Oscar D'León desea grabar canciones de Daniel Santos; hoy, en La Maraka
Fernanda Tapia Ť Tendría 20 años cuando en su carrito recorría las calles de su natal barrio de Antimano en Caracas, Venezuela. Ya le decían Oscár, así, con acento en la a. Y ya también le corría la música por las venas, las ganas se le salían por las manos, que con los dedos llevaban el ritmo golpeando fuerte el volante a manera de cencerro o clave, y a su vez no intentaba ser la del Sonero Mayor en el que llegaría a convertirse, si acaso, emitía guturalmente las onomatopeyas de las cuerdas del bajo acompañando esas canciones de Daniel Santos y su Sonora Mexicana que tanto le gustaban y que surgían persistentes de su cartucho de ocho tracks, porque en ese entonces ni cómo sintonizar La sabrosita, vamos... ni casetes había.
Ahora, recuerda todo esto y nos lo cuenta con complicidad, asimismo confiesa que es su deseo regrabar las canciones de esa producción de Daniel Santos.
Rememora cómo siendo topógrafo -trabajaba en la General Motors- juntó un dinerito para comprarse los primeros instrumentos, fundar grupos o entrarle a los de otros amigos. Pero no fue sino hasta que se enteró que el grupo de base en la cervecería La Distinción brillaba por su ausencia y ahí fue donde Oscár ganó por defaul. Comentó que él tenía un grupo y que con gusto actuarían. El problema es que la mentada agrupación no existía, así que corrió con el percusionista José Rodríguez, pasajero de su taxi con quien había entablado amistad, y manos a la obra... Lo demás es historia: La Dimensión Latina es el primer paso a la fama, vienen Salsa Mayor, La Crítica y por último Oscar D'León y su Orquesta.
Festivales internacionales, reconocimientos y aplausos en cada extremo del planeta: los misteriosos japoneses o los ``fríos'' alemanes no pueden contenerse ante tal estallido de energía en la tarima. Pero la fama también acarrea ``envidias'' como dijera mi tía-abuela y he ahí los roces, las brabatas, los resentimientos. Salsa Mayor le dedica agriamente su Fuimos amigos, Oscar no responde, sólo aclara que él siempre es generoso, que a ese (Leo Pacheco) que tanto lo señala, hasta le regaló un coche y que el mismo Leo lo reconoce en la letra de la canción.
Si Oscar quisiera podría reclamar los derechos de la Dimensión y otros, por tener registros a su nombre pero dice que ``no le hace falta y de ninguna manera lo haría.
Nos colma con su copiosa ``inspiración'' en escena pero nos priva de ella a la hora de la composición, sobre todo por falta de tiempo y ahora dice que emulará en esto a los rockeros, encerrándose un mes al año para componer y grabar varias decenas de temas, en lugar de estar ininterrumpidamente de gira.
Ese ha sido su sino desde el principio, de hecho su primera producción es un L.P. compartido con El Clan de Víctor Mendoza, dado que a él le faltaban temas.
Este sábado se presenta en El Rayo (Av. Ermita Iztapalapa y Tláhuac) y La Maraka (Eje 5 sur y Mitla), y le recomiendo se abstenga un rato de mover el bote y analice con detenimiento las señas de beisbolista con las que Oscar logra una comunicación visual clara y absoluta con su grupo: Toque de cuello y se arrancan las trompetas con La Cadenita, ese comienzo de los alientos da tiempo a que los demás encuentren la partitura y se les unan. Soberbio.
Más impresionantes aún son sus ensayos o pruebas de sonido, ahí el sonero despliega una energía que poco se le ve en la presentación misma, y sea cual fuere su oportunidad no se lo pierda porque en esta gira trae 23 músicos en una emulación a la orquesta de Machito (pero con dos saxos más) y tocan de todo: Swing, Paso Doble, Mambo, Cumbia bien Tocada, Son, Salsa y hasta unas rancheras.