La Jornada martes 10 de marzo de 1998

ASTILLERO Ť Julio Hernández López

La madrugada del sábado pasado, la cúpula nacional perredista conoció el siguiente relato: a fines de 1988, Cuauhtémoc Cárdenas Batel fue agredido físicamente en un episodio que fue entendido como un mensaje de amedrentamiento político al cardenismo. Con cortes en forma de cruz hechos por objeto cortante en el rostro y en el pecho, El Cuate, como suele llamarse al hijo del ahora jefe del gobierno capitalino, fue atendido por el entonces procurador Ignacio Morales Lechuga, con una actitud falta de apoyo al agredido e inclusive la propuesta de que, reconociendo éste que andaba ``de fiesta'' y con cierto grado de toxicidad, la investigación simplemente se archivara.

La versión anterior fue una de las dos intervenciones que cambiaron el curso de una reunión del comité nacional perredista y de su consejo consultivo (con el comité veracruzano como invitado) en la que todo parecía ser favorable para que Ignacio Morales Lechuga fuese virtualmente aceptado como candidato perredista a gobernador de Veracruz.

La otra intervención fue la de Andrés Manuel López Obrador, quien adelantó que renunciaría a la presidencia del PRD en caso de que se sometiera a votación entre los presentes en esa reunión la propuesta de que fuese directamente la instancia veracruzana la que decidiese si aceptaba o no al ex embajador en Francia como candidato. En todo caso, señaló López Obrador, la determinación debería tomarla el congreso nacional. A la decisión que allí se adoptara se habría de atener Andrés Manuel, pero sólo a ella.

Sesión difícil la de esa noche de viernes y madrugada de sábado. López Obrador había llegado de Guadalajara, en donde se realizó una más de las sesiones de discusión y análisis rumbo al próximo congreso nacional. Apenas se inició la reunión con los casi treinta dirigentes involucrados en el caso Veracruz, cuando ya estaba el tabasqueño planteando el hecho de que no había consenso en el partido respecto a la postulación de Morales Lechuga y que, por tanto, era necesaria una discusión abierta e intensa. Todos pidieron la palabra para argumentar. Se dieron cinco minutos como máximo para cada intervención. Casi el último en llegar, el ingeniero Cárdenas también quedó al final de la lista de expositores.

Conforme avanzaba la discusión también iba quedando clara la tendencia mayoritaria a aceptar la pragmática postulación de Morales Lechuga. Todos sabían que la estructura perredista veracruzana estaba a favor del ex procurador capitalino y federal, de tal manera que el traslado de la decisión protocolaria a Jalapa era un mero formulismo.

Sin embargo, las dos intervenciones comentadas hicieron que se replanteara la decisión en curso, quedando finalmente en que fuese el congreso nacional, a realizarse en días próximos, el que tome la decisión final.

El caso de Morales Lechuga fue uno de los pocos (otro sucedió a finales de 1996, cuando se tomó la decisión de no apoyar las reformas electorales propuestas por el presidente Zedillo) en el que no hubo consenso en el comité nacional. Normalmente ni siquiera se llega a votación interna, pues los asuntos quedan definidos en el curso de las discusiones.

Ahora, la postura de la mayoría que deseaba trasladar la decisión a Veracruz hubiese obligado a realizar una votación. Es decir, se habría actuado sin consenso y con riesgos de división. Ante ello, cabe recordar que las tres características fundamentales para que alguien sea candidato externo del PRD han sido: buena fama pública, consenso de los órganos de dirección y elección por parte de las instancias correspondientes. Ya antes se habían dado casos polémicos en los que el PRD se abstuvo de postular a quienes por alguna causa no llenaban esos requisitos. David Gustavo Gutiérrez, en Tabasco; Fausto Cantú Peña, en Veracruz, y Cecilia Soto, en el Distrito Federal, fueron algunos casos no aprobados.

La postura de Morales Lechuga

Su primera reacción fue de desconcierto. Por principio de cuentas consideró que no puede asumirse como antisalinista porque, a su juicio, nunca fue salinista, y sería absolutamente oportunista asumir hoy una actitud virulenta en un tema que no considera que le compete aclarar. Por otro lado, estimó que en diversos artículos periodísticos se ha manifestado claramente contra el neoliberalismo.

Y, en una faceta de investigación documental, encontró que durante su periodo como procurador federal no se cometieron asesinatos de perredistas que le competiera investigar, que nunca hubo reclamos contra su actuación y que, revisados los diarios de los debates correspondientes a los años en los que fue procurador, nunca hubo acusaciones en su contra. ``¿Por qué ahora, seis años después, vienen los reclamos?'', diría. Y en ese tono dio al diario Crónica declaraciones publicadas como nota principal, en las que preguntaba ``¿Oportunista yo?, que Cárdenas explique su caso''.

Por otra parte, la oficina de Morales Lechuga hizo conocer a Astillero que el incidente con el hijo de Cuauhtémoc Cárdenas fue atendido directamente por el entonces subprocurador del Distrito Federal, Jaime Muñoz Domínguez, que se trató de ``raspones con objeto romo en forma de gato'' y que, efectivamente, en su momento hubo indicios de que el afectado y otros jóvenes hubiesen tenido ciertas ``conductas juveniles'' que habrían propiciado las lesiones leves.

Según la versión dada a esta columna, Morales Lechuga habría buscado proteger la intimidad de la familia del ingeniero Cárdenas impidiendo que se abriera una investigación que podría resultar desagradable e injerencista. Con tal intención fue que se archivó el caso.

En ese terreno de los padecimientos familiares, Morales Lechuga también sufrió dos meses atrás por el asalto a uno de sus hijos, al que golpearon y le ``abrieron la cabeza'', además de amenazarlo.

Perspectivas

A menos que Morales Lechuga retirara por él mismo su precandidatura, el caso tendría que ser llevado, y defendido en tribuna, por el comité perredista veracruzano ante el pleno del congreso nacional próximo. La ausencia de consenso hace difícil suponer que pudiese avanzarse en la aprobación de la candidatura. Las declaraciones hechas por el ex procurador, sobre todo con la carga que implica el despliegue hecho por Crónica, aumentarán las percepciones desfavorables.

Respecto a la disminución de votos que pudiese darse por la eventual desaprobación de la candidatura de Morales Lechuga, la cúpula perredista está plenamente dispuesta a asumirla como un costo necesario, junto con la depuración correspondiente al hecho de que la corriente de Dante Delgado se sumará a la campaña de Miguel Alemán.

Por lo pronto, lo único realmente cierto es que, a menos que Morales Lechuga renuncie a la candidatura, la última palabra sobre el tema la tendrá el congreso nacional.

Astillas: En días pasados se realizó una reunión de los legisladores priístas participantes en la Cocopa para definir su postura conjunta sobre el momento que vive el conflicto de Chiapas. Lo llamativo del caso fue que a tal encuentro no se invitó al senador priísta chiapaneco Pablo Salazar Mendiguchía, quien ha asumido posturas que irritan en Los Pinos, en Bucareli, en el Senado y en el PRI nacional. En lugar de Salazar apareció el también senador priísta Eduardo Andrade. ¿Habrán destituido por la vía de los hechos a Salazar Mendiguchía como representante del tricolor ante la Cocopa? ¿Lo habrán expulsado de facto del Partido Revolucionario Institucional?.. El programa nocturno de Joaquín López Dóriga, Chapultepec 18, comenzará a transmitirse en Televisa el próximo sábado 21. En cada emisión se abordarán tres o cuatro temas, con invitados conocedores de cada uno de ellos y, además, con una peculiar apertura a la participación de periodistas. La directiva de Emilio Azcárraga Jean ha decidido que junto al tratamiento libre de diversos temas se dé la exposición de puntos de vista de periodistas de diversos medios.

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