La Jornada 10 de marzo de 1998

POETA DEL ESPACIO

Desafortunadamente vivimos una época cuyo valor supremo es el dinero.
Luis Barragán

Adriana Malvido/ I Ť El próximo 22 de noviembre se cumplirán 10 años de la muerte de Luis Barragán. Mientras en el mundo se le reconoce como uno de los más grandes arquitectos del siglo, aquí, su obra se ha integrado silenciosamente al mejor de los retratos estéticos en que México puede descubrirse. A su enorme aportación corresponde, sin duda, una gran exposición, la edición de libros y la divulgación de su trabajo creativo, que ha marcado la manera en que vivimos el espacio y la luz. Sin embargo, el artista pertenece al siglo XX, donde prevalece la idea de que los creadores, su obra y hasta su nombre pueden reducirse a un copyright. Así que para conmemorar al llamado ``poeta del espacio'' los mexicanos tenemos que ``pedir autorización'' en Suiza.

En efecto. Ni el nombre, ni la imagen, ni la obra de Luis Barragán pueden manejarse sin la autorización de la empresa que desde 1995 compró, por 3 millones de dólares, el archivo profesional, todos los derechos de autor y el mismísimo nombre ``Luis Barragán''. En nuestro tiempo ya no hacen falta los barcos que antaño se llevaron el oro y la plata de México, ni los piratas que atravesaron el océano con el penacho de Moctezuma o los dinteles de Yaxchilán. Hoy día basta una transacción económica para que con los derechos de autor vuelen, a lejanas tierras, los derechos de un país a lo mejor de su patrimonio cultural.

Personaje atado al copyright

Nacido en Guadalajara un día como ayer, hace 95 años, Luis Barragán creció con la facultad de mirar con los cinco sentidos. Sus obras maestras: la capilla de las Capuchinas en Tlalpan, el Pedregal de San Angel, las Torres de Satélite, Las Arboledas y, sobre todo, su propia casa (hoy museo) en Tacubaya, se crearon aquí, se conservan aquí, se viven aquí. Sin embargo, su nombre, hoy, ``le pertenece'' a la Barragan Foundation, propiedad de la compañía Fehlbaum, de Suiza, que establece categóricamente que dicha institución ``controla en exclusiva el copyright del trabajo de Luis Barragán'' y cualquier reproducción de dibujos u otro documento relacionado a su actividad profesional, ``está estrictamente prohibida sin la autorización previa de la Barragan Foundation'' que se encuentra en Basilea.

La ``prohibición'' va más allá y se generó a mediados de 1997, cuando los dueños de esa empresa compraron en México la colección Arquitectura Luis Barragán, del archivo de Armando Salas Portugal, íntimo amigo del arquitecto y el mejor fotógrafo de su obra. Así que ``esta prohibición también se aplica a las fotografías de la obra de Luis Barragán hechas por Armando Salas Portugal, incluyendo el uso del nombre Salas Portugal en relación con el trabajo de Luis Barragán'', según asienta un documento elaborado por la compañía Fehlbaum, también dueña del prestigiado Museo Vitra de Diseño, en Suiza.

Esta historia comienza cuando Luis Barragán firmó su testamento el 20 de marzo de 1984. El arquitecto vivía solo, nunca se casó ni tuvo hijos. Para él, ``sólo en íntima comunión con la soledad puede el hombre hallarse a sí mismo''. Quedó así el inciso ``C'' de la primera cláusula: ``Lego a don Raúl Ferrera Torres todos mis derechos de autor y documentos, películas, dibujos, diseños, croquis, maquetas y originales de mis obras. Si el referido don Raúl Ferrera Torres no quiere o no puede aceptar, el mismo corresponderá a su esposa, doña Rosario Uranga Grijalva de Ferrera, y a falta o impedimento de ella, a los integrantes de su estirpe''.

Por fortuna no era todo. Y según se lee en el inciso ``A'' de la misma cláusula, ``encomiendo al arquitecto Ignacio Díaz Morales, elija la institución dedicada a la Arquitectura que él estime conveniente, y que deba recibir mi biblioteca y le encomiendo, también, la entrega de dicha biblioteca a tal institución''. A la muerte de Barragán, Díaz Morales cumplió su cometido y con el arquitecto Juan Palomar Verea como presidente, se creó la Fundación de Arquitectura Tapatía (FAT) que hoy resguarda en Guadalajara dicho legado. En el siguiente inciso, Barragán dejaba todos sus objetos personales a su ahijado Oscar Ignacio González, quien posteriormente los cedió a la FAT.

Raúl Ferrera sí aceptó el legado. Cinco años antes, en 1979, se había formado la sociedad Luis Barragán y Raúl Ferrera Arquitectos, SC. Desde entonces, y según múltiples testimonios orales y documentales recogidos, Ferrera se asumió como feroz defensor de los derechos autorales de Barragán; el mismo maestro tapatío, ya muy enfermo, había asignado esa función a su socio para poder concentrarse en su labor creativa.

Ferrera se dedicó a interponer una demanda tras otra. El nombre de ``Luis Barragán'' y las regalías que éste podía generar, eran de su propiedad. Demandó a Emilio Azcárraga Milmo por la explotación de la imagen del artista que Televisa realizó a partir de la exposición llevada a cabo en el Museo Tamayo en 1985; demandó al Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) por el uso del nombre y la obra de Barragán en un gran homenaje a la obra de Armando Salas Portugal; demandó a Francis Ford Coppola por el retraso en los pagos correspondientes al diseño que Barragán hizo de su estudio y así sucesivamente.

¿Hacer cantar al silencio tiene precio?

Al morir Barragán y recibir el legado que le dejó su socio, Ferrera continuó con las demandas. En 1992, envuelto en conflictos legales, se suicidó en Tacubaya. El acervo, entonces, pasó a manos de su viuda, Rosario Uranga.

Mientras eso sucedía, la casa de Luis Barragán, en Tacubaya, se declaraba patrimonio nacional. En su testamento, el arquitecto había estipulado un tercer legado: el 36 por ciento de su herencia era para la institución que eligiera Díaz Morales, y el 64 restante quedaba en manos de 25 personas, entre familiares y amigos. Luego de un enorme esfuerzo, la FAT hizo posible que el gobierno de Jalisco adquiriera de los herederos su porcentaje para poder conservar conjuntamente esta obra maestra de la arquitectura en beneficio de las actuales y futuras generaciones. Los compradores que había en puerta se retiraron y la casa ubicada en Francisco Ramírez 14 fue declarada monumento artístico el 29 de noviembre de 1988.

Cuando Rosario Uranga enviudó, decidió vender el archivo de Barragán. Tres millones de dólares era la oferta. Se enteraron el INBA, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y la FAT, que inmediatamente dio aviso para que ese invaluable acervo fuera declarado patrimonio nacional. No fue declarado. Ganó el mercado y el archivo fue adquirido, en 1995, por el galerista neoyorquino Max Protec.

A miles de kilómetros de distancia, Rolf Fehlbaum y su hoy esposa Federica Zanco, con gran prestigio en el panorama de la arquitectura y el diseño en Europa, oían hablar de Luis Barragán y de la excelencia arquitectónica expresada en su propia casa de Tacubaya.

Los dueños del Museo Vitra viajaron a México, llegaron a Tacubaya y se apasionaron por Barragán. No sólo visitaron la casa sino que buscaron a la señora Uranga y le compraron el nombre de la Fundación Barragán, que había creado Ferrera poco antes de morir. Inmediatamente después volaron a Nueva York y adquirieron el archivo que tenía Max Protec, con todo y los derechos autorales.

Era sólo el principio. Las fotografías de Salas Portugal, que han recorrido el mundo mediante libros y exposiciones para dar a conocer la obra de Luis Barragán a través de su mirada artística, también volaron hacia Suiza.

Cuando murió el fotógrafo que acompañó al arquitecto durante más de 40 años en todas sus obras, aventuras y proyectos, su viuda, Olga Peralta de Salas, heredó su archivo y los derechos autorales correspondientes. Para poder catalogar el enorme acervo de este fotógrafo sobre México, la señora obtuvo una beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Cuando Vitra supo que en este archivo se encontraba la colección fotográfica Arquitectura de Luis Barragán, fue tras él. Olga Salas intentó, con la ayuda de la FAT y de la Casa-Museo Luis Barragán, que permaneciera en México. Tras años de negociaciones y mientras buscaban comprador en México, se les adelantó Vitra, lo adquirió y los negativos con sus respectivos derechos autorales, se fueron también.

En esta historia, elaborada a partir de entrevistas y documentos que se darán a conocer los siguientes días, hay capítulos intermedios, personajes clave, asuntos legales y mucha confusión. México tiene la obra arquitectónica, la biblioteca, el archivo personal y el espíritu de Luis Barragán que impregna sus casas, sus fuentes, sus jardines. Suiza tiene los derechos de autor.

El hombre que miró los espacios con ojos de poeta, que transformó la luz en emociones, que convirtió en herramientas de la arquitectura a la serenidad, la alegría, el misterio, el erotismo y la nostalgia, y que hizo cantar al silencio para decirnos que hay una mejor manera de estar vivos, está en disputa, o en negociación.

¿Tiene precio el llamado ``clásico del silencio'', ``el poeta del espacio'', el único mexicano laureado con el Premio Pritzker, considerado el Nobel de la arquitectura?


Lo que se fue a Basilea

Según un boletín informativo que la Barragan Foundation emitió el 12 de septiembre de 1997, en Suiza, el contenido de su acervo es el siguiente.

Del Archivo Luis Barragán son: 13 mil 500 dibujos originales; 7 mil 500 fotografías impresas en blanco y negro y a color; 82 páneles fotográficos; 3 mil 500 negativos en blanco y negro y a color; 7 mil 800 transparencias; 290 publicaciones relativas a la obra de Barragán; 54 publicaciones coleccionadas por Barragán no relacionadas con su trabajo; siete modelos originales, y recortes hemerográficos sobre su obra. ``También están incluidos una serie de manuscritos, notas, listas y correspondencia''.

De la Colección Armando Salas Portugal: 481 fotografías impresas (blanco y negro y a color); ocho fotomurales; 2 mil 328 negativos, y 297 diapositivas.

El mismo documento informa: ``La colección Barragán también incluye una selección de muebles y objetos, así como documentación directa o indirectamente relacionada con el trabajo de Barragán: publicaciones recientes, correspondencia, material fotográfico, documentación original y copias procedendes de otras colecciones''.

Además, los derechos de autor sobre la obra de los dos artistas y ``el nombre''.