el de Luis Mata, quien insistió en rechazar el escrito del CEN porque ``no recoge la esencia de la historia del partido, su proyección ni su trayectoria''.
Por su parte, Ifigenia Martínez criticó la estructura del documento del CEN y dijo: ``Es indispensable poner que somos un partido de izquierda democrática y reafirmar nuestra identidad nacional'', y propuso que a partir de las preguntas ``quiénes somos, dónde estamos y hacia dónde vamos'' se evalúe al PRD y que las decisiones se tomen por consenso para evitar que quede una minoría insatisfecha.
Ante la exigencia de los delegados de modificar el documento del CEN --cuya presentación y defensa estuvo a cargo de Raquel Sosa, secretaria de Formación Política--, se aprobó que Ifigenia Martínez, Alejandro Quintero, José Guadalupe Céspedes y Raquel Sosa formaran una comisión de redacción.
El disgusto de los delegados afloró por la noche, al reanudarse la discusión. Entonces, Ifigenia Martínez señaló que una tercera propuesta --la de Adolfo Gilly-- también formaba parte de los escritos a integrarse en un nuevo documento de Declaración de Principios que se someterá a la aprobación de los participantes. Además, Gilly se había integrado a la comisión redactora.