Ya no parece haber duda de la existencia de una guerra de precios en el mercado petrolero internacional. Algunos de los beligerantes tal vez no estén conscientes de ello, pero eso no anula los hechos. No se trata de una guerra entre dos bandos, sino de una competencia por mercados que afecta a todos los exportadores al deprimir más y más los precios de las exportaciones petroleras.
No se trata sólo de lo que se dijo en Venezuela y en Arabia Saudita. Cuando en México se dejan de lado las posibilidades de acción conjunta de los exportadores, y se dice que vamos a seguir aumentando la producción de petróleo, y que no vamos a entrar a la OPEP aunque no esté planteado el punto, se contribuye a una mayor baja de precios, y a un enconamiento de la guerra de precios. No digamos lo que sucede si aumentamos la producción sostenidamente durante dos años pase lo que pase en el mercado.
Cuando se dice que nuestros costos de extracción son bajos, se habla en parte con la verdad, en el sentido de que otras variedades de crudo, con costos mayores de producción, quedarán fuera del mercado antes que los nuestros. Pero sólo en ese sentido, porque nuestro ingreso petrolero seguirá cayendo y porque los crudos del Golfo Pérsico son aún más baratos que los nuestros, y mucho más abundantes, por lo que no podemos olvidar que en la guerra de precios de 1986 perdimos el 10 por ciento de nuestro mercado de exportación.
Lo que más puede afectar a mucha gente es, sin embargo, lo que se haga internamente ante esta situación. Los ingresos se reducen, pero no hay sólo una posibilidad de hacer frente a esto. Hasta el momento, la reforma fiscal se ha quedado para algunos discursos, y la práctica, junto con avisos verbales reiterados, van nuevamente hacia el lado de la tijera presupuestal. No han pasado dos meses desde el anterior recorte, y ya se anuncia el próximo. Se había dicho que la tijera respetaría el gasto social, y se recortó el destinado a la educación. Si el anterior recorte se quedó, supuestamente, en las orillitas del gasto, ahora tendría que penetrar más hacia el corazón, porque las orillas ya se recortaron antes. Además, no se van a quedar los precios en el suelo. A la guerra seguirá le tregua, el armisticio, y los precios se van a recuperar, aunque lo que nos toque del mercado va a depender de la política que se siga al respecto.
Sí hay alternativas a los recortes. Partiendo del supuesto de que se trata de compensar un ingreso disminuido, hay varias posibles medidas:
1. Eliminación de la exención de impuestos a la compraventa de acciones en la Bolsa de Valores.
2. Eliminación de privilegios a ciertos bancos y constructoras de carreteras, por concepto de operaciones de rescate.
3. Eliminación de los subsidios en las tarifas eléctricas a grandes consumidores domésticos y a tarifas de alta tensión.
4. Limitación de bonos, aguinaldos y demás ingresos de altos funcionarios, igualándolos al número de días de salario que reciben los demás trabajadores del Estado.
5. Esto, sin dudar que haya otras fuentes de ingreso que no afecten a la capacidad productiva del país ni a la mayoría de sus ciudadanos.