El próximo miércoles 18 de marzo se cumplen 60 años de la expropiación petrolera. Esta fue una de las principales medidas que hicieron posible que tuviéramos casi medio siglo de crecimiento económico sostenido. Otra fue la renegociación de la deuda externa concluida a principios de 1935, que de hecho anuló esa deuda como factor de freno para la economía nacional.
A 60 años, el petróleo sigue siendo un factor importante en la vida de México. Además, en nuestro país esa sustancia está ligada indisolublemente al gas natural, incluso en la Constitución cuando habla, en el Artículo 27, de la exclusividad para la Nación de ''los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos y gaseosos''. Entre los más recientes temas de debate han estado la revaluación, a la baja, de nuestras reservas petroleras probadas; la ausencia de nueva capacidad de refinación en México mientras Pemex invierte en refinerías situadas en los Estados Unidos; la probable existencia de petróleo a grandes profundidades, en las llamadas ''donas'', que colindan con los límites marítimos entre ese país y México, y su posible explotación; la insuficiencia de nuestra producción futura de gas natural ante la previsible explosión de la demanda que llega, en el noroeste, a la dependencia total del gas importado, y el destino de los recursos petroleros. De este último tema hablábamos ya en estas páginas el pasado miércoles.
Varios de estos temas, y otros como los relacionados con el impacto regional, ambiental y social de las actividades petroleras, serán discutidos en los próximos días. El acto oficial será fuera de la ciudad de México, como se ha acostumbrado hacer en la mayoría de los últimos años. En esta y otras ciudades se llevarán a cabo --de hecho ya se han celebrado foros regionales-- un foro encaminado a ir construyendo una nueva política petrolera, un evento el 18 de marzo mismo y otras actividades.
Subrayamos el planteamiento de alternativa que preside al mencionado foro, porque en mi opinión es muy importante que éste se vaya forjando. Hoy, ante la guerra de precios, la posición oficial se limita a contribuir, conciente o inconcientemente, a la baja de precios, en una guerra que México no puede ganar, simplemente porque el Golfo Pérsico tiene mucho más petróleo y que se puede extraer con costos más bajos. No sólo no existe una diplomacia petrolera, sino que se declara insistentemente que México seguirá aumentando su producción y se desatienden las posibilidades de actuar de común acuerdo con otros productores. Esto afecta a mucha gente a través de las medidas oficiales tomadas con motivo o pretexto de esta baja de precios. Primero, recorte presupuestal que afecta la actividad económica. Luego, el Banco de México retira circulante, lo cual tiende a hacer que se haga más caro y más difícil de conseguir el crédito, sea para la producción o para el consumo.
Existen alternativas ante esta situación. Hemos planteado en estas páginas algunas de ellas. Es importante que se vayan construyendo consensos en torno a una política petrolera y a una política energética. Este 18 de marzo puede ser un paso en ese sentido.