De la admiración al pánico: se actualizan las pesadillas futuristas

Escenas de horror aparecen ante los ojos de los expertos cuando se imaginan la vida de una persona clonada. Un clon le podría decir mamá y papá hasta a 10 personas, que serían las que contribuyeron con una ínfima parte de su patrimonio genético para la producción del clon.

Si un niño es, por ejemplo, el clon de su padre, podría seguir en la vida de su padre también su futuro biológico: obesidad a los 40 años, crisis de la edad madura a los 50, calvicie a los 55 y cáncer de estómago a los 62.

Para científicos que trabajan en clonación, expertos en derecho y teólogos, un destino así sería éticamente ``reprobable e inadmisible''.

Durante la 150 Asamblea Anual de la Sociedad Americana por el Progreso de la Ciencia (AAAS), realizada en Filadelfia -el congreso más grande del mundo para investigadores de distintas disciplinas-, los científicos pidieron ``en beneficio de los niños'' una moratoria de varios años para la clonación humana.

Asimismo, Ian Wilmut, de Escocia, quien abrió nuevas dimensiones con su oveja Dolly, el primer mamífero clonado a partir de un célula de un organismo adulto, puso reparos contra la clonación de seres humanos: ``Yo no escuché ninguna causa que pudiera justificarla''.

A los pacientes con el síndrome de Parkinson, Wilmut quiere ayudarles con células nerviosas clonadas, las que podrían frenar o acaso curar los trastornos de movimiento provocados por la enfermedad.

Como corriente reciente de una ideología de fertilidad en Estados Unidos, signada por maneras del ``Lejano Oeste'', el bioético Art Caplan, de la Universidad de Pensilvania, hizo consideraciones sobre la clonación de personas: ``Todas estas tecnologías se concentran en satisfacer los deseos de los padres y menosprecian a menudo el bienestar del niño''.

La sociedad debe temer a la clonación, ya que, por lo menos teóricamente, abre la posibilidad de producir ejércitos de terroristas y dictadores idénticos.

Logros y temores

En febrero de 1997, la oveja Dolly, primer clon de mamífero obtenido a partir de un individuo adulto, en este caso de una célula mamaria de la oveja madre y gemela a la vez, desató una polémica mundial en la que entraban en juego tanto la admiración como el pánico.

Nada se opone técnicamente para que el logro del equipo escocés de Ian Wilmut, del Instituto Roslin de Edimburgo, sea renovado con otro mamífero, por ejemplo el hombre. Dolly, y unos meses después Polly, otro clon de oveja, actualizaron las pesadillas de guiones futuristas como Un mundo feliz, de Aldous Huxley.

``¡Nunca con un ser humano!'', se horrorizaron a coro jefes de Estado, autoridades religiosas, especialistas en moral y ética y científicos.

La clonación humana ``es inaceptable'', precisó el propio padre de Dolly, el profesor Wilmut. Su asociado Ron James, director de PLP Therapeutics, propietaria de los derechos sobre la técnica, evocó el tiempo que haría falta para llegar a clonar a un ser humano: ``La eternidad, espero. Es decir, nunca''.

Dolly, copia conforme de su madre-hermana gemela, nació de una célula mamaria adulta y un óvulo no fecundado, privado del núcleo de su propio programa genético, el ácido desoxirribonucléico (ADN). Es decir, Dolly no tiene ni asomo de padre y su programa genético es única y exclusivamente el de su madre.

En cuanto a Polly, verdadero laboratorio ambulante, nacida en julio siguiente, fue creada para confirmar las esperanzas de las perspectivas médicas a partir de animales, obtención de modelos más eficaces para estudiar las enfermedades humanas y mejor comprensión de los cánceres y el desarrollo embrionario.

Fabricada, como Dolly, en la granja de Edimburgo, Polly posee además el gen de una proteína humana con propiedades curativas que su leche produce en grandes cantidades. Antes los científicos habían clonado conejos, corderos y terneras, pero a partir de células embrionarias aún indiferenciadas, capaces de dar nacimiento a un ser entero, como lo es la primera célula de un huevo fecundado surgida de la fusión de un espermatozoide y un óvulo. Nunca habían logrado un clon a partir de una célula diferenciada, no sexual, con una tarea específica en el organismo: el equipo escocés consiguió reprogramar el núcleo de la célula materna haciéndole dar un increíble salto atrás para rencontrar las potencialidades de su momento embrionario.

Pero la reproducción exacta de un individuo, aunque sólo se trate de una vaca, atemoriza. Uno de los peligros sería la desaparición brutal de una población de clones idénticos, por incapacidad para defenderse contra una enfermedad.

Es difícil apreciar el impacto de una educación diferente y un entorno disímil, tratándose de una oveja. Pero dos clones humanos, nacidos a varios decenios de intervalo, bien pudieran tener más diferencias sicológicas que los hermanos gemelos, clones naturales educados en una misma familia, consideran los científicos. Así, las copias de un Nobel podrían causar no pocas decepciones, y las de un dictador muchas sorpresas...