La Jornada 10 de marzo de 1998

Es un gusto que a estas alturas yo sea capaz de cambiar: Saramago

César Güemes, enviado/ II, Guadalajara, Jal., 9 de marzo Ť En efecto, don José Saramago se va pronto para Chiapas con la intención de participar en lo que será el nuevo libro del fotógrafo Sebastián Salgado. Se va, pues, pero antes habla de lo que ha sido la maduración de su trabajo como escritor y de cómo, sobre todo con su experiencia, siempre es posible el cambio.

--Entre La tierra del pecado y Todos los nombres, la más reciente novela que tenemos de usted, publicada por Editorial Alfaguara, ¿siente que su manera de concebir al género de novela ha variado considerablemente?

--Sí, son dos mundos del todo distintos. La tierra del pecado es una novela que en el fondo resulta mucho más de sedimentaciones de lectura. Date cuenta que yo escribí eso a los 22 años, en 1944, es decir hace una eternidad. E incluso no tenía ese título. Se llamaba al principio La viuda. Pero el editor dijo que no era un título comercial, que le pusiéramos otro nombre. Fue él quien inventó eso del pecado. A esas alturas, en el 44, un joven de 22 años como era yo, si no sabía mucho de pecados tampoco sabía mucho de viudas. Esa, entonces, es una novela primera. Es decir, uno hace sus lecturas y a la hora de escribir éstas salen, aun cuando no se esté haciendo ni copia ni plagio. Se escribe a partir de lo que se ha leído y no de lo vivido. Pasados estos 50 años es inevitable que mi mundo ha cambiado, mis conocimientos y mi apreciación de todo, de la cultura, de la historia, del tiempo, es otra.

"Y diría más: El evangelio según Jesucristo aparece en 1991, y ahora puedo decir que en ese momento yo era demasiado joven para escribir Ensayo sobre la ceguera; y cuando hice ésta, era muy joven para hacer Todos los nombres. Eso significa que hay un proceso de maduración que tiene que ver con muchísimas cosas, porque cuando terminé El evangelio según Jesucristo me dije que más que eso era imposible para mí. Y me lo repetí al terminar Ensayo sobre la ceguera. Y otro tanto cuando finalicé Todos los nombres. Cuando digo que era demasiado joven para realizar tal o cual obra, es porque así fue. No me pregunto cuál es la diferencia entre personas que tienen 71, 73 y 75 años de edad, cuando parece que ya no hay ninguna distancia porque son todas personas grandes. A pesar de eso yo digo que a los 71 no podría haber hecho lo que hice a los 75. Por tanto, lo que pasa en la cabeza de uno no tiene que ver sólo con el hecho de saber cómo se construye una novela o con buscar soluciones narrativas sorprendentes, sobre todo porque la sorpresa es algo muy narrativo. Si nos preguntáramos si se puede cambiar internamente de dos en dos años, yo pensaría que sí.

Buscar lo esencial del hombre

``Me gustaría dar un ejemplo. Entre Memorial del convento y El evangelio según Jesucristo yo me sentí, no entonces sino ahora, mirándome cuando lo hacía, como si estuviera describiendo una estatua: la frente, el cabello, la nariz, el mentón. Y le diría a la gente: miren qué hermosa estatua. Pero a partir de Ensayo sobre la ceguera me preocupa mucho más la piedra de que está hecha la estatua que la estatua en sí misma. Por eso mi estilo siento que se volvió menos retórico, menos barroco que en Memorial del convento. Tengo que decir que es un gusto que a estas alturas yo sea capaz de cambiar. Me gusta muchísimo eso. Y sobre todo cambiar en una dirección que para mí es la importante ahora: buscar en el ser humano lo que es esencial. Ensayo sobre la ceguera aborda la privación de la vista, que en el fondo se vuelve muy claro que la ceguera ahí es la metáfora de la sinrazón, al igual que en Todos los nombres la pregunta es quién es el otro, quién eres tú o tú. No lo sé del todo. Esa necesidad de saber quién es el otro, como una forma de llegar a conocernos a nosotros mismos, es lo que me ha llevado a escribir Todos los nombres. Mi narrativa, en ese sentido, se ha vuelto menos complicada, se ha hecho más seca o más directa. Pero los cambios verdaderamente importantes tienen que ver con la diferencia de enfoque."

--¿Una variación del punto de vista o una diferencia en cuanto a la profundidad del campo visual, como se usa en el cine?

--No es tanto del punto de vista, porque eso todavía es un poco estático. Sí me refiero al foco que se queda en la superficie o va más adentro. En mi caso creo que estoy en camino de ir más hacia dentro de lo que le sucede a los personajes que aparecen en mis novelas.

--De Sebastián Salgado prologa el libro Terra, que trata justo de los sin-tierra, los desposeídos de un bien que les resulta esencial para la existencia. Hable sobre un proyecto como ése en el cual el libro pasa, mediante la cesión de derechos, a convertirse en algo muy tangible como es una obra de beneficio para la comunidad. La incidencia en la vida cotidiana es mucho más visible.

--Sí la hay, pero de todas formas atención: un día Sebastián Salgado me llevó a Lanzarote las fotos. Estuvimos mirándolas y me dijo que le gustaría que yo participara en eso, a lo cual dije que sí. ¿Pero cómo? ¿Hacer un prólogo describiendo la fotos y decir que Sebastián las había logrado muy bien o añadirle una especie de nueva foto? Me incliné por lo segundo, hacer una nueva foto en el prólogo con un punto de vista doble, el que enfoca la realidad de las imágenes y el que enfoca a las situaciones cercanas a las que las imágenes señalan y que yo conociera por experiencia propia. Claro que es indispensable en todo esto la imaginación. Por tanto, para hablar de eso tuve que hacer otra historia. Esto quizá venga a decirnos que el uso de la alegoría parece que se está volviendo necesario en la literatura. Para volver a Ensayo sobre la ceguera estaremos de acuerdo en que es una alegoría. Parece, pues, que ya no es suficiene para las personas el conocimiento obvio y directo de las cosas, porque nada es más obvio que la presencia real de la persona en un determinado lugar y en un momento específico. Eso es lo que hace la fotografía, como lo hace la televisión.

``De pronto parece que tuviéramos toda la información que se puede tener y que se puede querer tener, pero finalmente me sorprendí cuando algunos lectores de Ensayo... me dijeron que no habían podido aguantar la lectura de corrido, que tenían que parar y volver a ella después, porque el mundo que se describe ahí es horrible. Yo les decía que era algo muy extraño, porque cómo soportaban la realidad y no soportaban la lectura de un libro que después de todo no es más que manchas de tinta sobre papel.

Probable, hacer otro libro con Salgado

``Esto me lleva a pensar que la alegoría es más necesaria hoy para hacer que la gente vuelva a pensar sobre las cosas. Entonces, ese trabajo con Salgado ha sido en el fondo un ejercicio sobre esto que digo: no es necesario decir algo más allá de la realidad, porque eso es imposible, pero sí es indispensable iluminar lo que se ve con una luz distinta. Es lo mismo que pasa cuando estamos ante un cuadro, si la luz pasa rozándolo, éste cambia. Sabemos que el cuadro es uno nada más, pero que la manera de iluminarlo efectivamente hace que se vean distintas las irregularidades del pincel o de la tinta. De modo que lo necesario es iluminar las mismas cosas de siempre pero con una luz novedosa.''

--¿Qué tan cercana es la posibilidad de que usted y él hagan ahora un libro sobre lo que sucede en Chiapas?

--Bueno, Sebastián está en Chiapas. Me llamó a casa para decirme que podemos repetir la experiencia de Terra. De modo que es muy probable que yo escriba algo que ya no será sólo sobre las fotos de Salgado, sino sobre mi propia experiencia ahora que acuda a Chiapas.

--¿Desde Lanzarote, España, le preocupa Chiapas?

--Me preocupan Chiapas y Argelia y todo aquello que tiene que preocupar a la humanidad. Es decir, no tengo un carácter morboso y masoquista, pero no puedo cerrar los ojos a lo que está pasando. Además, lo que pasa en este momento es algo que ya no entiendo.