La Jornada 10 de marzo de 1998

Por la grandeza de México, Acteal resonó en el orbe: Felipe González

Luis Hernández Navarro/ II y última Ť Felipe González, ex presidente de España y ex secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), se niega, rotundamente, a hablar de la violencia etarra -``he sufrido mucho como presidente del gobierno y casi nunca tuve menos de 13 muertos por año''- y, a cambio, se lanza sin titubeos cuando se le menciona a México: ``Vive (nuestro país) un doble proceso de transición. Uno lleva a la organización del pluralismo, la realización de la democracia. Otro lleva a la integración en la economía global. Los vive al tiempo... y es un desafío apasionante''.

La conspiración

-Cambiando de ubicación: ¿hubo o no complot para echar del gobierno a Felipe González?

-Bueno, yo creo que esta historia empieza ahora a conocerse. Depende de lo que se entienda por complot. Estas son cosas muy curiosas. Si uno va a un diccionario de esta lengua que compartimos, y dice qué significa la palabra conspiración, todas las acepciones que aparecen en el diccionario se parecen mucho a estas cosas que hemos vivido. Parece que las retratan. El gobierno dice: conspiración la de Fernando VII -yo creía que había una más próxima, la del 23 de febrero del 81-. Da igual. Por qué jugar con las palabras.

``No me gusta -y sobre todo para fuera de mi país- hablar de problemas de mi propio país, me cuesta trabajo. Cuando oigo, como he oído, al vicepresidente del gobierno calificar el periodo anterior de gobierno de anormalidad democrática, lo que me preocupa no es que el fragor de la batalla política lleve a decir cosas de esa naturaleza, lo que me preocupa de verdad es que es muy probable que lo piense. Porque si lo piensa su razonamiento tiene que nacer de algo que para él es verdad, y que en términos históricos supondría que, lo que para él ha sido normal se rompe durante un periodo. Y hay que decir que si eso que se llama normal se acepta como lo habitual, no le falta razón. Los últimos veinte años de España son una excepción en la historia del siglo XIX y del siglo XX. Son un periodo no habitual. Es la anomalía, más que la anormalidad. Y la anomalía de este periodo consistía en que la gente votaba lo que le daba la gana, aunque alguna parte de la sociedad española creyera que era un error votar lo que a uno le da la gana.

``Cualquier observador considera que es un periodo de la historia de España que es una especie de primavera democrática. Que ahora quien nos gobierna piense que era anormal me puede explicar que tratara, de alguna forma, de superar esa anormalidad''.

-¿Hay un talante autoritario en la derecha española?

-Eso sería calificar, y la calificación es siempre objeto de debate. No lo quiero calificar de autoritaria o no autoritaria, lo que me preocupa es la inaceptabilidad de un voto que se dirige libremente a uno o a otro.

``No sé si eso es un carácter autoritario o no autoritario. Yo recuerdo unos artículos del presidente de gobierno que la gente no conoce, son del año 79, cuando llamaba contra la abstención o llamaba al voto decía: tienen que ir a votar y, además, tienen que votar algo que no sea esto ni esto, para evitar los sufrimientos que tuvimos en la primavera del 36, o los que tuvieron que vivir los chilenos porque la gente estaba en Viña del Mar y no votaba, pasó lo que pasó. Y no me atrevo a llamarle autoritario. Simplemente creo que las convicciones democráticas tienen que dar un paso más. Tiene que ser aceptable, y es la esencia de la democracia, la derrota. Para mí el 3 de marzo del 96 la derrota fue aceptable''.

Política española

-¿Significa esto que el PSOE no debe de hacer una política de oposición sino una política de generar iniciativas de gobierno aunque esté en la oposición?

-Esa es la oposición. La oposición que mejor entienden los ciudadanos, la que más comprenden, la que nos llevó a tener la mayoría fue aquella oposición que le hizo comprender a los ciudadanos que nuestra actitud era construir país. Que hay que hacer una crítica de los errores del gobierno: si fuera posible de todos, y no nos da tiempo.

-Sin embargo, las encuestas siguen colocando al Partido Popular por arriba del PSOE a pesar de ser gobierno, a pesar que tendría que haber vivido un proceso de desgaste.

-Al contrario. Lo sorprendente es que no hayan despegado durante el primer año de gobierno con una coyuntura económica tan buena. No soy un apasionado de las encuestas pero me gusta divertirme. Nunca me ha preocupado mucho el más menos dos por ciento, la contabilidad, como si uno pusiera una tienda de comestibles y tuviera que estar calculando en caja. Una semana antes de las elecciones que perdimos, la diferencia menor en las encuestas era de diez puntos, y quedó en un punto y 300 mil votos. Eso era lo que decían las encuestas. No las creía, pero era casi el único que no las creía. Ahora le digo la gran paradoja: las creo. No estamos a diez puntos de diferencia sino a cuatro y terminamos a uno. Tenemos una gran oportunidad de ganar.

-Julio Anguita, de Izquierda Unida, afirmó que la teoría de la conspiración busca tapar el asunto de los Gal. ¿Qué hay de cierto en esto? ¿Hasta dónde este asunto ha dañado a Felipe González?

-Es la misma tesis que comparten todos los que estaban allí. Lo dicen con las mismas palabras. Responden no con el mismo razonamiento -que podría ser una perfecta coincidencia- sino con las mismas palabras. No es el fondo lo que los une, es la forma.

-¿Hasta dónde la política de Aznar hacia ETA ha fortalecido la interlocución de ETA y, al revés, hasta dónde los atentados de ETA han fortalecido la imagen del Partido Popular como un partido víctima?

-No voy a hablar de terrorismo. He sufrido mucho como presidente del gobierno por eso y casi nunca tuve menos de 13 muertos, quizás un año hubo 12. Por lo tanto, algo ha cambiado para que todo mundo me pregunte por este problema a mí y a todos los líderes españoles. Hace tres años esa pregunta prácticamente no existiría.

La doble transición mexicana

-Felipe González tuvo una larga relación con México, el PSOE tiene una larga relación con distintos actores políticos del país. ¿Cómo ve Felipe González la transición mexicana?

-Yo no soy parcial con México, y además soy exquisitamente prudente. Las dos cosas. No soy imparcial, en el sentido de que algunos sentimientos me unen a México. Tiene mucho que ver con la historia de mi país y con lo que ocurrió. Por eso me produce irritación hacer análisis simplistas de lo que sucede en México, sin acercarse a la tremenda complejidad. Que si hay algo políticamente complejo, es México.

``Dificilísimo de desentrañar. No soy capaz de pronunciarme. A bulto veo dos cosas que sí me parecen representativas y significativas. Las dos son desafíos de primerísima magnitud que me encantaría que México ganara. México vive un doble proceso de transición. Uno lleva a la organización del pluralismo, la realización de la democracia. Otro lleva a la integración en la economía global. Los vive al tiempo. No es uno para mañana y el otro para después, ordenadamente como uno quisiera. México está en un doble proceso de transición que es un desafío apasionante. ¿Cuál sería la pregunta que yo me haría?, y me la hago con mi propio país: ¿Qué México quiero para el siglo XXI?''

-¿Tiene la transición española algo que enseñarle a la transición mexicana? ¿Puede servir como modelo de referencia?

-Modelo no. Lo que hay que aprender en las experiencias que puedan ser compartibles, probablemente son los errores que no hay que cometer, los riesgos de estos procesos de cambio, además de los aspectos positivos. Un modelo, no. Nunca se puede decir que hay un modelo que se traslada. Realmente los pueblos son muy distintos, y como su personalidad es distinta lo único que podría ocurrir es que hubieran algunos elementos de sustancia sobre los que se pudiera reflexionar. El pluralismo democrático se fundamenta en la aceptabilidad de la derrota. Si el sistema no lleva a una participación con equilibrios de oportunidades razonables, como para hacer aceptables las derrotas, el sistema ha ganado. Eso es verdad para cualquiera.

-México saltó a las primeras planas de la prensa internacional en diciembre del año pasado, a raíz de la matanza de 45 indígenas en Acteal, ¿qué reflexiones provocó?

-Eso siempre crea una tremenda conmoción. Vivimos en esa globalización mediática que genera impactos.

``México tiene la grandeza de que una cosa así es una noticia explosiva y que preocupa. Situaciones muchísimo más graves en otras latitudes no merecen portadas de periódico, o no llegan a pasar esas barreras de la comunicación. Algunos pensarán que es una desgracia para México. Por eso digo: tiene la grandeza de que la gente espera que eso no ocurra. Donde espera que ocurra, pues le parece normal. No le parece al mundo normal. México suscita una esperanza que otros no suscitan''.

Mirando hacia delante

-¿Cuál es el futuro de Felipe González?

-Es todo presente. Voy a cumplir 56 años. Algunas veces inquieto a mis adversarios porque saben que no tengo edad para hacer memorias pero tampoco para perderla. No estoy en la parrilla de salida de nada.

``Estoy lleno de júbilo.Tengo 30 años haciendo de mi vida, fundamentalmente, lo que me siento obligado a hacer. Ahora tengo la oportunidad de hacer cosas que quiero hacer. Esto me da un sentimiento de libertad. No lo entienden mis adversarios. Con esta obsesión que tienen conmigo, como no creen que vaya a salir de la arena, me están provocando para que vuelva. A lo mejor se ponen muy nerviosos si se lo dicen''.

-Dice Felipe González que conserva la memoria: ¿qué queda de Isidoro (su seudónimo en los días de la clandestinidad y la lucha antifranquista) en Felipe González?

-Casi todo, casi todo.