En su discurso de toma de posesión como presidente de la Asociación de Banqueros de México (ABM), Carlos Gómez parece haber sufrido de amnesia o inconsciencia al afirmar que ``la mayoría de los bancos ha sabido sortear la recesión y ha mantenido su imagen de instituciones sólidas''. Decimos esto porque pareciera que el joven empresario no se ha dado cuenta de que sin la intervención del gobierno y sin la aplicación de multimillonarios recursos salidos del erario o la deuda pública, los bancos por sí mismos no podrían haberse sostenido. Más aún, no habría ocurrido de manera acelerada el proceso que llevó a que prácticamente todas esas empresas sean de participación foránea, con excepción de Banamex, que se mantiene como banca 100 por ciento nacional.
Puede que la declaración haya sido un exabrupto derivado de la euforia o del calor acapulqueño, porque el comentario contrasta con lo dicho por el presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, Eduardo Fernández, quien aseguró que la banca del país aún no esta fortalecida para hacer frente a los retos del desarrollo.
Pero bueno, más allá de desafortunadas expresiones, la preocupación manifestada en los días previos a la Convención Bancaria, y durante el desarrollo de la misma, acerca del abultado monto de recursos que representan los activos concentrados en el Fobaproa lleva a la reflexión de que, con las subastas de bienes que seguramente habrá en el transcurso de este año el gobierno estaría reeditando --con sus características y diferencias propias-- un escenario de venta de propiedades como la habida a partir de 1983, cuando las autoridades entraron en una tortuosa y larga privatización de activos estatales, cuyos precios de venta siempre fueron cuestionados.
Sólo por recordar, en 1982 el gobierno federal era propietario de alrededor de mil 155 empresas y cuatro años después tenía 697. La mayoría se concentraba en la industria manufacturera, los servicios financieros, el transporte, la minería y el comercio. Hasta había participación en restaurantes y líneas aéreas. Todo esto porque en la estrategia gubernamental el argumento de fondo era rescatar empresas privadas para no afectar el proceso productivo y el empleo. Es decir, se cubrían las ineficiencias de los particulares --a quienes religiosamente se les indemnizó-- y el gobierno pasó a ser propietario.
Hoy, 12 años después, Fobaproa tiene en custodia (no propiedad, porque entonces se caería en el juego estatizador) gran cantidad de activos y cartera por 363 mil millones de pesos, cubiertos con recursos públicos que tuvieron el mismo objetivo de fondo: rescatar a los particulares de sus ineficiencias, y en el caso de varios bancos de los daños que dejaron sus corruptelas.
Surgen aquí dos planteamientos. El gobierno está tratando de orientar el fortalecimiento de la banca, en mucho, con la participación de bancos extranjeros que si bien era algo considerado en el entorno de la apertura mundial de los servicios financieros, se convirtió en una necesidad urgente para salvar al sistema bancario. De otro lado queda la gran interrogante: ¿qué se hará para evitar las ineficiencias, los grandes niveles de apalancamiento de las empresas que resultaron quebradas o afectadas por ``los errores de diciembre''?. En el fondo subyace la ausencia de políticas que hagan eficiente al aparato productivo y le permitan ser menos vulnerable a los vaivenes macroeconómicos. ¿De que han servido los planes de fomento como el tan debatido programa que presentó Secofi en 1996?
El punto es que no bastan políticas macroeconómicas que se manifiesten en buenos resultados globales, los cuales finalmente quedan alterados cuando se debe regresar a los recurrentes rescates de empresarios y empresas ineficientes que desde siempre hemos visto. Aquí están el reto y la necesidad de diseñar programas de largo plazo, que no sólo sean buenos deseos y queden como ejercicios de prospectiva. De otro modo, el uso de recursos públicos para cubrir a unos cuantos será una constante en detrimento de las mayorías.
Meleé
Un áspero y largo debate se avizora en los próximos meses. Los anuncios de que grupo IUSA estableció alianza con estadunidenses para abrir clínicas, y la inversión que llevó a cabo el empresario inmobiliario León Kibrit para montar consultorios atrás del edificio donde está el Hospital Inglés, son signos de que ya recibieron señales de que este año se buscará echar a andar el proyecto del IMSS denominado ``médico de familia'', que no es otra cosa que subrogar la consulta de primera atención con objeto de quitar presión a uno de los más graves problemas del IMSS que es despresurizar el servicio en sus clínicas... Con cautela y desconfianza, empresas petroleras como Amoco y Mobil recibieron el comentario del secretario de Energía, Luis Téllez, en el sentido de que Pemex abriría la posibilidad de realizar coinversiones con los grandes corporativos para refinar petróleo... Y es que con todo el debate de las petroquímicas habido el año pasado, la credibilidad quedó abollada, por más que esas compañías se mueran de ganas por entrar de lleno a la industria petrolera mexicana... Una calurosa felicitación al periodista Joaquín López Dóriga por su regreso a Televisa.