Dentro de las grandes reformas que el Estado mexicano requiere, la del Distrito Federal resulta urgente y vital, no sólo en términos de responder a los cambios exigidos por la ciudadanía, sino para efectos de estimular otras tantas transformaciones positivas en el ámbito nacional.
Si en las reformas que se emprendan en el propio corazón político del país se da un aliento renovador y democrático, tal influjo se extenderá a otras latitudes de la patria.
Existe ahora esa oportunidad, a pesar de que todavía se trata de una temática limitada, con la decisión de abrir espacios para discutir y llegar a acuerdos en materia electoral, de participación ciudadana y de organización jurídica política del Distrito Federal.
Los partidos políticos en el Distrito Federal, junto con el gobierno de la ciudad y la activa participación de diputados locales y federales, que se abocarán en sendas mesas de trabajo al análisis de estos temas, están obligados a generar avances y a actuar de frente a los ciudadanos para no caer en gradualismos intrascendentes o parches jurídicos.
Se trata de tener un código electoral que, entre otros propósitos, asegure elecciones transparentes, eficaces y de aceptación general, para lo cual habrá que crear pronto el Instituto Electoral del Distrito Federal, con un indeleble sello ciudadano. Será determinante precisar otras cuestiones ligadas al proceso electoral, medios de comunicación, coaliciones, registro de electores, financiamientos, candidaturas independientes, delitos electorales y en general de lo contencioso electoral.
Así también, de la más alta importancia es la definición de la nueva ley de participación ciudadana, que tendrá que precisar los actores y tipos de representación, facultades, relación gobierno-sociedad, rendición de cuentas, formas de integración y elección vecinal y ciudadana, mecanismos de descentralización y audiencias públicas, así como otros derechos y opciones de los ciudadanos: plebiscito, iniciativa popular, referéndum y revocación de mandato.
De igual forma, digamos que en esta primera etapa, ya que no están todas las materias que tendrían que abordarse, unas del ámbito económico, otras del ámbito social, se tiene la enorme posibilidad de avanzar hacia la constitución del estado 32, en los trabajos propios de la Mesa 3: Organización jurídica política del Distrito Federal.
Ahora sí, con reformas profundas al artículo 122 constitucional, puede darse la transformación de la Asamblea Legislativa como un verdadero Congreso local, con facultades plenas para emitir todas las leyes que la ciudad de México necesite. Hoy por ejemplo, en distintos rubros legislativos como son ley de seguridad pública, ley de condominios, ley de la Procuraduría de Justicia, ley de responsabilidades de los servidores públicos, todas del Distrito Federal, se ubican indebidamente en la Cámara de Diputados y no en la ALDF.
Será necesario diluir igualmente los acotamientos del poder Federal que aún pesan en las facultades limitadas de por sí del propio poder Ejecutivo local. A la vez, se tendrá la posibilidad de ampliar las facultades de los titulares de las aún llamadas delegaciones políticas, establecer órganos colegiados de gobierno en las mismas y marcar la nueva territorialización de dichas demarcaciones.
Es evidente que al estar interrelacionados estos conceptos sustanciales de lo electoral, de la participación ciudadana y de la estructura jurídica política del DF, será preciso concebirlo como un proceso integral, con un buen equilibrio entre sus partes que no admite regateos entre unas y otras, porque entonces el resultado sería desigual, mediatizador y un gran engaño para todos.
Este es el gran dilema que puede concretarse en cambios benignos para la ciudad y la gran oportunidad para todos los partidos políticos, sin excepción, de responder con plenitud a la también gran demanda ciudadana.
Si no ocurriera así, los ciudadanos cada vez mejor informados, más polítizados y con una participación más demandante, presenciarán qué partido o partidos o qué legisladores actuaron en contra de sus exigencias, para aplicarles no sólo la frase contundente ``...que la Nación os lo demande'', sino además en próximas elecciones usarán su voto para aniquilar a los enemigos de sus más altas y legítimas aspiraciones.