La Jornada jueves 12 de marzo de 1998

ASTILLERO Ť Julio Hernández López

A pesar de que las elecciones de gobernador de Guerrero se realizarán hasta febrero del año entrante, la temperatura política de esa entidad se ha calentado con rapidez.

Un elemento que permite entender los fervores guerrerenses se puede encontrar en el hecho de que aun cuando los comicios serán hasta febrero de 1999, los registros legales de candidatos deberán cumplirse en agosto del presente año, es decir, en menos de seis meses.

Otro dato necesario es el de las cifras electorales oficiales del 6 de julio del año pasado, cuando el PRI consiguió 316 mil 128 votos para sus candidatos a diputados federales (es decir, 46 por ciento del total), contra 292 mil 916 del PRD (42.62 por ciento).

Una clara expresión del elevado número de votos que tuvo el PRD se manifestó en el hecho de que este partido ganó cuatro de las diez diputaciones de mayoría en disputa. María de la Luz Núñez Ramos, ex alcaldesa de Atoyac y ex diputada local, ganó por 37 mil 686 votos, contra 34 mil 572 de su opositor priísta. Pioquinto Damián Huato, que había sido secretario general del PRI estatal durante el gobierno de Rubén Figueroa Alcocer, y luego secretario de Educación en el gabinete del sustituto Angel Aguirre Rivero, consiguió ganar a nombre del PRD con 35 mil 802 sufragios contra 31 mil 499. Alberto López Rosas, hijo del famoso Rey Lopitos, y dirigente como él de movimientos sociales, ganó en Acapulco con 42 mil 385 votos, contra 28 mil 762. Pablo Sandoval, por su parte, ganó también en Acapulco con 39 mil 682 votos contra 32 mil 617.

De los cuatro ganadores de mayoría, sólo Sandoval era militante perredista de años. Aparte de los otros tres personajes victoriosos el año pasado, que estaban más cercanos a la llamada sociedad civil que a la militancia partidista, están hoy las figuras de Jaime Castrejón Díez (ex rector de la Universidad Autónoma de Guerrero, secuestrado en la década de los años 70 por Genaro Vázquez Rojas, y representante de la Coca Cola en la región), y de Zeferino Torreblanca, un empresario y dirigente cívico que en dos ocasiones ha buscado con fuerza la presidencia municipal de Acapulco, aunque las cifras oficiales en ambos casos le hayan asignado una derrota.

La caballada perredista está ndemasiado gorda en Guerrero

Es justamente en este amplio abanico de figuras y posibilidades en donde, irónicamente, hoy radica el principal problema del perredismo. Frente a esas opciones no plenamente sujetas a la ortodoxia del partido del sol azteca, se ha comenzado a alzar el reclamo de algunos cuadros internos, particularmente el senador Félix Salgado Macedonio, reclamando respeto a la carrera de partido y censurando a quienes hoy han dejado el priísmo al que ven condenado a las ruinas y, por ello, prefieren dar el brinco al trampolín del PRD.

El ejercicio de selección en el PRD se presenta como un reto importante, pues nunca como hoy ha tenido el PRD, y los movimientos que llamaríamos genéricamente de izquierda, la oportunidad real de ganar la gubernatura de esa entidad.

A ese buen ánimo ciudadano en favor del PRD ha contribuido el observamiento de la masacre de Aguas Blancas y su estela de impunidad, la caída del gran cacique Rubén Figueroa, la presencia de un gobernador débil como es Angel Aguirre, y la caballada priísta flaca en comparación con la perredista.

La escuálida cuadra tricolor

Así, por ejemplo, en Guerrero la figura de más renombre nacional es el diputado local del Distrito Federal, Netzahualcóyotl de la Vega, quien ha sido diputado y senador en varias ocasiones, y que es líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria de Radio y Televisión. Luego de él, están personajes de talla enteramente local: el senador Porfirio Camarena, líder estatal cetemista; Florencio Salazar (homónimo de un gobernador potosino), coordinador del Congreso estatal; Humberto Salgado, secretario de Gobierno; René Juárez Cisneros, secretario estatal de Planeación; Manuel Añorve, presidente municipal sustituto de Juan Salgado, destituido luego de su vergonzosa actuación en el episodio del huracán Paulina; y el diputado federal Efraín Zúñiga, de quien sus seguidores enarbolan como gran llave maestra la presunta amistad que llevaría con el presidente Zedillo.

Por si la escuálida nómina del PRI no fuese suficiente para darle ánimos electorales al PRD, está el hecho de que en Guerrero hoy no hay un personaje priísta fuerte, pues el anterior, Rubén Figueroa, quedó marcado por Aguas Blancas y se ha enredado en una subterránea lucha por el poder con el actual gobernador Aguirre Rivero, y con el ex gobernador Alejandro Cervantes Delgado.

Hoy, pues, en el PRD guerrerense, la lucha es de verdad por el acceso al poder. Lo peor que le podría pasar es que esa viabilidad se reduzca o acaso cancele por pugnas internas que alejasen a los votantes que no militan en ese partido, pero que están deseosos de una alternativa a los años de priísmo. No está de más recordar los graves obstáculos a los que se enfrenta de por sí la búsqueda perredista de la gubernatura, con el candidato que fuese, pues esa entidad ha adquirido un valor militar estratégico por la presunta presencia del eperrismo en la región. Además, los factores reales de poder (sobre todo el figueroísmo) darán una batalla cruenta (en la que no debe descartarse la violencia política directa) contra quienes están en una cómoda antesala que a su vez es altamente peligrosa para esos intereses creados.

En el análisis final que deberá hacer el PRD para postular su candidato a gobernador estarán elementos como el hecho de que las clases medias urbanas (Acapulco y Chilpancingo) podrían encontrar mejor motivo para votar por el sol azteca si el abanderado combina las características de empresario y no activista de partido como serían Castrejón Díez y Zeferino Torreblanca (se habla de que éste se sumaría a la precampaña en favor del primero).

Como mujer, la diputada Núñez Ramos podría encontrar el rechazo del machismo regional, pero también el apoyo de la mitad del electorado; la esposa de Arturo Martínez Nateras ha hecho una gran labor cuyo punto más alto se dio en la denuncia de la participación de Rubén Figueroa en lo que fue la masacre de Aguas Blancas; además, ha adelantado que de ser postulada y ganar, daría la mitad de los cargos importantes de su gabinete a mujeres.

El senador Salgado Macedonio, por su parte, ha ocupado diversos cargos directivos y de representación y, sin lugar a dudas, es la figura más afamada del perredismo guerrerense, aunque a ese rango de popularidad también contribuyan rasgos de audacia (algunos de sus adversarios hablan inclusive de irresponsabilidad), que le convertiría en un polarizador de las pasiones políticas en aquella entidad.

En fin, cuestión de esperar.

Astillas: Cuauhtémoc Cárdenas Batel tiene toda la razón al precisar que el año en el que sucedieron los hechos narrados en anterior columna fue 1989 y no 1988. Lo dicho por Astillero, como se explica en el primer párrafo de la columna del pasado martes 10, fue el ``relato'' que la cúpula nacional perredista conoció la madrugada del sábado pasado en relación con la eventual candidatura de Ignacio Morales Lechuga. En ese relato se dijo que el ex procurador le propuso a Cárdenas Batel que si reconocía andar ``de fiesta'' y con cierto grado de toxicidad, el expediente se archivaría. Por lo demás, la carta de Cárdenas Batel abunda y fortalece lo dicho (salvo el año) en Astillero...

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