Olga Harmony
Retrato de un espacio en sombras

También en España, a lo que parece --y según entrevista que Carlos Paul le hizo a Alejandro Jornet en estas páginas-- se estableció el término genérico de nuevas dramaturgias, que entre nosotros y mucho antes se dio aunque en singular, pero que significan lo mismo. Los dramaturgos de cada país a su tiempo y según su historia han buscado salir de las viejas ataduras a que la estructura convencional los obligaba y utilizan nuevos lenguajes que, según Jornet, para los españoles supone hacer un teatro que no pueda ser más que llevado a escena, sin traducción en cine o en video.

Contar las historias de otra manera es el propósito de la nueva dramaturgia (en México) y las nuevas dramaturgias (en España), con lo que se han enriquecido las formas de hacer teatro, aunque en ocasiones dé lugar a graves injusticias hacia el drama realista. Si en España existió durante el franquismo lo que Ricardo Doménech llama el neobenaventismo --Pemán, Luca de Tena-- también acogió a Buero Vallejo y a Sastre. Y entre nosotros da cabida al mejor Carballido, el de Escrito en el cuerpo de la noche, sin omitir autores como Rascón Banda y González Dávila. Es curioso cómo la discusión acerca de las líneas estéticas y la renovación dramatúrgica resulten tan semejantes aunque en tiempos y lugares diferentes, puesto que la dictadura primero y el famoso ``destape'' después retrasaron en mucho el desarrollo teatral en España.

Retrato de un espacio en sombras, de Alejandro Jornet, nos llega dirigida por el autor con la Compañía de Teatro Malpaso en el contexto del Festival del Centro Histórico. Dotada del premio Enrique Llovet, la obra desarticula en pequeños fragmentos una banal historia de familia, tan banal o tan entrañable como cualesquiera otras. No es la anécdota lo que interesa aquí, sino la manera en que está narrada, la estructura misma del texto.

Se pueden distinguir tres momentos que se corresponden con la manera en que la escenografía única ha sido ambientada. En el primer tiempo, el muy obvio simbolismo de los tres excusados --uno por cada pareja-- marca el recinto de mayor intimidad para un ser humano moderno, allí en donde puede permanecer solo; entonces cada uno de los seis personajes dirá un monólogo en el que se presenta como individuo. En el segundo tiempo, ya sin los excusados, se inician los momentos de socialización de cada una de las parejas que se han presentado previamente, en mímica frente a un supuesto espejo en proscenio, recurso no excesivamente original pero que ubica a los matrimonios; en este segundo tiempo se presenta el conflicto de adulterio entre dos concuños que incidirá en la desintegración familiar. En el tercer tiempo, ambientado en mesas de fiesta, la familia se reúne completa para irse desgajando por abandono o por muerte.

Al inicio de este artículo, al hablar de las nuevas dramaturgias, lo español me hizo presente lo mexicano. Asimismo, el texto todo me hace pensar en nuestras diferencias. La obsesión de estos tres hermanos por el pasado nos habla todo el tiempo de la tenaz presencia de un padre muerto; la madre es casi inexistente, a no ser por alguna alusión de paso. Y el tema de la familia, tratado por dramaturgos mexicanos, se centra en la figura materna ya sea para añorarla, desmitificarla o aborrecerla. En el texto de Jornet, el padre autoritario es el que moldea la personalidad de cada hijo, la pareja que tendrá. Porque las mujeres están un poco menos dibujadas.

Los flashazos cortísimos de cada escena, separados por los espacios en sombras de que habla el título nos delinean a cada personaje, aunque mucho de ellos escape a nuestro conocimiento. Humor y ternura y un final que cierra un círculo la historia, cuando la hija de una pareja repite el modo, que se había explicado por otro personaje en su monólogo, de resguardar su intimidad encerrándose en el baño, como si se nos dijera que las pequeñas historias de los seres humanos en familia son un eterno retorno. Un grupo muy capaz, al que nos gustaría volver a ver y un dramaturgo y director que logra momentos muy eficaces, algunos muy bellos, como es la muerte del hermano segundo. Si bien no es un modelo extraordinario del teatro español actual, este drama intimista, manejado casi de modo minimal resulta muy revelador de lo que pueden ser sus nuevas propuestas.