GALERIA Ť Leticia Rocha Zavaleta
Prevención del cáncer cérvico-uterino

``Una opción para todas las mujeres es la colposcopia, que se realiza en clínicas de displasias (en el Hospital General, por ejemplo). Las mujeres no tienen que regresar por resultados. Tras dos años de tratamiento ellas continúan sanas''

En México, 12 mujeres mueren diariamente en instituciones hospitalarias por causa del cáncer cérvico-uterino; quienes no acceden al sistema de salud, también enferman y mueren. La causa: el virus del papiloma humano (VPH) transmitido por contacto sexual. La prevención es, desde hace 30 años, la prueba del papanicolau, pero no lo ha evitado: la tendencia aumenta y ahora, además, enferman mujeres jóvenes.

En el Departamento de Biología Molecular del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, donde colabora la doctora Leticia Rocha Zavaleta, tratan de detener la infección viral y prevenir ese tipo de cáncer. ``Desarrollamos una vacuna que pueda ser inoculada en niños y niñas, antes de que empiece su vida sexual activa'', comenta Rocha, doctorada en ciencias en la Universidad de Manchester, Gran Bretaña.

El papiloma es una lesión que forma protuberancias semejantes a papilas, a verrugas. Allí está el virus, conocido y diagnosticado desde los años 70, pero tan viejo como la humanidad. No se pueden extraer partículas infecciosas e inyectarlas para que el sistema inmune las aprenda y ataque -como ocurre con la polio-, pues son pocos los virus que allí se localizan y se necesitarían los tumores infecciosos de más de 100 pacientes para elaborar una vacuna. Tampoco se puede reproducir en el laboratorio, pues un virus muere en cuanto sale del cuerpo, además de que tiene muchos recursos para esconderse del sistema inmune.

El ácido desoxirribonucléico (ADN) tiene toda la información de cada rasgo de los virus, en este caso. En todos los seres, los genes son las moléculas más estables (se extraen de fósiles y el ADN es funcional), por eso la naturaleza fundó la vida en ellos, para perpetuarla.

La doctora Rocha, nacida en el DF en 1965, narra que en el laboratorio aplican métodos para desplegar la secuencia del virus, con sus diferencias evidentes. Con sustancias específicas, cortan sólo los genes que necesitan, comparándolos con su prototipo. Y los hacen llegar al único sistema en el que pueden actuar, el celular, mediante una inyección subdérmica, modo de absorción que les ha resultado más eficaz. Células con genes del VPH se presentan al sistema inmune y éste comienza a defenderse, aunque no hay infección.

De una familia de más de 80 tipos de virus, los que proliferan en México son los llamados 10 y 18. De uno de ellos, el equipo de investigación ya ha inyectado dos genes en ratones y éstos presentan respuestas inmunes mediadas por anticuerpos específicos contra el VPH. Ahora trabajan con genes del segundo virus, para combinarlos después y ofrecer protección contra ambos. Luego tendrán que ver si los ratones no desarrollan VPH y calcular cuánto tiempo dura la protección, si de por vida (como la vacuna contra la polio) o por un lapso (como la antitetánica). Trabajan con vacunas de nueva generación, que implican y necesitan reconocer efectos tóxicos y colaterales posibles.


Ť Fotos: Carlos Cisneros

En dos años terminarán los experimentos en ratones; faltarían dos más de pruebas en conejos y entonces podrán usarlas en humanos. Se busca un camino de prevención, pues donde ya hay cáncer los sistemas inmunes dejan de funcionar adecuadamente, y por ende también las terapias. Además, se ofrece a las mujeres una vacuna de fácil transportación y administración, la cual podría estar lista en cinco años.

Mientras, la doctora Rocha recomienda ``una opción para todas las mujeres en México: la colposcopia, que se realiza en clínicas de displasias (en el Hospital General, por ejemplo). Mediante cámaras fotográficas se amplían las imágenes que se perciben del cérvix al tamaño de una pantalla gigante de tv. El médico observa el tipo de lesión y, allí mismo, la quema con láser o la corta. Las mujeres no tienen que regresar por resultados. Según hemos estudiado, tras dos años de tratamiento ellas continúan sanas''. (Rocío Incera)