PARABOLA Ť Emilio Lomas M.
El neoliberalismo nuestro de cada día

Cierto es que en la teoría económica, o al menos en su terminología, el neoliberalismo no aparece, es decir, no se puede decir qué es o en qué consiste, pero la dinámica económica mundial ha llevado al neoliberalismo a ubicarse como un modelo, una doctrina y una tendencia internacional, apuntalada por el monetarismo impulsado por Milton Friedman, y que ha sido puntal para la globalización que, por cierto, es un término relativamente nuevo en la academia.

El neoliberalismo puede conceptualizarse como la reedición del pensamiento de Adam Smith, el cual definía que la producción capitalista puede desarrollarse sin obstáculos e ilimitadamente, es decir, que el entorno económico debía ser fijado por la actuación de las fuerzas del mercado. Sin duda, el liberalismo de Smith se frenó cuando las teorías de John Maynard Keynes --que buscaban remediar los males del libre mercado-- proliferaron como una forma de detener las profundas brechas económicas que se abrieron entre la población y aún entre países.

En la historia reciente, Margaret Thatcher, la ex primera ministro de Gran Bretaña, conocida como la dama de hierro, fue la pionera de un agresivo plan de privatizaciones que tenía como fin eliminar la presencia omnipotente del Estado en la economía, para dejar que los particulares se hicieran cargo de ello, en un doloroso proceso que dejó en el desempleo a millones de ingleses y que fue causa de focos de agitación social. Estados Unidos siguió con esa tendencia.

El neoliberalismo --o la segunda edición del liberalismo-- llegó a México a partir de la administración de Miguel de la Madrid. Cierto es que existía un pesado y hasta absurdo aparato de empresas de propiedad gubernamental (mil 155 como referíamos aquí la semana pasada), pero el asunto es que se empezó a abrir el campo a cuestiones estratégicas en que los particulares no han mostrado ser los más duchos. No es exactamente el caso, pero ejemplifican en mucho esta situación la banca, no sólo a la que prácticamente quebrantaron sino desde la cual incurrieron en grandes abusos. La consecuencia es que hoy grandes corporativos internacionales son copropietarios de los bancos radicados en México.

Cierto es que en México se vive una etapa de transición sobre las vías del neoliberalismo, es decir, que aún convive con regulaciones que están siendo acremente cuestionadas por quienes quisieran una apertura mayor. Lo que no puede asegurarse de manera tajante es que con el modelo económico actual se haya podido incrementar el gasto social. Y no por varias circunstancias: en la administración de Carlos Salinas de Gortari se vivió una etapa ardua de la liberalización económica, y se amasó un fuerte monto de recursos que se destinaron a obras de beneficio social a través del Programa de Solidaridad, pero esto fue debido a la venta de empresas públicas, la captación de capitales especulativos y deuda.

El gasto social en la actualidad ha aumentado debido en mucho a que sigue la venta de activos y concesiones que otorga el gobierno a los particulares. Vale la pena advertir que esto llegará a tener un límite, y es entonces cuando el gobierno entrará en un problema de recursos porque las propiedades gubernamentales a vender son finitas.

En lo imaginario nos preguntaríamos si realmente el modelo neoliberal en México podría soportar los embates económicos internacionales --sin tener fondos derivados de la venta de activos públicos--, sobre todo cuando se tiene una economía endeble: baja captación de recursos fiscales, dependencia de los ingresos petroleros, ineficiencias del aparato productivo, busca de fondos internacionales, una clase empresarial nacional que va tras la ganancia fácil por medios muchas veces ilícitos, y una concentración de las actividades productivas (la exportación, entre ellas) en un reducido grupo, y casi la mitad de su población en niveles de pobreza.

Se puede sostener que, como nunca, se destinan grandes recursos a lo social en el país, pero ya en el primer recorte presupuestario se cancelaron obras previstas para este año, y en un segundo recorte no sería nada raro que ocurra algo similar. Si no existieran activos públicos que vender la situación sería peor.

El tema del neoliberalismo para un debate es sumamente complejo. Pero otra de las caras que vemos en el ámbito mundial, acerca de este modelo, es la concentración de muchas actividades económicas en pocos grupos --especialmente los multinacionales--. Se conforman alianzas. Se desatan guerras de mercado y queda la duda de qué tanto realmente será en beneficio de los consumidores, es decir, de quienes no poseen los medios de producción. Es en los dueños del dinero en quienes, al final de cuentas, se está apostando para que funcionen las economías, como si en realidad tuvieran un código ético social muy bien cimentado.

Melée

Una buena y una mala, en relación con las medidas económicas adoptadas por el Banco de México: la buena es que se tratará de que la inflación no se dispare, y por ende que los precios no crezcan de manera acelerada (es el mejor de los propósitos, si hubiera voluntad del comercio); la mala es que el menor crecimiento de la economía implicará dejar de generar algo así como 200 mil empleos que se acumulan a la tasa de desempleo y subempleo, con todas las consecuencias sociales que implica.