La Jornada 20 de marzo de 1998

Grave, Elena Burke, la voz de tabaco y ron

Ernesto Márquez Ť La noticia heló la sangre, congeló el sentimiento, provocó una congoja en el corazón: ``Elena Burke ha muerto''.

Según el cable noticioso fechado en La Habana y divulgado el viernes pasado por la agencia UPI, la artista había fallecido en la madrugada de ese día tras una larga convalecencia y su familia había solicitado que no se divulgara la noticia para no alarmar al público.

De acuerdo con UPI la información fue filtrada por un funcionario del Instituto de la Música Cubana, quien aseguró que la ceremonia fúnebre de la cantante se estaba llevando a cabo en un marco muy privado al cual sólo asistieron familiares y amigos.

Quienes se enteraron aquí en México vivieron momentos de zozobra. Las llamadas telefónicas se cruzaban y las reacciones a las voces informantes iban de la sorpresa al estupor.

Ciertamente Elena, quien hasta el año pasado tenía residencia en México, se había marchado a Cuba por problemas de salud que ella achacaba a la altura, la contaminación o a las jornadas laborales que a sus setenta y pico años de edad ya le calaban fuerte. Pero nadie sospechó que fuese una enfermedad ``gravísima'', como dijera el informante de UPI quien, por cierto, no quiso se revelara su nombre.

``Me voy m'hijo, pero como dijo McCarthur, volveré'', nos dijo la última vez que la vimos. Y la vimos tan jovial, tan risueña que esa grave enfermedad, de existir, había quedado oculta tras su sonrisa perlada de afecto.

En la noche de la despedida (temporal) de su público mexicano en El Hábito, la Burke nos entregó la grandeza de su arte. Aún resuena en nosotros la voz de esta estupenda mujer en plenitud de facultades. Voz de elocuente fuerza comunicativa que dibuja mapas que llevan al corazón. Voz de tabaco y ron preñada de sensualidad antillana con olores de blues y jazz.

Fue una delicia escucharla porque ella es de las pocas, por no decir la única, cantante cubana que ha logrado combinar con sabiduría y buen gusto estilos tan variados como el son, la trova tradicional, el filin y la nueva trova cubana. Elena domina un vasto repertorio que comprende las cuatro últimas décadas del cancionero cubano.

En esa noche le escuchamos piezas antologables como el clásico de Olga Navarro, Estoy aquí de pié.

Ahora, al enterarnos de que lo de su fallecimiento fue sólo un rumor, nos alegramos, aunque ciertamente está muy enferma y lucha por salir adelante.