Ssa: engañosas cifras sobre salud infantil
Angeles Cruz Ť Los promedios nacionales sobre salud infantil son muy alentadores pero engañosos, porque esconden grandes rezagos y desigualdades entre los estados, admitió el secretario de Salud, Juan Ramón de la Fuente.
Dijo que este problema persistiría aunque se lograra igualar los índices de morbilidad y de mortalidad en los niños menores de cinco años a nivel nacional, pero habría equidad en las acciones y políticas de salud.
Por su parte, Gonzalo Gutiérrez Trujillo, secretario técnico de la Comisión Nacional de Acción en Favor de la Infancia, afirmó que los problemas de desnutrición persisten porque no hay programas específicos. Lo que se ha abatido son enfermedades graves como el sarampión y la poliomielitis, y esto ha incidido en el descenso de la mortalidad infantil.
No obstante, dijo, se ha observado que el nivel de defunciones en los niños menores de cinco años persiste, por lo que es necesario buscar nuevas estrategias.
Al referirse a las desigualdades señaladas por el secretario de Salud, destacó como ejemplo las tasas de mortalidad por diarrea en Chiapas y en Nuevo León, que son de 88.7 y de 11.6 por mil nacidos vivos, respectivamente. Sin embargo, el promedio nacional es de 38.4. Destacó que esta diferencia era en 1990 más grande: mientras que en Chiapas la tasa de defunción era de 292.4 por mil nacidos vivos, en Nuevo León se ubicaba en 42.7, con un promedio nacional de 125.8.
Al inaugurar el Foro de Atención Integral a la Salud del Niño, el secretario de Salud señaló que en nuestro país se ha demostrado que sí se puede cerrar las brechas entre una entidad y otra y puso como ejemplo lo ocurrido con el Programa de Vacunación Universal. En 1990, en Coahuila había una cobertura de 62.5 por ciento y en Chiapas era de 15.8. Para 1996 esos porcentajes se ubicaron en 98.3 y 93.2 por ciento, respectivamente.
De hecho, México está entre los 10 países de América Latina que registran los mayores avances en esta materia, de acuerdo con información del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), apuntó.
Esto no significa que ``estemos satisfechos o que los problemas estén resueltos'', pero sí hay un compromiso que se ha ido cumpliendo y que además permite tener muy claro dónde están los retos y dónde los principales problemas.
De ahí la importancia del Programa de Atención a la Salud del Niño, presentado recientemente y que busca atender en forma integral el plan de vacunación, las enfermedades diarreicas, las infecciones respiratorias agudas y la nutrición.
En cuanto a la mortalidad en los niños menores de cinco años, Juan Ramón de la Fuente destacó que en los últimos seis años se evitaron 143 mil defunciones por medio de esos programas. Aun con el aumento de la población infantil, se ha reducido el número de decesos al pasar entre 1990 y 1996 de 85 mil a 56 mil. La meta para el 2000 es llegar a 41 mil defunciones para este grupo de edad, explicó.
Durante el foro organizado por el Club Primera Plana y el UNICEF, Gonzalo Gutiérrez Trujillo destacó que la nutrición infantil no ha mejorado porque los programas asistenciales (desayunos escolares, despensas) no sirven para eso a pesar de que anualmente el gobierno federal destina 2 mil millones de dólares en este rubro, de acuerdo con información del UNICEF, detalló.
Los médicos y nutriólogos han sido cómplices de las trasnacionales que promovieron durante años el desaliento de la lactancia materna y en su lugar fomentaron los suplementos alimenticios, comentó, y dijo que el hecho de que cada año se disponga de 2 mil millones de dólares habla de una voluntad gubernamental, aunque ha fallado la eficiencia de los técnicos encargados de diseñar las estrategias.
Al destacar la gravedad de la desnutrición, González Trujillo comentó que hasta 1991 los niños padecían en promedio cinco episodios de diarrea por año. En las zonas más pobres se alcanzaban 12 periodos diarreicos. Si se considera que cada uno consta de unos cinco días, significa que en el caso de la población más desprotegida los niños perdían nutrientes durante 60 días.
A partir de la estrategia impulsada para clorar el agua, el problema se ha reducido a la mitad, pero aun así en las situaciones más extremas se trata de niños que durante 30 días al año padecen diarrea, con un importante impacto en la composición nutricional de su organismo.