Retenes mixtos, nueva vuelta de tuerca sobre indios sospechosos
Hermann Bellinghausen, enviado, Altamirano, Chis. 14 de marzo Ť En la intrincada red de extranjería que se ha tendido sobre la zona de conflicto de Chiapas, una de las partes más difíciles y comprometidas la llevan nada menos que los indios. Es decir, los que se ha dado en llamar ``pobladores originarios'', ``naturales'', ``nativos'' o ``indígenas''.
Pocos como ellos experimentan más problemas, intercepciones y amagos por el simple hecho de transitar los caminos. Ni siquiera en otra parte de México, sino que en su propia estado, en su municipio con frecuencia, incluso en su pueblo.
Y eso, los que todavía viven en su pueblo.
En este sentido se ha establecido un nuevo concepto de retén, que perfecciona todos los anteriores: ``Bases de operaciones mixtas'' utilizados por las fuerzas del orden federales y estatales.
El modelo, puesto en práctica estos días en las afueras de Altamirano, dará de qué hablar. En vísperas de la consumación del Acuerdo Estatal para la Paz y la Reconciliación en Chiapas, y bajo cuerda del estruendo mediático que promueve la consulta y fama de dicho acuerdo, el control de la vida social de los indígenas da una nueva vuelta de tuerca y aprieta.
A todas horas y por todos los medios (incluidos los niños de las escuelas, mediante quienes se hace llegar a los adultos publicidad gubernamental para la consulta), y en particular la radio, se insiste en que llegó la hora de que los chiapanecos decidan y actúen; a la vez, se acentúa el estado de sitio sobre los indígenas -también chiapanecos- a quienes se trata como si no lo fueran, o tuvieran otra categoría.
La policía migratoria del INM (o sea, la Secretaría de Gobernación) precede este retén múltiple, por aquello de los extranjeros que, sueltos en el suelo chiapaneco, les da por hacerse peligrosamente amigos de los ``nativos'', sin permiso para ello.
Una vez descartada la condición de extranjero (cosa no tan sencilla como parece, pues también los mayas guatemaltecos lo son), el campesino que intenta transitar por las carreteras de Altamirano debe acreditar que no es un subversivo. Para esto, procede el retén del Ejército Mexicano, ahí mismo, el cual aplica la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, de manera que previa identificación, catea personas y pertenencias.
Enseguida, como en las matriushkas rusas, aparece la Policía Judicial, encargada de cubrir otros rubros de la presunta ilegalidad de los individuos, sobre todo si son tan sospechosos que hasta provienen de las cañadas donde, dicen las malas lenguas, abundan los zapatistas, pueblos enteros de ellos. Pero no son los únicos sospechosos. Salvo los indígenas plenamente identificados por las fuerzas del orden, todos al transitar son dignos de revisión y recelo. Y luego que, particularmente en esta región tzeltal-tojolobal de Altamirano, abundan las ``listas negras'' de zapatistas presuntos en manos del Ejército Mexicano.
Por último, en caso de que estos tres registros hayan sido, digamos, satisfactorios, opera el de la policía de tránsito. Indio que maneja vehículo, cuidado. ¿Qué tal si se lo robó? ¿O lo que es peor, pertenece a instituciones sospechosísimas, como la diócesis de San Cristóbal o alguna de las temibles ONG que trabajan con sus programas sociales las tierras de los chiapanecos?
Por lo general, los interceptados pueden retirarse; pero si en alguno de los rubros analizados recibieron tache, se les anuncia próxima visita domiciliaria (pues la revisión ha servido, en cualquier caso, para obtener los generales de la gente).
El retén múltiple ensayado en Altamirano, que perfecciona el sistema que ya opera, abundantemente, en la Selva, los Altos y la zona norte, cuenta con un quinto ingrediente (no formal y no visible): el delator.
Se encuentra bien documentada la participación de priístas indígenas, originarios de la misma región, en el señalamiento de los ``subversivos'' (término que emplea en particular el personal de la Sedena, y se hace extensivo a cualquier presunto miembro de alguno de los 38 municipios autónomos). En el retén de Altamirano, sobre el crucero que bifurca en T las carreteras a Ocosingo y Comitán, dentro de la caseta que usa migración, atisba durante los operativos del quinto ingrediente. Lo cual resulta muy práctico: en caso de duda, las fuerzas del orden pueden consultarlos.
Así avanza en la región indígena de Chiapas la reconciliación oficial, viento en popa.