La Jornada 14 de marzo de 1998

Asunto de soberanía cultural, los derechos autorales de Barragán

Adriana Malvido /III Ť Cuando la Casa-Museo Luis Barragán de Tacubaya abre sus puertas, es necesaria la voz de un poeta que describa lo que pasa cuando se cruza el umbral hacia el ``refugio'' de este artista que calificó su morada de ``una pieza emocional de arquitectura''. Adentro se encuentra Juan Palomar Verea, presidente de la Fundación de Arquitectura Tapatía (FAT), quien advierte: el de los derechos autorales de Luis Barragán ``es un asunto de soberanía cultural y autodeterminación artística''.

Detrás del arquitecto se asoma por la ventana el jardín de Barragán, es decir, el misterio, el enigma, la belleza sin la cual, decía él, la vida no merece llamarse humana. Junto a él están Norma Soto, directora del museo desde 1994; Catalina Corcuera, a cargo de un programa de recaudación de fondos para la preservación y difusión de la obra de Barragán, y el arquitecto Andrés Casillas, amigo y colaborador cercano del artista.

Aquí, en esta casa, murió hace 10 años Barragán. Aquí firmó un testamento en el que comisionaba a su amigo Ignacio Díaz Morales a designar alguna institución cultural como legataria de su biblioteca. Lo anterior dio lugar a la FAT, que preside Palomar, y cuyo objetivo principal es la promoción y conservación de toda la obra de Barragán. Junto con la biblioteca del arquitecto, abierta al público en Guadalajara, la FAT conserva en aquel estado su archivo personal. ``La nuestra es una responsabilidad histórica, y como tal la asumimos'', dice Palomar.

La FAT hizo posible que la casa de Barragán no se vendiera a particulares interesados, entre ellos Televisa, y luego de un esfuerzo titánico logró no sólo adquirirla con el gobierno de Jalisco, sino que fuera declarada monumento artístico en 1988. Quedaba otro pendiente: Raúl Ferrera había registrado el nombre Fundación Barragán; cuando él murió, la FAT empezaba trámites para poder incorporarlo, pero la Felhbaum Company se movió rápidamente y resultó mejor postor para la señora Rosario Uranga de Ferrera, quien le vendió el nombre a los suizos. Fue, quizá, el primer signo de lo que vendría después.

Manzana de la discordia

La relación entre ambas fundaciones, cordial en un principio, comenzó a complicarse cuando la compañía Felhbaum, por conducto de la Barragan Foundation, puso sus ojos en el archivo personal del artista y su biblioteca.

El archivo personal consta de 4 mil fotografías y más de 9 mil documentos, que van desde correspondencia amistosa, amorosa y familiar, hasta testimonios escritos e ilustrados de sus viajes y todos los papeles hallados en su casa. Para Palomar ``este acervo es importantísimo, pues muestra otro retrato de quién era Luis Barragán''.

Con un título de propiedad en la mano y ya recopilado el material, éste fue trasladado, junto con la biblioteca, de Tacubaya al local de la FAT en Guadalajara. Allá, desde hace año y medio, y apoyados por una beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), un grupo de expertos profesionales lleva a cabo la catalogación de los documentos.

La biblioteca, abierta al público con previa cita, ha generado múltiples recorridos luminosos, porque en sus libros, como dice Alfonso Alfaro, Barragán ``entreabre algunos recintos de sus moradas interiores que habían permanecido inexplorados''. Alvaro Mutis, Vicente Quirarte y Jorge Esquinca han sido, entre otros escritores, exploradores de la biblioteca, de los ``itinerarios espirituales'' de Barragán, como los llamó Alfaro en su libro Voces de tinta dormida (publicado por Artes de México y el CNCA en 1996).

Esos dos tesoros, huella del espíritu creativo de Barragán, se han convertido en la manzana de la discordia con la Barragan Foundation de Suiza. A la solicitud de Federica Zanco para consultar y fotocopiar el archivo personal, la FAT respondió con un proyecto de convenio en el cual, según informa Juan Palomar, se establecía ``acceso mutuo e irrestricto'' por parte de ambas fundaciones a los distintos archivos: el profesional en Suiza y el personal en Guadalajara. Dicho convenio no ha sido suscrito por la parte suiza, que alega derechos autorales también sobre el acervo de Guadalajara.

Comenta Palomar: ``La de Barragán es una historia con un lado solar, el de su obra, y uno lleno de sombras, el de los derechos autorales. A nosotros nos mueve no sólo la pasión por su arte sino la responsabilidad histórica de contar con esta herencia. Nuestra pasión no está en los papeles sino en el fondo, en el corazón de lo que hizo Luis Barragán, que es la obra arquitectónica''.

-Si tuvieran qué luchar, ¿cuáles serían las armas de la FAT?

-La legitimidad histórica y cultural de la preservación y difusión de una obra que está en el corazón de lo mejor que ha hecho este país. Así de fuerte. Esta es una casa, una obra que encierra tantas enseñanzas, un nudo de modernidad y tradición, una posibilidad de interpretar la historia del arte de este país de una manera diferente. Hemos invertido años de nuestra vida en esto, por pura pasión y responsabilidad, y en ello nos jugamos la vida. Esa pasión, esa legitimidad, son nuestra mejor defensa.

La Casa-Museo Luis Barragán cuenta con un Consejo Internacional de Asesores de la talla de Tadao Ando, Frank O. Gehry, Phillipe Starck, Massimo Vignelli, Andrés Casillas, Teodoro González de León y Ricardo Legorreta, entre otros. Es visitada por estudiantes, arquitectos y artistas de todo el mundo.

Responsabilidad patrimonial

En México, comenta Palomar, Barragán es mucho más que un artista inscrito dentro de las corrientes internacionales. ``Para nosotros su herencia es mucho más viva y tiene que ver no sólo con los que ahora estamos aquí, sino con las futuras generaciones, hacia ellas va nuestra apuesta, no para decir qué bonita y elegante es su obra, no para ponerle un capelo o para recrear un mundo que ya se fue, sino para que los arquitectos, los estudiantes, la gente en general aprenda que podemos hacer un país mejor.

``En Barragán hay una recuperación de todo aquello que heredó, lo que vio y le fascinó del mundo, pero hay una fuerte conexión con el arte popular, con la tradición, lo que vio y entendió, lo que le legó su gente, las haciendas... Todo eso está aquí, en su obra arquitectónica, que logra un arte totalmente nuevo y vital. Entonces, la enseñanza es riquísima en términos sociales. Cuando veníamos de estudiantes a platicar con él desde Guadalajara nos decía: `¿Saben qué? Ya no se mortifiquen tanto por andar viendo lo que Luis Barragán hizo, mejor vean lo que Luis Barragán vio'. Y es que lo suyo era una interpretación personal de toda esa cultura que heredamos.''

La de la FAT, reitera Palomar ``es una responsabilidad patrimonial: conservar una herencia que es de todos y no de un pequeño grupo privilegiado''. De ahí la idea de organizar talleres, cursos, exposiciones, visitas guiadas y becas para estudiantes. Sin embargo, los fondos con que cuentan son limitados.

Cuando Federica Zanco le advirtió a la FAT que estaba prohibida la reproducción de cualquier obra de Barragán sin autorización previa y por escrito, Norma Soto le envió un documento donde informaba: ``La FAT no tiene intereses materiales más allá de su propia autonomía económica y la máxima solidez financiera que sea posible; por tanto, considera legítima cualquier iniciativa de uso de su patrimonio para la generación de ingresos en beneficio del mantenimiento y la ampliación de sus recursos, tal como hacen todas las fundaciones culturales y todos los museos del mundo''. La FAT, decía más adelante la carta, ``establece los puntos anteriores con el fin de dejar absolutamente clara su postura e intenciones''.

La respuesta de Zanco fue insistente: ``Les confirmamos que nos reservamos todos los derechos al nombre y obra de Luis Barragán''.

Lo anterior preocupa, dice Soto, ``no sólo porque establecen que hay que pedirles autorización para hacer nuestra labor, sino por la actitud amenazante de una demanda. Según nos plantean, si queremos hacer una exposición necesitamos su permiso, si queremos publicar un folleto del museo para venderlo a la entrada y recopilar fondos, hay que consultarlos''.

Palomar, Soto y Catalina Corcuera insisten en la necesidad de moverse con ``independencia cultural''.

En tanto se aclaran los asuntos legales y los derechos de cada fundación, sin descartar la posibilidad de un convenio, la Barragan Foundation se mueve. Ya puso sus ojos en el archivo del arquitecto José Creixell, colaborador de Barragán en algunas obras; ya visitó a los familiares de Max Cetto y a diversos propietarios de casas diseñadas por el artista.

Además, junto a la Casa-Museo, en la calle Federico Ramírez, está la que fue primera morada de Barragán. Penetrar en su jardín es descubrir aquello que, decía el arquitecto, debería contener un jardín bien logrado: ``Nada menos que el universo entero''. La Barragan Foundation ofreció al propietario actual rentarla por 10 años, el señor Ortega pidió a cambio que la restauraran. No hay acuerdo, por ahora.

Palomar concluye: ``La de Barragán es una lección cotidiana del arte con mayúsculas. ¿Eso también tiene precio?''

Uno se pregunta, ¿cuál es la postura del Instituto Nacional de Bellas Artes? Su respuesta, mañana.


``El uso inteligente de la tradición popular''

En 1980, cuando Luis Barragán recibió el Premio Pritzker, equivalente al Nobel en arquitectura, comenzó su discurso en Washington con estas palabras: ``En proporción alarmante han desaparecido en las publicaciones dedicadas a la arquitectura las palabras belleza, inspiración, embrujo, magia, sortilegio, encantamiento, y también otras como serenidad, silencio, intimidad y asombro. Todas ellas han encontrado amorosa acogida en mi alma, y si estoy lejos de pretender haberles hecho plena justicia en mi obra, no por eso han dejado de ser mi faro.

``Si al lograr reunir en nuestras obras algunos de estos conceptos no logramos resolver los problemas del hombre, al menos cooperaremos a hacer su vida más plena, más hermosa y más llevadera, y lo ayudaremos a no caer en la desesperanza.''

Luis Barragán nació en Guadalajara el 9 de marzo de 1902. El rancho de Mazamitla, donde pasó largas temporadas, fue determinante en su estilo, junto con los conventos y los claustros coloniales.

Estudió ingeniería civil, y al terminar emprendió un largo viaje por Europa, donde se maravilló con los jardines de Ferdinand Bac en París, con la Alhambra en Granada y las construcciones en Marruecos, que influenciaron su obra posterior y lo inclinaron a la arquitectura de paisaje. Conoció a Le Corbusier y de él se empapó en una etapa de su trabajo, aunque reconocía mayor influencia de los pintores Chirico, Balthus, Magritte, Delvaux y Jesús Reyes Ferreira -``nos enseñó a ver''.

En 1944 concibió y diseñó el Pedregal de San Angel. En 1947 hizo su casa. En palabras de Louis Khan, el recinto no tiene edad, pudo haberse hecho hace 100 años o en el próximo siglo. Además de la casa y el taller como obras maestras en sí, allí se resguardan 75 cuadros de Reyes Ferreira y 31 de Miguel Covarrubias; obra de José Clemente Orozco, Raúl Anguiano y José Luis Cuevas; estofados, óleos, grabados y tallados en madera de los siglos XVII, XVIII y XIX.

En los años 50 realizó la Capilla de las Capuchinas, en Tlalpan; las Torres de Satélite, junto con Mathias Goeritz; Las Arboledas; la Plaza del Campanario, y la Fuente del Bebedero. En los 60 construyó Los Clubes, la Fuente de los Amantes y el fraccionamiento de Lomas Verdes junto con Juan Sordo Madaleno. En esa década también, en colaboración con Andrés Casillas, realizó su célebre Cuadra de San Cristóbal, residencia de Folke Egerstrom.

Muchas otras obras en la ciudad de México y en Guadalajara lo llevaron a recibir en 1976 el Premio Nacional de Arte y en 1980 el Pritzker, entre sus reconocimientos más importantes. Una de sus exposiciones internacionales más significativas se realizó en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, en 1976.

Octavio Paz escribió: ``El arte de Barragán es un ejemplo del uso inteligente de nuestra tradición popular''.


Adriana Malvido/ IV Ť ¿Por qué no se declaró a Luis Barragán y a toda su obra monumento artístico antes de que salieran del país su archivo profesional y sus derechos de autor? ¿Qué papel juega el Estado mexicano en esta historia relativa a la obra del máximo exponente de la arquitectura contemporánea de nuestro país, cuya historia documental se fue a Suiza?

Las preguntas van dirigidas a Víctor Jiménez, director de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico Inmueble del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y a cuyo cargo están las obras arquitectónicas mexicanas de este siglo.

La situación, según explica, es más compleja de lo que parece y propone no asumir la experiencia como una derrota, sino establecer una estrategia jurídica inteligente con miras a un acuerdo entre México y Suiza. Sus propuestas: convertir la casa de Luis Barragán en un museo público con amparo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA) y que los propietarios de las casas diseñadas por Barragán integren un frente común.

Reacción tardía

``Como lo hemos planteado a la Fundación de Arquitectura Tapatía (FAT) y a la Casa-Museo Barragán, cuentan con todo el apoyo del INBA y estamos en absoluta disposición de auxiliarlos.''

Según múltiples testimonios recogidos, cuando la FAT supo que la viuda de Raúl Ferrera había decidido vender el archivo profesional de Barragán y sus derechos de autor por 3 millones de dólares, se dio aviso al INBA para que los declararan monumento artístico y se quedaran en el país. En ese entonces, el arquitecto Juan Urquiaga, quien encabezaba la Dirección de Conservación del Patrimonio Artístico del INBA, le pidió a la FAT un catálogo completo de la obra de Barragán y una lista de los planos que integran su archivo para iniciar las gestiones de su declaratoria como patrimonio nacional. La fundación lo hizo. Pero cuando el INBA reaccionó, el acervo ya había viajado a la galería neoyorquina de Max Protec.

Poco después, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Instituto Nacional de Bellas Artes recibieron la visita de Federica Zanco, directora de la Barragan Foundation, quien venía a informarles que ya habían adquirido el acervo y que desde ahora el gobierno mexicano debía entenderse con Suiza para todo lo relativo a Luis Barragán.

--¿No faltó una iniciativa de México, del Estado, para conservar aquí el archivo y los derechos autorales de Barragán? Se hizo el decreto que convirtió la casa del arquitecto en monumento artístico. ¿Por qué no se declaró así toda su obra?

--Cuando Barragán murió se hizo una propuesta. Y nosotros hemos hecho las propuestas correspondientes de declaratoria de muchas otras de sus obras, pero la emisión final no nos corresponde, pasa por el Departamento Jurídico de la Secretaría de Educación Pública y luego por el jurídico de la Presidencia de la República. Las propuestas que nosotros hemos hecho, no sólo de la obra de Barragán sino de muchísimas otras obras, son tantas que ya perdí la cuenta, pero de ellas, las que llegan a la etapa final son menos y esa decisión no le compete al INBA.

Según informa el arquitecto Jiménez, de las obras de Barragán están propuestas para declararse monumento artístico: La Capilla de las Capuchinas en Tlalpan, las Torres de Satélite --obra concebida junto con Mathias Goeritz--, la Fuente de los Amantes, la Fuente del Bebedero, la Plaza del Campanario, la Casa Prieto, la Casa González Luna y la Casa Cristo, estas dos últimas, en Guadalajara. ``Se han propuesto, pero la declaratoria no ha prosperado'', explica.

``Con o sin declaratoria, nuestra responsabilidad es que la obra de Barragán se conserve en el mejor estado posible''. En ese sentido, comenta la reciente restauración de una casa del arquitecto tapatío en la calle de Nuevo León, emprendida por sus propietarios con supervisión del Instituto Nacional de Bellas Artes.

--Dada la trascendencia de Luis Barragán, ¿no se le puede declarar a él y a toda su obra tal y como se hizo con José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros...?

--La declaratoria de la obra de los pintores obedecía, sobre todo, al temor de que saliera la obra de caballete del país. Pero aquí estamos hablando de la obra arquitectónica, cuyo riesgo de exportación no existe, porque es inamovible y cuyo riesgo de una mala intervención, en el caso de Barragán, es prácticamente inexistente, porque todos los propietarios de sus obras saben lo que vale.

La cultura, más que un acto mercantil

--Sin embargo, ¿no le parece doloroso que si México quiere hacer una publicación, una exposición o la más amplia difusión de la obra de Barragán deba pedir autorización en Suiza o pagar regalías porque nuestro país no tiene los derechos de autor?

--La situación ya era grave desde antes, cuando Raúl Ferrera aprovechó la mala salud de Barragán y lo obligó a firmar documentos, su ambición acabó haciéndole más daño que beneficio a la obra.

``Por otro lado, una declaratoria difícilmente concede los derechos de autor al Estado mexicano, porque son bienes intangibles y la ley sólo contempla los tangibles. Si se hubiera dado la declaratoria quizá no hubiera salido el archivo profesional, pero los derechos de autor andarían por otro lado. Finalmente, Luis Barragán firmó un testamento y le cedió los derechos a Ferrera, ¿alguien le preguntó por qué lo decidió así?''

Jiménez extiende su argumentación. Advierte que no podía declararse patrimonio artístico a toda la obra sin contar con un catálogo completo y preciso, ``que no teníamos, porque Raúl Ferrera no daba acceso a su archivo''. La otra opción era adquirirlo, ``sabemos que se contempló, pero así como desafortunadamente hoy, el Museo de Arte Moderno no tiene los recursos para la adquisición de una obra de Leonora Carrington, el Instituto Nacional de Bellas Artes no tenía los 2 o 3 millones de dólares que se requerían''.

El arquitecto reproduce el diálogo que sostuvo con Federica Zanco:

``Le dije que me parecía bien que si había pagado una cantidad así, buscaran la posibilidad de recuperarla, pero que ojalá y parte del dinero que obtuviesen por esos derechos sirviese para una mejor difusión de la obra de Barragán, para la restauración, la investigación y que no fuese sólo una operación mercantil, sino algo positivo para la cultura mexicana.

``Me dijo que me haría llegar un documento para informarnos qué es lo que el INBA podía hacer o no con la obra de Barragán. Le respondí que yo le haría llegar las observaciones sobre lo que pueden y no pueden hacer ellos, que nosotros tenemos una responsabilidad legal frente a la obra y que la seguiríamos asumiendo.''

Llegar a un acuerdo

Existen muchos factores que deben tomarse en cuenta, advierte el funcionario del INBA: ``todas las obras de Luis Barragán tienen un propietario, en algunos casos, como el de las Torres de Satélite, es el gobierno federal; la Fuente del Bebedero en Las Arboledas es propiedad del municipio de Atizapán y muchas, la gran mayoría de sus casas, son de propiedad privada, pero no todas son exclusivamente de él sino que las hizo en colaboración con otros arquitectos.

``En lo que se refiere a los derechos autorales, en arquitectura la ley no es muy clara. Lo que debemos aprender es a defendernos con las reglas del juego en este momento''.

Así, Jiménez contempla como posibilidad que los propietarios de las obras de Barragán integren una asociación o frente común mediante el cual defiendan los derechos que les corresponden. ``Muy bien, le pueden decir a la Barragan Foundation, tú vas a reproducir las imágenes de la obra en publicaciones, pero tienes que hacer un convenio con nosotros para que parte de los beneficios se destinen al mantenimiento de la obra''.

La FAT, agrega, también necesita más recursos y en este sentido Suiza podría hacer su aportación.

Ejemplifica: una de las obras más bellas, pero también más deterioradas de Luis Barragán, es la Fuente del Bebedero. Después de años de abandono, el Tecnológico de Monterrey, que tiene un campus cercano, ofreció financiar la restauración bajo la supervisión del INBA.

``Lo importante es llegar a un acuerdo'', insiste.

Otra posibilidad, menciona, es crear la figura jurídica idónea para que la Casa-Museo Luis Barragán, ``que la FAT y el gobierno de Jalisco conservan en magníficas condiciones'', funcione bajo el amparo de la máxima instancia cultural del país, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

--Este año es el décimo aniversario de la muerte del arquitecto Luis Barragán, ¿tiene contemplado el INBA realizar alguna actividad?

--Pensábamos organizar una serie de conferencias a finales de año, pero parece difícil por la situación legal. Empecemos por ventilar todo esto.


Adriana Malvido/ V y última Ť Olga Peralta se sumerge en los recuerdos, repasa la vida y la obra de su esposo Armando Salas Portugal, su caminar incansable en busca de los paisajes de todas las regiones de México, sus selvas y costas, sus montañas y ciudades, sus pueblos, sus monumentos y su arquitectura. Es en 1944 cuando el fotógrafo conoce a Luis Barragán e inicia una mancuerna genial que se prolonga durante más de 40 años. La viuda de Salas se detiene en el capítulo de la reciente salida del archivo Arquitectura de Luis Barragán y sus respectivos derechos de autor a Suiza. Asegura: ``Lo vendí por circunstancias ajenas a mi voluntad, hice todo lo posible porque permaneciera en México''.

Hacer todo con intensidad

Como se informó en una anterior entrega de este reportaje, una vez adquirido el archivo profesional de Barragán y los derechos de autor de toda su obra a Rosario Uranga, viuda de Raúl Ferrera --heredero de dichos bienes--, la compañía Fehlbaum de Suiza se dirigió a la viuda de Salas Portugal para comprarle 2 mil 328 negativos, 481 fotografías impresas, ocho fotomurales y 297 transparencias, así como los derechos autorales correspondientes a toda la obra que Salas Portugal realizó sobre Barragán y que contribuyó a darla a conocer en todo el mundo.

``Al momento en que salió de México el archivo del arquitecto Barragán, el de Salas Portugal estaba condenado a seguirlo'', dice.

Olga Peralta cuenta la historia del archivo que se fue, un acervo en el que la cámara del fotógrafo captó la expresión poética de una nueva arquitectura mexicana. ``Armando todo lo hizo con intensidad. Tan importante para él era el Archivo Barragán como el del Mundo campesino o el de Los volcanes, el del Arte barroco o el de La ciudad de México. Antes de morir, ya con limitaciones provocadas por un cáncer, decidió poner en orden su archivo, que consiste de 69 mil negativos.

``Fotografiar era su vida, estudió química en la Universidad de California, en Los Angeles, y eso le sirvió mucho; amaba la naturaleza, era alpinista y explorador sin límites. Fue el cuarto viajero a Bonampak, recorrió la selva del Petén, se metía donde nadie entraba y creo que esa visión estética motivó la relación creativa con Barragán.

``En 1944 expuso en Bellas Artes Paisaje mexicano, donde incluyó 12 fotografías del Pedregal de San Angel cuando nadie, excepto el Dr. Atl y el mismo Barragán, habían tratado ese sitio como sujeto de la plástica. En esa exposición conoció al arquitecto, quien no sólo le compró la serie sino que lo invitó a trabajar con él. A partir de entonces se inició una relación de toda la vida. Se unieron dos genios.''

Quien haya estado en la azotea de la casa de Barragán, un sitio sin tiempo que sólo conduce al cielo, entenderá por qué ``Armando amaba la obra de Barragán. Para fotografiar la terraza-azotea de su casa en Tacubaya se pasó en ella 27 días; para él fue un descubrimiento, un sitio de reflexión y aislamiento. Lo mismo el convento de Las Capuchinas, o cualquiera de las obras registradas que son testimonio de encuentros estéticos. Esa es la Colección Luis Barragán, que a su vez pertenecía al Archivo de arquitectura moderna contemporánea, un acervo muy completo donde están incluidas, por citar un ejemplo, todas las imágenes que usó Fernando Benítez para sus libros sobre la ciudad de México.

Capítulo difícil

``En esos años, los cincuenta, nunca imaginamos que Barragán sería lo que es hoy; tenía una personalidad deslumbrante, pero lo teníamos demasiado cerca para saber lo apreciado que sería en el futuro. Fue un momento bellísimo y de enorme creatividad en México.''

Olga Peralta decide hablar de un capítulo ``dificilísimo para mí''. Cuenta que a poco de fallecido su esposo recibió la primera visita del director del Museo Vitra de Suiza, Alexander von Vegesack. Desde entonces ``fueron casi tres años de negociaciones, porque yo no quería que el archivo saliera de México. Tuve la ayuda generosa de la gente de la Casa-Museo Luis Barragán, de Catalina Corcuera y Andrés Casillas, y les agradezco enormemente todo lo que hicieron para que el archivo se quedara aquí. Después de esos años de reflexión y duda, y en vista de mi situación económica y la del país, decidí vender al referido museo el archivo de negativos sobre la obra de Barragán.

``Fui la primera en sorprenderme cuando la señora Ferrera vendió, pero desde entonces el archivo de Salas Portugal enfrentó grandes problemas, y en una terrible crisis económica como la de México nadie se interesó por un archivo que no es posible explotar cuando los derechos de Barragán ya están fuera, eso limitaba enormemente las posibilidades de este otro acervo".

Un ejemplo de las dificultades que heredó el Archivo Barragán por Armando Salas Portugal 1940-1988 recayó en la publicación del libro Luis Barragán: Obra Completa editado en Madrid en 1995 por el Colegio de Arquitectos de México (CDA) y el Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medios de España. Previa la realización de una muestra antológica de la obra de Barragán con fotos de Salas Portugal, el fotógrafo firmó un convenio con el entonces presidente del CDA, Jorge Gamboa de Buen. En dicho documento queda claro que la venta de 250 imágenes positivas abarcaba en exclusiva su exhibición en España y la edición de un catálogo de la muestra, "restringiendo éste a cualquier intento de uso publicitario o artístico, o bien de reproducción mecánica, digital o electrónica salvo la autorización expresa del autor".

Sin embargo, y sin autorización de Salas Portugal, aquel material se utilizó para ilustrar el libro, que fue reeditado y traducido al inglés, italiano, francés y alemán. Ya viuda, Olga Salas procedió a una demanda que llevó a cabo el abogado experto en derechos de autor, Ramón Obón. El asunto quedó sin resolverse pero tuvo consecuencias.

Valuado por el Brooks Institue of Photography de Santa Barbara California, el archivo no pudo venderse a los suizos en su valor real, sino en 20 veces menos, porque "Vitra argumentó que dichas imágenes ya se habían difundido mundialmente. Fui a Europa a conocer la Fundación Barragán que está en la frontera entre Suiza y Alemania, me dieron la certeza de que iba a ser bien empleado y me encontré con que estaría en excelentes condiciones de resguardo.

"No quería privar al país de las fotos de mi esposo sobre Barragán, entonces me quedé con una pequeña colección de las obras más importantes. Habíamos seleccionado 120 entre Catalina Corcuera, Andrés Casillas y yo, pero Vitra sólo me permitió conservar la mitad. La única condición que puse fue la posibilidad de exhibir en México esa pequeña pero representativa colección, lo que no puedo es hacerlo fuera del país".

Poco antes, el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FNCA) le había otorgado a Olga Salas una beca para la catalogación de todo el archivo que heredó de su esposo.

--¿Se acercó al Estado para que lo adquiriera?

--Creo que no había dinero para eso. El FNCA me apoyó mucho y trabajé con la beca hasta noviembre de 1997 pero se terminó y el dinero que me dio Vitra me ayuda a vivir, pero no es suficiente para terminar la catalogación. Es un archivo que abarca el México de los años treinta a los ochenta. Es un México que ya no existe.

Entrevistado aparte, el presidente del FNCA, José Luis Martínez, da su opinión.

"Jurídicamente, el archivo de Salas Portugal no es patrimonio nacional y por tanto no podríamos imponer que se quedara en México. A partir de la experiencia Barragán-Salas Portugal, pensamos la posibilidad de una cláusula disuasiva en los contratos de los becarios, para que no se exporten los trabajos, pero eso no puede imponerse y en el caso de los archivos es aún más complicado."

Se trata, dice, de archivos del siglo XX y "no hay manera de protegerlos mientras no haya una declaratoria".

Sin embargo, según informó este diario, una vez que cualquier material entra al Archivo General de la Nación, automáticamente se convierte en patrimonio nacional, como es el caso del acervo Hermanos Mayo o el archivo del arquitecto Carlos Lazo.

--¿Tenía el FNCA la posibilidad de adquirir la colección que se vendió a Suiza?

--Nunca se nos planteó. Salas Portugal tenía una beca del Sistema Nacional de Creadores y al morir se nos pidió que quedara en manos de su viuda para continuar la clasificación del archivo. Le propusimos que concursara, obtuvo el apoyo en 1995, cumplió con su cometido y el archivo se abrió al público en la calle de Bucareli. Hasta ahí llegaba la función del FNCA, pero sobre el futuro de la colección no tenemos ninguna injerencia. Cuando me enteré de lo que pasaba traté de disuadirla, pero ya había vendido. Dijo, sin embargo, que le daría copias del archivo a la casa-museo Luis Barragán.

Actualmente, informa Martínez, el FNCA apoya la clasificación de archivos, como el de Héctor García y Walter Reuter o la producción de un CD-ROM del archivo de Mariana Yampolski.

"Queremos que las instituciones públicas tengan acceso a estos archivos mediante un contrato, es decir, que los apoyos que damos ayuden para que esos acervos tengan uso público y se difundan. Tal es el caso de la Audioteca de Radio UNAM".

Más allá de eso, advierte Martínez, no somos autoridad ni tenemos posibilidad de acción legal. "Apoyamos proyectos de creación, pero el autor es dueño de su obra y de los derechos de autor", de lo contario "se desvirtuaría nuestra labor". Con los archivos, se fueron de México los ojos de Salas Portugal y su mirada a la obra de Barragán. Ambos compartían la importancia de ver, de la que hablaba Carlos Pellicer en un poema que al arquitecto le gustaba recordar:

Para los ojos el bien y el mal
nos llegan
ojos que nada ven
almas que nada esperan