PRINCIPIO EL FESTIVAL DEL CENTRO HISTORICO
Pablo Espinosa Ť El presencia del jefe del Ejecutivo federal, Ernesto Zedillo Ponce de León, y del titular de gobierno de la ciudad de México, Cuauhtémoc Cárdenas, el barítono siberiano Dmitri Hvorostovsky y la soprano estadunidense June Anderson protagonizaron una gala operística con la que se inauguró anoche, en el Palacio de Bellas Artes, el XIV Festival del Centro Histórico.
En los palcos adjuntos al presidencial estuvieron los secretarios de Relaciones Exteriores, Rosario Green, y de Educación Pública, Miguel Limón. También asistieron el presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Rafael Tovar; el rector de la UNAM, Francisco Barnés de Castro, así como funcionarios culturales federales y del gobierno capitalino.
En breve ceremonia de inauguración, el director del Festival del Centro Histórico, Roberto Vázquez, dirigió unas palabras de bienvenida y gratitud. Resaltó el distintivo de esta celebración anual: la convivencia de espectáculos artísticos de alta calidad con la belleza de los recintos. Y un fin ulterior: el rescate de inmuebles que constituyen el patrimonio arquitectónico del corazón de la ciudad de los palacios.
``En esta tarea --remató Vázquez-- mucho se ha hecho, pero falta otro tanto por hacer. Esperamos que llegue el día en que el Festival del Centro Histórico no sea ya parte de un proyecto de salvamento arquitectónico, sino, finalmente, la celebración de un patrimonio plenamente rescatado''.
La gala de ópera que integró la primera de las 19 jornadas que constituirán el Festival del Centro Histórico inició con la versión más afinada y musicalmente lograda de la partitura de don Jaime Nunó: el Himno Nacional, a cargo del conjunto instrumental La Camerata --dirigida por Enrique Diemecke-- convertida en tremendo trabuco, merced al reforzamiento de sus filas con muchos de los mejores atrilistas extranjeros que militan en las orquestas mexicanas.
La noche fue, sin duda, de Dmitri Hvorostovsky: desde su primera aparición, cantando el aria Ernani involami...Tutto sprezzo, de la ópera Ernani, de Giuseppe Verdi, puso a vibrar los mármoles del palacio de marmomerengue con una emisión vocal sumamente potente, pero al mismo tiempo plena de riqueza de matices, poder dramatúrgico y delicadeza expresiva, cualidad que dejó manifiesta en ese gran mural canoro que significó el momento más bello musicalmente de la velada entera: cuando el barítono siberiano cantó, en ruso, por supuesto, el aria ¡O, Marija, marija!, de esa rareza operística de Piotr Ilich Chaikovski titulada Mazzepa.
La soprano June Anderson mostró su dominio en las notas elevadas en diversos pasajes de Bellini y Thomas, para al final del programa, en el primero de los tres encores, dejar tendido en el aire, en las alturas, su control absoluto de una obra de repertorio en la que June Anderson sigue a pie juntillas las enseñanzas de Maria Callas: un fragmento de la ópera Norma , de Bellini.
Juntos, June Anderson y Dmitri Hvorostovsky emparejaron sus talentos en el Dunque io son, tu non m'ingani, pasaje jocoso del gran gordo Rossini en El barbero de Sevilla, ante el entusiasmo generalizado en las butacas que prefieron, en sus ovaciones, los momentos más villamelones contra los pasajes exquisitos. Evidente la caballerosidad de Hvorostovsky, quien al momento de hacer dúo con June Anderson decidió cortar el vuelo de su voz potente para hacer lucir en el mismo plano, mesurado, la voz soprano de su acompañante en esta gala.
En el palco presidencial, Ernesto Zedillo y Cuauhtémoc Cárdenas departieron la mayor parte del intermedio en intercambio de sonrisas y comentarios incidentales, convivencia jovial que había iniciado en el pasillo, minutos previos al inicio del concierto.
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