Masiosare, domingo 15 de marzo de 1998



El dilema del PODER


Arturo Cano


¿Quién apagó la luz?,preguntó Porfirio Muñoz Ledo, asomando la cabeza tras la puerta entreabierta de un cuarto en Oaxtepec. Aquella tarde del 25 de agosto de 1995, el presidente del PRD no lanzaba metáforas. Alguien, sin querer, había manipulado el apagador de la pequeña habitación donde Porfirio, Cuauhtémoc Cárdenas y media decena de dirigentes perredistas más trataban de encontrar una fórmula mediadora.

La disputa, en el tercer Congreso Nacional, había puesto al PRD al borde de la ruptura: entre el ``gobierno de salvación nacional'' (Cárdenas) y la ``transición pactada'' (Muñoz Ledo). Al final, la fórmula de Muñoz Ledo fue aprobada con matices favorables a los cuauhtemistas.

El arreglo no convenció a todos.

Samuel del Villar vaticinó: ``El PRD va a ser el partido de Ernesto Zedillo, se encerrará cinco años en las negociacion es cupulares con el gobierno''.

Falló.

En agosto de 1995, el PRD rumiaba aún su derrota electoral de 1994 (tercer lugar, 17% de los votos).

A su cuarto congreso, que comienza el miércoles 18, llega con un saldo distinto:

25% de la votación en las elecciones del 6 de julio 1997, triunfos en otros comicios locales, segundo lugar en la Cámara de Diputados y su joya: el gobierno del Distrito Federal.

Lejos de los cinco años de ``negociaciones cupulares'' que decía Del Villar. Ya ven. Hoy, el profeta es procurador de Justicia del DF, un cargo en el que fue palomeado, sí, por Ernesto Zedillo.

Buenas cuentas, sí.

Pero también viejas disputas.

El choque de agosto de 1995 parece en camino de reeditarse, sólo que las miradas perredistas ya no van al fracaso electoral de 1994, sino a las posibilidades del 2000.



El sábado 7 de marzo, en un salón del World Trade Center, Cuauhtémoc Cárdenas apartó las hojas del discurso que llevaba preparado e improvisó: ``Si nosotros fuésemos a constituirnos en el vehículo para que al poder llegara el oportunismo y un pragmatismo sin límites, es preferible que el PRD no gane la elección en el año 2000'' (La Jornada, 8 de marzo).

Ahí mismo, el dirigente que fuera mediador entre Cárdenas y Muñoz Ledo en el Oaxtepec de 1995 y que hoy preside el PRD nacional, Andrés Manuel López Obrador, respondió: ``En el PRD no hay oportunismo ni lo vamos a permitir nunca, porque oportunismo es prescindir de principios con el propósito de sacar provecho personal o de grupo, y eso no lo hay ni lo habrá en el partido''.

Un par de días después, Porfirio Muñoz Ledo dejó por un momento de aclarar sus cuentas en la Cámara de Diputados para decir: ``El PRD es un partido sin dueños, en el que deciden los órganos partidistas y nadie tiene la exclusividad de la moral''.

Las diferencias tienen que ver con un caso que se volvió emblemático para el PRD en la víspera de su cuarto congreso: la posible candidatura del ex procurador de Carlos Salinas, Ignacio Morales Lechuga.

¿Novedades en las filas del sol?

Acuda el lector al recuadro ``En el otro Oaxtepec'', donde Masiosare recupera algunas de las frases de ambos dirigentes en el congreso de 1995. Verá que los argumentos son los mismos.

Buenas cuentas, viejas disputas. En el congreso que iba a ser la plataforma de arranque rumbo a las elecciones del año 2000.

¿Alguien intentará apagar la luz?

***

Una historia apretada

Poco menos de un año después del primer Oaxtepec, Andrés Manuel López Obrador gana la presidencia nacional del PRD con alrededor de 75% de los votos, el margen más holgado conseguido por dirigente alguno.

Bajo la dirección del tabasqueño, el PRD arranca una cadena de victorias en elecciones locales que llevan a ese partido al gobierno en varias ciudades importantes.

Esos buenos resultados no evitan que, en 1997, las dos principales figuras del PRD se enfrenten nuevamente, ahora por la candidatura para el gobierno del DF. Tras un debate abierto, Cárdenas se impone sin muchas dificultades y Muñoz Ledo encuentra acomodo en la coordinación de los diputados del PRD.

En septiembre de 1997, Porfirio Muñoz Ledo, en un hecho inédito, responde el informe del presidente Ernesto Zedillo. Es su momento estelar.

El 5 de diciembre, viene el de Cárdenas: asume la jefatura de gobierno del DF. Varios dirigentes nacionales que se ecuentran en posiciones clave son llamados a ocupar cargos en el nuevo gobierno. La crisis de cuadros aparece.

Muñoz Ledo ha visto desinflarse su estrategia de relanzar la ``reforma del Estado'' desde San Lázaro, mientras Cárdenas llega a sus 100 días de gobierno con dificultades, pero sin muchos raspones. Esas son otras historias.

El caso es que, en la víspera de su congreso, el PRD tantea entre el endurecimiento del discurso del gobierno federal con respecto a Chiapas, el nuevo acercamiento del presidente Zedillo con su partido y un escenario electoral complicado durante todo 1998.

No son dificultades necesariamente nuevas.

Lo nuevo es un PRD con espacios de poder que tienen sus costos. Y con viejas disputas.

***

``1998 es el año en que debemos demostrar que el PRD es el partido de más sólido ascenso político en el país... De las gubernaturas en disputa, por lo menos debemos aspirar a conquistar dos: Veracruz y Oaxaca'', se lee en el Plan de Trabajo del Comité Nacional perredista.

En la víspera de su congreso, el PRD maneja tres escenarios para este año: el primero, que define como ``conservador'', mantener sus niveles de votación del 6 de julio; el segundo, ganar 100 municipios; el tercero, el optimista, es hacerse además de las dos gubernaturas mencionadas.

Y de ahí al 2000.

Con el reto, expresado en sus propios documentos, de lograr presencia electoral en las zonas urbanas del centro y norte del país.

Claro, si antes resuelve con los menores raspones posibles su debate de Oaxtepec 1998, que se ha centrado justo en una de las gubernaturas que aspira a conquistar.

El diluvio veracruzano

La madrugada del sábado 7, Cuauhtémoc Cárdenas fijó su posición con respecto a la posible candidatura de Ignacio Morales Lechuga. Luego, dejó la reunión del comité nacional perredista. En su momento más tenso.

Diversas notas -especialmente el Astillero de Julio Hernández- han dado cuenta detallada de lo que sucedió en esa junta.

Cárdenas no estuvo para escuchar el momento en que Andrés Manuel López Obrador mostró una encuesta donde Morales Lechuga aparecía 17 puntos abajo de Miguel Alemán, aseguró que la candidatura del primero ponía en riesgo la unidad del PRD y, dirigiéndose a los líderes veracruzanos presentes, agregó que renunciaría a su cargo si se empeñaban en mantenerla.

Tampoco estuvo el jefe de gobierno del DF para ver cómo Porfirio Muñoz Ledo brincó de su asiento para rechazar los `` inadmisibles chantajes''.

Para ese momento, la plana mayor perredista estaba de pie en la sala de juntas. El debate, que había sido rico, derivaba en agarrón sin salida.

La senadora Amalia García, a quien López Obrador había encargado la relación directa con Morales Lechuga, se agarró de un argumento de Cárdenas sobre la ``fama pública'' de los aspirantes a candidatos perredistas. A gritos recordó a los efímeros funcionarios del gobierno de Cárdenas, que tuvieron que renunciar justo por su ``fama pública''.

El acuerdo fue escueto: la dirección estatal de Veracruz ha sido testigo del debate y se espera que ponga a consideración de los órganos del partido en aquella entidad lo que ha escuchado y que privilegie la unidad del partido.

La tormenta no paró.

La mañana del mismo sábado 7, Cárdenas se lanzó contra el ``oportunismo'' y el ``pragmatismo sin límites'', y pidió no olvidar a los muertos del PRD.

Algunos creyeron entender que no se refería sólo al caso Morales Lechuga, sino también a otras candidaturas del PRD que han recaído en personajes recién desempacados del PRI (Zacatecas y Durango, por ejemplo).

López Obrador salió al paso: ``Sostengo que la política es el equilibrio entre principios y eficacia''. Y: en el PRD ``no hay nada de que avergonzarnos, porque jamás hemos sido cómplices ni hemos caído en acuerdos cupulares para mediatizar el avance de la democracia''.

En los días siguientes se conocieron a detalle los argumentos desgranados en la reunión de la madrugada del sábado 7.

Ignacio Morales Lechuga respondió en todas las trincheras que pudo y luego acudió a reunirse con López Obrador.

La votacion que no se dio

El lunes 9, el consejo estatal del PRD veracruzano se manifestó preocupado por ``las noticias en la prensa que hablan de opiniones, no aprobadas por el CEN, y que se manejan como vetos sobre ciudadanos que públicamente han manifestado su deseo de participar en las elecciones bajo las siglas del partido''.

Uriel Flores, de la dirección veracruzana, estuvo presente en la reunión del CEN. Según sus cuentas, contra la candidatura de Morales Lechuga sólo se manifestaron abiertamente tres dirigentes, mientras otros tres se abstuvieron y 11 se pronunciaron en favor.

En el CEN del PRD, vale recordar, lo usual son los consensos, no las votaciones.

Si se hubiera votado, Ignacio Morales Lechuga sería candidato, al precio de una división de consecuencias incalculables.

En favor de la candidatura, y sólo contando a los presentes, estaban Porfirio Muñoz Ledo, Jesús Ortega, Amalia García, Eduardo Espinosa, Raymundo Cárdenas, Reynaldo Rosas, Manuel Ortega, Ernesto Prieto, Rafael Hernández y Carlos Navarrete. Esto es, diez votos. Y las corrientes, ese ingrediente básico de la ensalada perredista, presentes de nuevo. Los hebertos, los chuchos y los ex militantes del Partido Comunista, del lado de la candidatura que, en opinión de un líder nacional perredista, ``daría base territorial a la corriente de Porfirio rumbo al 2000''.

¿Y en contra? Los que alguna vez formaron parte de la trisecta, con algunos añadidos. Seis votos: Humberto Zazueta, Rosa Márquez, Raquel Sosa, Cristina Laurell, Camilo Valenzuela y Leticia Ramírez Amaya.

Y, claro, el séptimo voto -veto, además-, el de López Obrador.

No votaron. Pero todos estarán en el debate de Oaxtepec.

Y los que se oponen reconocen hoy: ``El error que cometimos fue dejar correr la precandidatura de Morales Lechuga, aunque si no lo hubiéramos hecho tampoco sale Zacatecas''.

***

Al cierre de estas líneas, no era posible conocer la decisión del PRD veracruzano, que ayer sábado pudo decidir dejar fuera a Morales Lechuga por la simple vía de aceptar que la convocatoria sea exclusiva para militantes del partido.

Miguel Moreno Brizuela, secretario del comité estatal, dijo el jueves pasado que ``es un hecho'' que Ignacio Morales Lechuga no formará parte de la terna de precandidatos.

En caso contrario, el ``caso Morales Lechuga'' será tema central del cuarto congreso que arranca el miércoles.

Domingo Martínez Reséndiz, quien fuera presidente estatal y coordina la precampaña del ex procurador, declaró el pasado miércoles que la candidatura no debe ser motivo de debate en Oaxtepec, ``a menos que los directivos nacionales quieran hacer un congreso dedicado a Morales Lechuga, cosa que a los veracruzanos no nos interesa hacer''.

A lo largo de toda la semana, Jesús Ortega, Carlos Navarrete, Eduardo Espinosa y Manuel Ortega -miembros del CEN, curiosamente todos favorables a la candidatura de Morales Lechuga-, cabildearon con los líderes del perredismo veracruzano.

Con o sin el nombre del procurador, el tema de las alianzas electorales ocupará un espacio central en el congreso perredista.

Un miembro del CEN del PRD formula las preguntas del debate: ``¿quiénes pueden ser candidatos externos?, ¿se debe aceptar a todos, sin tomar en cuenta trayectorias políticas, con tal de arrebatarle votos al PRI?, ¿cuáles deben ser las reglas que permitan tener candidatos de calidad y, al mismo tiempo, no conviertan al PRD en un tribunal moralista?''

***

Otros temas pasarán, quizá, a ser menores en el congreso perredista. Pero no menos polémicos. Por ejemplo, la propuesta de López Obrador de que todos los comités directivos estatales se mantengan en sus cargos hasta pasados los comicios del año 2000 y que después, en un solo día, se renueven todas las direcciones del país. Y, también, que solamente él salga en 1999 de la dirección nacional y el resto del CEN se mantenga, lo que implica que el Consejo Nacional también continuaría en sus funciones.

Delegados de varios estados se opondrán a esta propuesta, porque en muchos casos las direcciones locales han resultado de espinosos procesos impugnados por las corrientes minoritarias.

***

En 1995, mientras Cárdenas, Muñoz Ledo y otros dirigentes quitaban y ponían letras al documento de consenso, los delegados se explayaban con la consigna: ``¡Cúpula no, congreso sí!'' ¿Otra vez?



Ignacio Morales Lechuga


Vale el proyecto, ``aunque sea sin mi presencia''


En el ojo del huracán perredista, el ex procurador general de la República Ignacio Morales Lechuga se carcajea con un artículo de El Búho Eduardo Valle, va al teléfono para responder la llamada de una estación radiofónica de Poza Rica y regresa a la grabadora: -¿Su candidatura tiene vuelta atrás? - Mi candidatura no tiene vuelta atrás, porque no corresponde a una actitud personal, sino a la expresión de miles de veracruzanos.

Hace diez minutos, Morales Lechuga mostró al reportero una lista de grupos veracruzanos que apoyan su candidatura. De ganaderos a comités municipales del PRD, con todo lo imaginable en medio. Ya en la charla, y tras el lugar común (no quiero, pero si me lo piden las bases del partido...), el ex embajador en Francia matiza: ``No voy a poner en la entretela un deseo personal de ser candidato a costa de lo que sea, eso vamos a quitarlo. He estado pensando en un proyecto político de cambio, en participar con la plataforma política del PRD, en construir un gobierno buscando gente en sus propios cuadros y en las fuerzas aliadas. Si se diera el caso de que no me aceptaran como candidato, platicaría con todas las bases en Veracruz para tomar una determinación que permita, sobre todo, mantener el proyecto y tratar de conducirlo aunque sea sin mi presencia''.

Un día antes de la entrevista, Morales Lechuga se reunió con Andrés Manuel López Obrador, a quien no conocía. El líder del PRD le habló de ``razones políticas, no personales''. Lo repitió quince veces, dice el veracruzano: ``¿Cuáles? ¿La fama pública? Si yo tengo un kilo de papel de detractores, posiblemente Andrés Manuel tenga dos o tres kilos. Los que hemos salido del PRI hemos sido objeto de ataques. Pero tan no les cree la sociedad veracruzana que mis niveles de credibilidad andan por el 75%''.

Alto, muy alto, dice andar el hombre que encabezó dos procuradurías en el salinismo (la del DF y la General de la República). Y cita encuestas donde su ventaja va de los dos a los 13 puntos. Y luego malicia: ``Andrés Manuel fue a Veracruz y declaró que el PRD ganaba con cualquier candidato. Esto provocó la risa de muchos, porque en el puerto, el PRD ganó el 6 de julio pero perdió el 19 de octubre, por no haber seleccionado con cuidado su candidato''.

-No diga que sólo usted garantiza el triunfo.

-Si el PRD no tiene una razón política real, no las que se han publicado, sería un error no postularme. Y para mí sería un error propiciar la división del PRD. ¡Estamos atados el PRD y su servidor como precandidato!

-Usted, dicen algunos perredistas, pudo ganarle a todos, menos a Miguel Alemán.

-¿Qué argumentos tienen para decir que Miguel Alemán sería invencible? Sobre todo si llega y no despierta el entusiasmo popular, sino de Gutiérrez Barrios, de Chirinos, de Fidel Herrera y de una élite empresarial. Además, la campaña de Alemán se ha montado en mucho sobre la base de que estaría dos años allí y después se vendría a competir por el 2000, cuando los veracruzanos necesitan un proyecto político renovado y un gobernador de seis años. Y lo único que le puede dar esa garantía es la alianza basada en el PRD.


Una foto

-La foto de Fernando Gutiérrez Barrios con Miguel Alemán.

-Gutiérrez Barrios había declarado que se retiraba de la política. Si lo llaman es porque creen que por su fama lograría convocar a la unidad priísta. También es un contrasentido: al PRI le debió haber costado mucho trabajo que fuera, porque Miguel Alemán anunció que no auditaría al gobierno de Patricio Chirinos. Eso significa un cheque en blanco. Y eso debe haber causado la molestia de Gutiérrez Barrios, porque él ha sido sacudido, y en ocasiones perseguido físicamente, por el gobierno de Chirinos. Por último, demuestra que en el PRI no hay ideologías, hay intereses.

-¿Relaciona esa foto con su suerte en el PRD?

-No creo que esa foto simbolice alguna concertacesión anticipada. Si bien el ingeniero Cárdenas es una figura determinante en el PRD nacional, también lo es que en otras ocasiones los órganos del PRD han votado en su contra y él finalmente ha aceptado los votos en contra. Conservo la esperanza y la idea de que el PRD adoptará conductas democráticas.


Un tono altisonante

-La carta de Cuauhtémoc Cárdenas Batel. ``N'' es una hija de Patricio Chirinos...

-Así es. Yo no tuve ningún inconveniente de que se pongan los nombres de las personas que corresponden. La verdad es que si pusieron N, yo no conduje la averiguación previa. Pareciera ser que Cuauhtémoc hijo piensa que yo tuve una conducta agresiva con él. Bueno, es posible que mi tono sea o haya sido altisonante, pero de ahí a que se le quisiera incriminar a él, para nada, él era la víctima.

-¿Lo presionó?

-¿Hay razones políticas para mi veto o son razones personales, familiares? Si son razones políticas, las que se mencionaron en el CEN del PRD, han sido desvanecidas porque no hay nada que las sustente. Pero si fuera el caso del hijo de Cárdenas, pues esto ubicaría en otra perspectiva una candidatura. Sería la voluntad de los veracruzanos pendiente de un problema de carácter familiar. Creo que la lectura sería muy pesada para el comité nacional del PRD.


La construcción

``La construcción de mi candidatura''. Así nombra y vuelve a nombrar Morales Lechuga la ruta que echó a andar desde octubre pasado. ``Desde abajo'', le gusta decir. Pero también informa que hace mucho buscó a las principales figuras del PRD, que tuvo tratos con Carlos Navarrete y Amalia García y que el 8 de enero se reunió, al fin, con Cuauhtémoc Cárdenas: ``Me dio a entender que expresaba alguna simpatía por este proyecto''.

Entonces, dice, comenzó a reunirse ``con la base militante perredista'', miles en 120 municipios, donde se encontró un PRD ``fracturado'' tras sus comicios internos de diciembre.

Presume:

-Yo he fomentado la unidad.

-Y ahora va a propiciar el efecto contrario.

-No, no, no. Un posible choque es un problema de legalidad democrática al interior del PRD. Veracruz reivindica estatutariamente la facultad de convocar a la elección del candidato. Eso es lo que ellos dicen, al margen que sea Morales Lechuga u otro...


Salinas, los muertos

Morales Lechuga ha dado decenas de entrevistas para repetir una fórmula:

-No me puedo desvincular del salinismo porque nunca he pertenecido a él, y uno se desvincula de aquello a lo que está vinculado.

-Ese es un juego de palabras.

-¡No!

-Usted fue funcionario del régimen de Salinas. ¿Cómo lograba no compartir el proyecto y estar allí?

-No compartía el proyecto más que en lo que estaba construyendo dentro del área de mis responsabilidades, las procuradurías. Y en la primera compartí más proyectos plurales, inclusive algunos encabezados por el PRD, como en los temas de delitos sexuales, el tema femenino, que los temas salinistas. Y en la PGR creamos hasta un comité ciudadano plural donde la mayor presencia era de dirigentes perredistas.

``Entiendo el salinismo como una corriente filosófica-política transexenal que ha puesto en marcha un proceso de carácter económico, neoliberal, que ha causado estragos enormes en el país pero especialmente en mi estado. No puedo estar de acuerdo con una doctrina que mantiene los más altos niveles de desempleo jamás registrados en la entidad''.

-Los muertos.

-El punto central se ubica en una expresión: fue miembro de un gabinete y responsable de las procuradurías cuando se desató una política represiva contra los perredistas. ¿Quién era el responsable de la política interior? Una política de represión, ¿de quién depende? De la Presidencia y de la Secretaría de Gobernación, no del procurador. Y la política del interior era manejada por Gutiérrez Barrios, de quien se dice, por cierto, que es muy amigo de Cárdenas.

En este punto, Morales Lechuga inicia una larga argumentación sobre su desempeño como procurador del DF (``en los 30 meses que estuve no hubo un solo muerto perredista'') y general de la República (``los homicidios eran competencia del fuero común en cada uno de los estados''; ``me tocó crear la fiscalía para esclarecer el caso Ovando y Gil'').

Luego, sostiene que ``en ninguno de los informes del PRD se me imputa nada, ni se me relaciona'', para seguir con el hecho de que ``el único que en tribuna me ha criticado fue Porfirio Muñoz Ledo, con la explosión de Guadalajara y cuando fui nombrado embajador en Francia''.

-En el proyecto de Estatutos del PRD se anota que alguien podrá ser candidato externo ``siempre y cuando no haya sido responsable de hechos de corrupción, represión o narcotráfico''. Tiene que ver con candidaturas como la suya.

-Haber sido procurador puede tener una controversia alrededor, pero soy un hombre que ha transitado por las áreas más espinosas con la dignidad en la bolsa. Hace mes y medio estuve en Washington, en una comida con gente del FBI, de la dirección de aduanas, de la Comisión Interamericana contra el abuso de las drogas, y muchos otros amigos con los que tengo una espléndida relación. Así que si algo puedo decir es que desempeñé un papel que, ellos mismos lo mencionaron allí, fue positivo.


Desatar el nudo

-¿Sólo usted le puede ganar a Miguel Alemán?

-No solamente yo, pero soy en este momento el más perfilado y no solamente porque yo quiera o me sienta el hombre llamado a serlo, sino por voluntad de mis paisanos. Ellos me están colocando en esa posición.

-Dice que usted y el PRD están atados. ¿Y si el congreso en Oaxtepec desata ese nudo?

-Entonces tengo que platicar con todos mis paisanos y tomar una determinación, viendo por la unidad de la alianza política que se ha conformado.

-¿Una candidatura sin el PRD no sería testimonial?

-No lo sé. Habría que ver los sondeos. Por ejemplo, en una encuesta que me mostraron con todos los candidatos internos, el PRD se iba a la tercera o cuarta fuerza electoral. En mi caso sería un candidato que aporta votos, no una carga. (Arturo Cano).



En el otro Oaxtepec


Transición o salvación

Cuauhtémoc Cárdenas:

Objetivamente y mientras la situación actual prevalezca en lo esencial, la respuesta es de él (Ernesto Zedillo), y llegar al gobierno de salvación nacional, meta central de nuestra propuesta, dependerá de la fuerza política que podamos acumular quienes trabajamos tras esa finalidad.

Porfirio Muñoz Ledo:

La fórmula de gobierno de salvación nacional es fascista.


¿Enfrentamientos?

Cárdenas:

Ni formo parte ni hago cabeza de grupo alguno. Tampoco veo a Porfirio como jefe de facción.

Muñoz Ledo:

Las criaturas bicéfalas pertenecen a la mitología. Ni dobles liderazgos, ni dobles políticas, ni dobles lenguajes.


La discrepancia pública

Muñoz Ledo

Padecimos una legislación arbitraria, que elimina las candidaturas comunes y prácticamente impide las coaliciones. Fue este tema central de las negociaciones con el gobierno que no logramos concretar, entre otras razones, porque carecimos de un entendimiento claro entre nosotros sobre la pertinencia de esas reformas.

Cárdenas:

El 18 de marzo (de 1994), en el acto que celebramos para conmemorar la expropiación petrolera, tomé una posición discrepante con el presidente de nuestro partido, Porfirio Muñoz Ledo, sobre el acuerdo alcanzado en torno a las reformas electorales. Se había convenido previamente cuales serían las posiciones inamovibles del PRD... Y sentí que con los acuerdos suscritos no sólo no se lograba equilibrar la competencia electoral, sino que se nos ataba para actuar en defensa del voto libre de los ciudadanos.


Oportunismos y dueños

Muñoz Ledo:

Los partidos no deben ser propiedad o instrumento de sus dirigentes... Atrevámonos a ser ese ``partido sin dueños'' por el que claman nuestros jóvenes.

Cárdenas:

Claudicar, rendirse o traicionar puede hacerse en público u ocultamente. Siempre se encontrarán las formas de hacerlo. Combatir, por otro lado, con toda decisión cualquier desviación o tendencia oportunista o sectaria, es responsabilidad permanente de todo miembro del PRD que mantenga su lealtad a los principios partidarios.


Fuente: Discursos y declaraciones durante el tercer congreso nacional del PRD. Oaxtepec, agosto de 1995.


De congreso

a congreso

Tercer congreso (agosto de 1995)

Gobiernos perredistas

Entidades 0

Municipios 134

Legisladores

Senadores 8

Diputados federales 69

De mayoría 8

Plurinominales 61

Población gobernada por el PRD

4, 052, 955

Cuarto congreso (marzo de 1998)

Gobiernos perredistas

Entidades 1 (Distrito Federal)

Municipios 294

Entidades con gobiernos

municipales perredistas 24

Legisladores

Senadores 15

Diputados federales 127

De mayoría 71

Plurinominales 57

Población gobernada por el PRD

19,708,042 20.47% de la población total del país



Las buenas cuentas de los viejos desacuerdos

En 1995 el PRD era un partido que estaba terminando de rumiar su derrota electoral en los comicios federales de 1994, cuando obtuvo el tercer sitio con 17% de los votos.

En julio pasado, ya con una nueva dirección nacional, el PRD alcanzó 7 millones 514 mil votos (25.7% del total) y obtuvo un importantísimo triunfo en la capital del país. Pero la secuela de éxitos electorales no había comenzado ahí. En sus documentos básicos del cuarto congreso, el PRD enumera otros triunfos que lo llevaron a gobernar dos capitales estatales (Colima y Jalapa) y poblaciones importantes como Iguala, Ciudad Nezahualcóyotl, Tula, Texcoco, Tuxpan, Coatzacoalcos, Minatitlán, Ciudad Obregón, Guaymas, Navojoa, Juchitán, Lázaro Cárdenas, Ciudad Madero y otras.