La Jornada 11 de marzo de 1998

DEMANDAS POPULARES

Organizaciones campesinas, populares y del magisterio, agrupadas en el Movimiento de Unidad y Lucha Popular realizaron una marcha ayer para exigir la derogación de la ley agraria, democracia sindical, rechazo a la carrera magisterial, aumento de 100 por ciento en educación y vivienda, y la desaparición de grupos paralimitares.

Cerca de 500 manifestantes salieron del Monumento a la Independencia a las 11 de la mañana y pararon frente a la Secretaría de Gobernación para entregar un pliego petitorio con sus demandas, y después se dirigieron al Zócalo capitalino, en donde realizaron un mitin.

Los maestros de la sección 18 del SNTE exigieron incremento salarial de cien por ciento y democracia sindical, y rechazaron la privatización de la educación. Los grupos campesinos pidieron derogar las reformas al artículo 27 constitucional, respetar los acuerdos de San Andrés firmados por EZLN y gobierno, y desmantelar a los grupos paramilitares.

Por su parte, los manifestantes de las zonas urbanas exigieron vivienda y la cancelación de las órdenes de aprehensión que aún existen contra siete integrantes del Frente Popular Francisco Villa. (Angélica Enciso).


Salvador Guerrero Chiprés, enviado, y Luis A. Boffil, corresponsal, Mérida, Yuc., 10 de marzo Ť La muralla del ``castillo de naipes'' del secretario general saliente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Humberto Dávila Esquivel, se derrumbó frente a él.

El contingente de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) consiguió penetrar a dos metros de distancia de la tribuna donde él empezaba su mensaje de bienvenida, después del intercambio de jaloneos, golpes, patadas, gritos, sillazos, y de que en el ambiente inaugural del 16 Congreso Nacional Ordinario regresara ``la cíclica confrontación'' entre las dos principales voces del sindicato, institucionales y disidentes.

El dirigente, que aseguró tener ``todas las barajas sobre la mesa'', que en el reciente congreso nacional de Veracruz presumió haberse cobrado ``venganza'' contra los mentores de corrientes distintas, que adelantó transparencia y pluralidad como características de este congreso, llamó a los disidentes ``destructivos'' y ``provocadores''. En conferencia de prensa posterior los acusó de ser parte de ``intereses particulares y de grupo, ajenos al sindicato''.

Fue recibido con gritos de ``Dávila, traidor, vendiste al profesor'', mientras los institucionales, 2 mil 49 delegados, entre el azoro y la incondicionalidad, casi ahogaban al concentrado y localizado rugido de la protesta de 120 trabajadores de un total que será, a lo más, de 600 delegados.

Desde todos los puntos los institucionales les gritaban ``fuera, fuera'', o aplaudían las afirmaciones de Dávila acerca de un sindicato que, según la expresión del dirigente, es ``incluyente y muy respetuoso... tienen que entender que en un sindicato democrático decide la mayoría''.

El gremio con clase, según el slogan de Dávila visible en el letrero dispuesto detrás y arriba del presidium, dio una lección del resultado que tiene en la vida de ese sindicato el desmantelamiento de los puentes de comunicación, y la ``tensión acumulada por afrentas y un diálogo y tolerancia simulados'', manifestaron Emilio Mejía y Noé García, dirigentes de Fracciones Democráticas. El diputado perredista Alonso Raya, dirigente de Nuevo Sindicalismo, había expresado poco antes de la trifulca: ``Hay que entender que ya se acabaron los tiempos de que el que no se mueve no sale en la foto'', lo decía en broma, aludiendo al proceso de sucesión.

Integrantes de ambas expresiones observaron el desarrollo de la escena sin descalificarla ni respaldarla.

Desde temprano los ánimos se caldearon. Afuera del Poliforum Zamná, el grupo de la CNTE, aún incompleto, desafió las barreras metálicas y de guardias de seguridad para entrar al recinto donde se inauguraría el congreso.

Desde uno de los túneles de ingreso al inmueble los gritos de ``escuela por escuela, zona por zona, el maestro exige ya democracia y más salario'', así como el de ``charros del SNTE, la cuenta está pendiente'', comenzaron el derrumbe de la apariencia de cordialidad aplicada sólo para los institucionales.

Los 120 delegados efectivos de la sección nueve comenzaron a agruparse. El dirigente de la sección 57 de Yucatán, José Gabriel Peniche Ferreiro, aseguraba: ``El tiempo de la unanimidad ha pasado en el SNTE'', y su imagen era repetida por 16 pantallas conjuntadas.

Las porras promovidas por el maestro de ceremonias, el abanderamiento y desfile de una escolta de altas yucatecas en sus tradicionales ternos o hipiles, el saludo al gobernador Víctor Cervera Pacheco y los alargados abucheos dedicados a la representación de Michoacán y el Distrito Federal, antes de la presencia de los disidentes, desaparecieron para dar lugar a un clima de expectación, en la mayoría, agresión abierta de un sector de institucionales y de franca confrontación en la CNTE.

``Avanzar, avanzar en la lucha sindical'', gritaba la representación disidente en uno de los márgenes del edificio. Al tiempo de expresar la consigna ``este puño va a tirar, a tirar, el charrismo sindical'', desde la punta del grupo, el maestro Gonzalo Martínez Villagrán se lanzó hacia el presidium con la intención, había dicho, de ``exigir el uso de la palabra'', demandar la presentación de dos maestros desaparecidos en los últimos cinco meses y reclamar que no estuviesen presentes disidentes de Sinaloa y el Valle de México a quienes no se permitió registrar en la planilla.

Del extremo derecho surgió una columna de institucionales que se dirigieron contra la avanzada del ex secretario general de la sección nueve para impedirle el paso.

Al empezar el forcejeo, una pequeña explosión de movimiento expandió su onda en el centro del Poliforum.

Comenzaron a jalonearse. Llovieron insultos, abundaron manotazos y algunos maestros alzaron sillas y hubo quienes las arrojaron. Dávila Esquivel veía la escena y afirmaba: ``El SNTE permite expresar opiniones a todos... evitemos actos de destrucción...ante este ambiente de fiesta defendamos al SNTE''.

La disidencia le gritaba: ``Quiere llorar, quiere llorar''. Un grupo de mentores protegía al dirigente nacional. Abajo de él las macetas que rodeaban el presidium eran destruídas por los pisotones de disidentes e institucionales.

La CNTE reclamaba ``luchar, vencer, las bases al poder''. Lanzaba: ``Dávila Esquivel qué sucio es tu papel''. El dirigente se pasaba nerviosamente el dorso de la mano por la barbilla, se concentraba en la observación de los disidentes y desatendía el breve mensaje del gobernador, quien con la gritería a un lado alzaba la voz a todos sus decibeles: ``Que se discuta dentro del orden, dentro de las ideas''.

A punto de coincidir la salida del gobernador con el grupo de la CNTE, una nueva muralla de institucionales cubrió la rápida salida del mandatario.

En conferencia de prensa en el hotel Hyat, Dávila Esquivel dijo que la petición de la CNTE sobre sus profesores desaparecidos no podía presentarse en ese espacio. Además: ``Si esa fuera nuestra actitud no desapareceríamos a dos sino a 120 y se acabaría el problema ¿no?''.

En un hotel de cuatro estrellas menos, Martínez Villagrán aseguraba que lo sucedido era resultado de la preferencia de Dávila por cerrar las puertas antes que atender políticamente a otras expresiones magisteriales: ``La violencia no es nuestra, es de ellos que no permiten la expresión de maestros democráticos. No hubiéramos actuado así si no nos hubieran provocado''.

Entre los reporteros se dejó correr la especie de que en el SNTE se habían autorizado 200 mil pesos ``para apoyar a la prensa''.