Congreso Nacional
Elena Gallegos, enviada, Oaxtepec, Mor., 18 de marzo Ť Bajo una enorme lona amarilla medio gastada y a unas horas de entrar a uno de los debates cuyo resultado habrá de marcarlos para siempre --la definición de las reglas para las candidaturas externas, o lo que es lo mismo, ``el sí o el no a los ex priístas conversos''--, los más de mil perredistas acreditados como delegados hacen a un lado las diferencias, se dan tiempo para cohesionarse en torno a sus símbolos y hasta conocen el himno que el Consejo Nacional les escogió.
Imagen inaugural: justo en el presidium --alto, demasiado alto-- destacan las figuras de Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, entre las de los hombres y las mujeres que han hilado estrategias para convertir al PRD en opción real de poder en México. La cuenta regresiva hacia el año 2000 comienza, aunque se deja muy claro que el triunfo de la elección presidencial no es lo único que les importa. No obstante, la ven como ¡la gran meta a su alcance!
Augurios de final feliz: más allá de los fantasmas del pleito y la ruptura, el líder Andrés Manuel López Obrador los invita a cavilar y a evitar que los temas que pondrán sobre la mesa terminen escindiéndolos. ``No hay que hacerle el juego al gobierno, ni al PRI o al PAN'', advierte, y tras las largas mesas de manteles blancos y largos --porque literalmente hoy aquí el PRD está de manteles largos-- los perredistas parecen asentir.
Visos de turbulencia
Pero hay también visos de turbulencia: tres delegados de Veracruz, sólo tres, sacan unas cartulinas en las que con lápiz y plumines alcanzaron a poner: ``¡Respeto a la Autonomía de los Veracruzanos!'' y ``¡Libertad del Centro!'', mientras que Manuel Huerta, de los que no están de acuerdo con la aún posible postulación de Ignacio Morales Lechuga, busca adhesiones para su causa con Armando Quintero y su gente.
Homenaje al atardecer: las pantallas de los monitores multiplican el rostro de Valentín Campa. El viejo dirigente ferrocarrilero, desde su silla de ruedas, contiene las lágrimas al escuchar su propia voz. ``El gobierno no se daba cuenta de que Campa no era como los otros líderes con los que traficaba'', oye que él mismo dice y una lluvia de flashes lo deslumbran.
Esperanza, su mujer, se aferra al puño de su bastón, mientras sigue corriendo el video. Luego, López Obrador baja del presidium, le entrega una medalla a don Valentín, sin que medien palabras --en esos momentos parecen sobrar-- y le planta un beso en la mejilla, y entonces, de plano, ella deja que le bañen la cara las lágrimas que le llenaron los ojos mientras Arnoldo Martínez Verdugo resumía las hazañas del mítico luchador, quien alcanza a murmurar un ¡gracias! ¡Campa! ¡Campa!, corean de pie los perredistas.
Notas para la memoria: en el discurso, López Obrador no deja que olviden a Heberto. Otra vez, de pie, los militantes con el puño en alto --gesto que habrá de repetirse una y otra vez como en cualquier congreso del PRD que se respete--, lanzan nostálgicos ¡He-ber-to! ¡He-ber-to!
Noche de símbolos: Andrés Manuel reparte certezas de que el gobierno de Cárdenas en la capital será ejemplo de ``moralidad republicana''. Los cuauhtemistas lo llenan de vivas y bravos.
Cuidadoso de las formas y como de unidad se trata, el dirigente nacional del PRD hace un reconocimiento ``al talento y la acertada conducción'' de Muñoz Ledo de quien, dice, ``ha puesto muy en alto el nombre de nuestro partido''. También hay fuertes ovaciones para él.
Innato dador de primicias, los reporteros lo rodean. Y sale, porque ha sido el chisme de la semana, lo de los viáticos que le dio la cámara: ¿Los va a pagar? ``¡No, hombre! ¡Eso es absurdo! Ya lo pagó la cámara conforme a la ley, y es una parte muy pequeña de lo que realmente merecía ese viaje''.
Después, adelanta que ni a él ni al ingeniero Cárdenas los van a dejar en paz, y desliza con visos de futurismo: ``Lo que dijo Andrés Manuel --minutos antes el dirigente había dejado claro que el PRD tiene hombres y nombres que suman simpatías-- es la realidad, algo que los analistas políticos consideran muy importante y es que en las últimas encuestas aparecemos el ingeniero Cárdenas y yo, hace varios meses, en los tres primeros lugares de la preferencia pública.
Y agrega: ``El PAN tiene por ahí algún personaje... a Diego Fernández de Cevallos --dejo de desdén-- ¡abajo de nosotros!''.
Por eso y para dar por concluida la charla, Porfirio sostiene que de aquí en adelante no los dejarán en paz ni a él ni al ingeniero.
Entre los invitados --a los que regalan con agradecimientos y aplausos--, será el embajador de Cuba, Abelardo Curbelo, el que se lleve la ovación del acto. ¡Duro! ¡Duro! ¡Cuba! ¡Cuba!, lo apapachan.
Un buen número de representantes diplomáticos como el embajador de Belice o enviados de las embajadas de Estados Unidos, Israel, España, Bulgaria, Angola, Francia, Sudáfrica --Mario Saucedo, que hace de maestro de ceremonias, aprovecha para enviarle un saludo al presidente Mandela--, Bulgaria y enviados de partidos como Refundación Comunista de Italia, Izquierda Unida, Nueva Izquierda y PSOE (España), el FMLN, la URNG, el PRD dominicano, etcétera, reciben la calurosa bienvenida de sus anfitriones.
Fin de acto a todo lo que da.
Propósitos de dirimir posiciones sin enconos. Esta noche, los perredistas se preparan para el gran debate en el que renovarán programa, principios, estatutos y estrategia.
Comienzo del cabildeo en el que se determinarán las formas para impedir que la renovación de su dirigencia se empate con la carrera hacia el 2000. En este asunto, principia a tomar forma la propuesta de adelantar, incluso a noviembre de este año, las elección del Comité Ejecutivo Nacional o prorrogar el mandato del acto, salvo en el caso de presidente y secretario general.
Al fondo, en el telón del escenario, se asoma un medio sol negro y amarillo.Tras bambalinas, Jesús Ortega defiende que pese a quienes les desean lo peor y no obstante lo espinoso de algunos temas, los delegados rendirán buenas cuentas.
No falta, ni faltarán, prietitos en el arroz. Los suspendidos de Tabasco se aparecen a las puertas del centro vacacional, ocupado por completo por el perredismo; reparten su protesta y amenazan e inician una huelga de hambre si su problema no se trata en el pleno. Se adelanta que el asunto no está en cartera, aunque no se descarta que se forme una comisión para buscar salidas.
Por lo pronto, a unas horas de que se abran las hostilidades --``en el mejor sentido de la palabra'', aclaran los delegados--, los perredistas, que a lo largo de la noche siguen llegando de todos lados, hacen a un lado las diferencias y se mueren de risa cuando Mario Saucedo amenaza con repetirles a toda hora el nuevo himno partidista, ``¡hasta que se lo aprendan!''. ``Ayyy, no nos sale'', grita, entre festejos, Ena Moreno.