La Jornada 17 de marzo de 1998

MEXICO Y CHILE

La visita del presidente Ernesto Zedillo a la capital chilena constituye una oportunidad para la consolidación de una relación bilateral ejemplar en el hemisferio, como la que mantienen México y Chile.

Cabe recordar que entre ambos países existe un vínculo de raíces profundas, con episodios de solidaridad y fraternidad tan significativos como la amistad de nuestro país con el gobierno de Salvador Allende, el repudio unánime que suscitó en México la traición y el golpe dirigidos por Augusto Pinochet, la protección brindada a los allendistas perseguidos por la embajada mexicana en Santiago de Chile, encabezada entonces por Gonzalo Martínez Corbalá, el asilo otorgado a miles de chilenos en nuestro país, el importante aporte realizado por éstos en los ámbitos académico, artístico y científico, entre otros, la ruptura de relaciones con el régimen dictatorial y la reanudación de éstas cuando se restableció la democracia en el país del Cono Sur, tras la llegada a la presidencia de Patricio Aylwin.

En esa nueva etapa, ambos países realizaron avances en la apertura comercial hemisférica, con la firma de un Tratado de Libre Comercio, cuya ampliación fue signada ayer en Santiago por los presidentes Zedillo y Frei.

En suma, los vínculos políticos, culturales, económicos y humanos que existen entre estas dos naciones, a pesar de la distancia geográfica que las separa -equivalente a la que hay entre América y Europa- y de su pertenencia a bloques comerciales distintos -el TLC de América del Norte y el Mercosur-, constituyen un dato esperanzador sobre las perspectivas de la integración latinoamericana.

Con estos antecedentes auspiciosos y en el ambiente cordial y cálido en que se desarrolla la visita del mandatario mexicano a Chile, el único dato discordante y lamentable es la reciente investidura de Pinochet -responsable de miles de homicidios y desapariciones, torturador de miles de ciudadanos- como senador de la República. Aunque se trata, en rigor, de un asunto interno de los chilenos, la presencia del militar genocida en el órgano parlamentario constituye una ofensa para los chilenos, para los mexicanos y para la humanidad.