ASTILLEROx Ť Julio Hernández López
En Chihuahua ha quedado como candidato priísta a gobernador el personaje que de antemano había sido señalado como favorito de Los Pinos, Patricio Martínez, y como gran derrotado apareció Artemio Iglesias, el dinosaurio norteño que presumía de contar con el control pleno de la estructura priísta de aquella entidad.
Patricio Martínez fue presidente municipal de Chihuahua, cumplirá 50 años el próximo 17, es contador público egresado del Tecnológico de Monterrey y, según fama pública en aquella entidad, es bien visto por el presidente Zedillo. Dadas las divisiones y enfrentamientos del panismo chihuahuense, Martínez tiene una buena oportunidad de recuperar para el priísmo light el gobierno hoy ocupado por Francisco (Pancho) Barrio Terrazas.
La trascendencia de la postulación de Martínez llega, sin embargo, hasta la propia elección presidencial del año 2000, pues a la vista de la amistad personal, y de las alianzas que pudiesen ya estarse tejiendo, el zedillismo no vería mal que Pancho Barrio fuese candidato panista e inclusive ganador de la histórica contienda en la que el actual Presidente pasaría a la historia como el primero en abrir el sistema político a una verdadera democracia en la que ganara un partido distinto al PRI.
Barrio perdió en el PAN, pero ¿ganó en el PRI?
Un dato esencial es que en las convenciones panistas perdieron los candidatos cercanos a Pancho Barrio para gobernador del estado y presidente del municipio de la capital. En el plano estatal ganó Ramón Galindo, presidente municipal de Ciudad Juárez, perteneciente a un grupo adverso al de Barrio. En el caso de la ciudad de Chihuahua ganó Guillermo Villalobos Madero, que tampoco era el gallo del gobernador.
En aquellas tierras norteñas se dice entre bromas y seriedad que la única candidatura que ganó el gobernador Barrio fue la del PRI, donde era conocida su postura amable para Patricio Martínez. La cercanía política de Barrio con el presidente Zedillo hace correr allá la versión de que en realidad hay un pacto entre ambos personajes para que el candidato de Los Pinos, Patricio Martínez, gane las elecciones.
Tal pacto le permitiría a Barrio que no llegase a la gubernatura su férreo adversario Galindo, sino un priísta light como es Martínez. Hay inclusive el rumor de que el triunfo de Martínez se habría dado enviando grupos de panistas a votar en favor de este aspirante y no de Iglesias, a quien le habrían dado una sopa de su propio chocolate marca mapache, y cuya eventual postulación habría aumentado las posibilidades de triunfo del incómodo panista Galindo.
Las especulaciones llegan, inclusive, a niveles en los que se habla de un natural entendimiento entre Barrio y el presidente Zedillo, que llevaría al primero a garantizar al panismo que, de hacerlo candidato presidencial, contaría con menos obstáculos y enconos e, inclusive, con una predisposición a reconocerle su eventual victoria, y al segundo a avanzar en la exploración de la idea del pase a la historia que daría al actual mandatario el aceptar su relevo por un personaje ajeno al priísmo.
Réquiem por la Cocopa; nacimiento de la Cocopri
Ayer, Mariano Palacios Alcocer anunció el más duro golpe hasta ahora dado (acaso mortal) a la Comisión de Concordia y la Pacificación (Cocopa) y, en su lugar, anunció la creación de la Cocopri.
El golpe técnico con el que se ha dado por políticamente agónica a la Cocopa fue acordado la víspera en Bucareli por el secretario de Gobernación, Francisco Labastida Ochoa, los líderes de las cámaras de diputados y senadores, Arturo Núñez y Genovevo Figueroa, respectivamente, y el líder priísta Palacios Alcocer. El ajuste final se dio en una reunión entre el queretano y el coordinador gubernamental para el caso Chiapas, Emilio Rabasa Gamboa.
La arremetida final contra la Cocopa consiste en despojarla de su materia natural de trabajo y colocarla bajo la sospecha de inutilidad manifiesta. El inicio de la ofensiva labastidista contra la Cocopa se dio con aquel manoseo gubernamental de una ``segunda iniciativa'' y con el desliz de esa comisión al aceptar ``discutir'' los términos de una nueva formulación de la iniciativa de reformas constitucionales.
Ahora, sin embargo, la dupla Gobernación-PRI llegó más lejos, al anunciar que una comisión de diputados y senadores ayudará al gobierno a la redacción de una iniciativa en materia indígena. Tal plan-teamiento significa el retiro virtual del partido tricolor de la Cocopa, pues al romper el compromiso de acciones conjuntas por consenso, tal comisión no tiene sentido. Palacios Alcocer dijo que con la creación del grupo de legisladores priístas se trata de pasar de una situación de ``estado inerte'' a uno más activo en la búsqueda de la paz en Chiapas.
Tal ``estado inerte'' ha sido, sin embargo, provocado justamente por el gobierno federal, que le quitó toda legitimidad a la Cocopa al descalificar la propuesta original de reformas constitucionales que, a pedido del gobierno y del zapatismo, había redactado tal comisión.
Con el anuncio de la Cocopri, sin embargo, los signos para Chiapas son altamente negativos pues el aparato gubernamental se está instalando en un callejón cuya única salida serían las armas.
No es suficiente, como casi todo mundo entiende, con que el gobierno y el PRI se pongan de acuerdo para presentar una iniciativa de reformas ante el Congreso pues, para empezar, nada garantiza que tal propuesta obtenga mayoría en la Cámara de Diputados (es más, la obstinación en hacer una propuesta unilateral, priísta, parecería más un gesto hacia los tendidos europeos, diciendo que el gobierno ya cumplió enviando la citada iniciativa, que un intento serio de que prospere en el Congreso) pero, concediendo que tuviese aprobación de diputados y senadores, y por tanto adquiriese el carácter de coercitividad que corresponde a toda ley, ¿cómo le haría el gobierno para hacer cumplir ese texto presentado por la Cocopri y aprobado por mayoría de votos en San Lázaro y en el Senado? ¿Estará plenamente dispuesto el gobierno a hacer valer todo el peso de la ley frente a quienes no aceptasen los términos de una nueva ley?
A veces parecería que en las alturas se juega con fuego y que, ese fuego, se concentra en impensables callejones...
Astillas: En Zacatecas hubo cambio de presidente del PRI. Salió el senador Guillermo Ulloa, quien llevaba largos años representando los intereses del gobernador Arturo Romo, y entró Pedro de León Sánchez, a quien se identifica como cercano al ex gobernador Genaro Borrego. De León ha sido gobernador, presidente municipal y diputado federal en aquella entidad. La designación de De León reafirmó la especie que circula allá de que el actual director del Seguro Social tiene los controles del priísmo zacatecano y que los está manejando de una manera excluyente respecto a los grupos del gobernador saliente, Romo, y de José Bonilla Robles, líder nacional de los pequeños propietarios, que fue aspirante fuerte a la candidatura que finalmente quedó en José Olvera. Por cierto, y como si faltaran datos para confirmar el predominio borreguista, Olvera ha nombrado como responsable de comunicación social de su campaña a quien tuvo tal responsabilidad en el gobierno de Borrego, Sergio Candelas... ¿Cómo no realizar el congreso nacional de los maestros en Mérida, si el gobernador Víctor Cervera Pacheco se ha revelado como todo un maestro de la política, un ejemplo de priísmo, un aliado hasta el año 2000? ¿Cómo explicarán tales maestros congresistas a sus alumnos que los postulados maderistas y la lucha antiporfirista de nada sirvieron en una entidad donde un mismo hombre lleva más de seis años gobernando y espera completar un decenio?
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