La realidad que se abre camino en medio del cortinaje espeso de las mentiras y medias verdades, repetidas una y otra vez desde hace varias semanas, es que el gobierno, con la complicidad del PAN, pretende justificar ante la opinión pública nacional e internacional una posible y nada remota acción militar en Chiapas.
Pero los actores del gobierno, funcionarios, comentaristas de radio y televisión, políticos, se han sobreactuado y muestran su juego: las verdaderas máscaras, las que ocultan intenciones y esconden actitudes están cayendo.
En este momento, los mayores obstáculos para el interés del PRI --que pretende a toda costa conservar el poder que se le va de las manos-- y el del ala más derechista del PAN, que piensa que ese mismo poder está a su alcance, el EZLN y el PRD son los mayores obstáculos y así han desatado una andanada de ataques políticos, publicitarios y propagandísticos como hacia mucho tiempo no se veían, poniéndolos como enemigos de la nación, cuando no son sino rivales del sistema político que tan negativo ha sido para el pueblo de México.
Lo más grave de esta situación es que parece que buena parte de los ataques va encaminada a justificar el uso de la violencia oficial en Chiapas, a pesar de que se diga que no es así y que se pretenda presentar a quienes no han vuelto a disparar un tiro desde el inicio de las pláticas de paz, como los partidarios de la guerra.
Lo cierto es que el EZLN está ahora más cerca de Gandhi que del Che Guevara, y que sus escasas fuerzas militares son más testimoniales que reales, y la verdad es que su poder radica más en la justicia de su causa que en los pocos elementos militares que pudieran poner en pie de lucha; sin embargo, la machacona y sobreactuada publicidad gubernamental no deja de presentarlos como los partidarios de la violencia y de presentar a las autoridades que tienen concentrada una gran fuerza militar en el estado del sureste, y que protegen y solapan grupos paramilitares, como los partidarios de la paz.
En este juego, el PAN está haciendo un triste papel tanto con declaraciones de sus dirigentes, como con la actitud incogruente de su grupo parlamentario en la Cámara de Senadores, que presenta un proyecto de reformas constitucionales en contradicción con el que sus legisladores integrantes de la Cocopa suscribieron y ayudaron a redactar. Habría que preguntar a Luis H. Alvarez y a Rodolfo Elizondo, así como a los demás integrantes de la Cocopa ¿qué proyecto defenderán?, ¿por cuál votarán? cuando se pongan a discusión el que suscribieron y elaboraron ellos mismos o el que la estrategia guerrerista del gobierno, en acuerdo con la directiva de su partido, les presentarán muy pronto.
Porque lo que se adivina es que de los proyectos del PAN y del PRI saldrá uno solo para demostrar que todas las fuerzas políticas ``razonables'' pueden, a través del diálogo, llegar a consensos y que sólo los enemigos de la paz no se unen a esta artificiosa y bien planeada trama. Lo que venga después, así sea la masacre de indios chiapanecos y guerrilleros desarmados, ya no les importará; gobierno y PAN apuestan a convencer a la opinión pública de la bondad de sus acciones.
Para detener la guerra en Chiapas y otras posibles en el país, será necesario convencer a todos de que la razón y la justicia están del lado de quienes quieren que se cumpla lo ya convenido a través de arduas y prolongadas negociaciones y que se discuta el proyecto de la Cocopa, elaborado por legisladores de todos los partidos y con el que manifestaron su acuerdo las partes en conflicto y no el que los listos del sistema se quieren sacar de la manga apresuradamente para salirse con la suya, olvidar sus compromisos y, de paso, desprestigiar a sus rivales políticos.