Desde siempre la programación de la televisión mexicana ha sido de un nivel que ha dejado mucho qué desear, y en particular -con honrosas excepciones- esto se aplica a algunos programas dedicados a las noticias. Durante años, diariamente hemos sufrido manipulaciones noticiosas, con locutores de dudosa aptitud y ética profesional. Pero, ¡ay Dios mío!, de repente se nos apareció TV Azteca con una fuerza (des)informativa, que es realmente penosa. Cuando por accidente la sintonizo, quedo mesmerizado ante tanta manipulación, bajeza y en ocasiones hasta estupidez que presentan en (des)hechos con Javier en la Torre, o cuando se presentan comentarios del Zar del Miento, ya no se diga los programas de Lolita la del 33.
Todo ser humano tiene opiniones y derecho a manifestarse; la pluralidad de ideas enriquece a las sociedades, inclusive cuando éstas son provenientes de cualquier lado de los extremos. Sin embargo, todos los medios de comunicación, pero en particular radio y televisión (pues pocos leen los periódicos) tienen la obligación de ser objetivos, con el fin de que los miles de radioescuchas o televidentes puedan formular sus ideas con base en información apegada lo máximo posible a la verdad. Por ejemplo, en relación a la xenofobia desatada recientemente en Chiapas, la pregunta surge: ¿qué papel tienen los extranjeros en nuestro país? ¿Son buenos o son malos?
El gobierno y TV Azteca piensan que en una zona de conflicto como Chiapas son malos, no se les debe permitir inmiscuirse, si acaso lo hicieron. Yo, como ciudadano, para nada pienso que sea malo o inadecuado. Por otro lado, yo como ciudadano también, pienso que la penetración extranjera al grado tan inmenso al que ha llegado a través de las franquicias, es inmensamente malo para la nación. El gobierno evidentemente no lo piensa así, pues ha permitido una invasión comercial francamente deplorable, que ha afectado a la mediana y pequeña empresa mexicanas, más allá de lo que debería ser permisible. Asimismo, las emisoras televisivas por cable han llevado, a través de los diversos canales, un conjunto enorme de penetraciones ideológicas que podríamos denominar como ``extranjerizantes''. Al gobierno le parece bueno, a mí me parece malo.
Si los medios de comunicación, cualquiera que sean, tienen opiniones acerca de los extranjeros, mínimo deberían presentar las diversas versiones y aspectos de la influencia extranjera en el país. Lo que pasa es que no hay extranjeros buenos o malos, lo que hay son extranjeros que convienen y otros que no, a ciertos intereses particulares, y no necesariamente a los nacionales. Con todo lo que ha sucedido recientemente con los programas de TV y la xenofobia desatada a través del famoso viaje en helicóptero de Lolita la del 33, yo le propondría a ella que tome el mismo helicóptero y se acerque con él al óvalo de San Jerónimo, en donde se encuentra una asta bandera muy grande; desde ahí podrá claramente observar alrededor una gran cantidad de ``extranjeros'' que se llaman Burger King, Sam's Club, Home Mart, Blockbuster, Office Max, Mc Donalds, etcétera. Habría que preguntarle a ella si estos ``extranjeros'' que influyen en muchos aspectos de la vida nacional deberían ser excluidos o incluidos en nuestra nación.