Se anuncia la gran venta de realización de los activos del Fobaproa. El rescate del sistema bancario mexicano después de la crisis de 1995 convirtió al gobierno en el principal dueño de los activos con los que aquellos se quedaron mediante la cartera vencida de sus deudores, y en algunos casos tuvo que quedarse por completo con los bancos. Esto significó una nueva forma de estatización del sistema financiero, que ahora se quiere revertir mediante otra modalidad de privatización, en unos casos vendiendo las instituciones, y en otros deshaciéndose de las propiedades. Y todo esto se ha hecho en nombre de la protección del ahorro, tal y como indica el nombre mismo del Fondo Bancario para la Protección del Ahorro. Mientras la privatización de los bancos durante el sexenio de Salinas representó un ingreso a las cuentas públicas por un monto del orden de los 22 mil millones de dólares, el Fobaproa tiene activos cuyo valor estimado es de 45 mil millones. Así, como ocurre en las temporadas de baratas en las grandes tiendas después de la época navideña, ahora se subastarán con algún descuento parte de los activos que quedaron en manos del gobierno.
El Fobaproa significa un alto costo financiero para el gobierno y para la sociedad. La manera en que opera el mecanismo de salvamento de los bancos representa un monto equivalente a más de 10 por ciento del producto interno bruto del país, y que está diferido en el tiempo, puesto que la deuda emitida para administrarlo tiene un vencimiento de hasta 30 años. Con esto se intenta comprar tiempo para que la situación de los deudores y de los bancos permita hacer frente a los compromisos contraidos. Sin embargo, a pesar del crecimiento agregado de la economía observado en los dos últimos años, la capacidad de pago de los deudores, grandes y pequeños, no se restablece y todo indica que tardará en hacerlo, cuestión que depende, claro está, de su capacidad para obtener suficientes ganancias y por un periodo sostenido para validar las deudas que tienen. Ante el enorme costo del Fobaproa, no le queda otra al gobierno que intentar desprenderse de los activos que tiene en sus manos, y resarcirse de tal modo de los recursos que se han destinado a salvar a los bancos. La apuesta es que esos activos no tengan que venderse a precios de realización, sino que se conviertan en ingresos suficientes para las arcas públicas. Dada la situación general de los bancos, las expectativas sobre el crecimiento de la economía, la condición deudora de las empresas y su incapacidad real de pago, todo parece indicar que los descuentos a los que se ofrezcan los activos del Fobaproa deberán ser grandes. Con esta venta, entonces, se liberarán algunos activos y entrarán fondos al erario, pero no hay ninguna garantía de que se recuperará el valor de esos activos y que su venta no significará un costo extra sobre el que se ha incurrido ya.
Entre los activos que están en venta y cuyo valor suman 2 mil millones de dólares están los de compañías grandes como Cintra, la controladora de la línea de aviación, los hoteles Camino Real y Salinas y Rocha. Hay también planes para crear fondos de coinversión en una serie de empresas más pequeñas y hasta la concesión de los derechos para administrar carteras de créditos de algunos de los bancos que han sido intervenidos. Este puede ser un negocio muy interesante para quienes tienen los recursos y los contactos para participar. De ahí que un asunto relevante con respecto al remate que está en puerta se refiere a quiénes estarán en el nuevo grupo selecto de inversionistas en el turbulento negocio financiero. Un escenario posible es que sean las mismas empresas que son hoy deudoras, incluyendo a los bancos, las que adquieran sus propias deudas, con un descuento sustancial, y cierren con ello un muy rentable círculo financiero. Esto puede hacerse con recursos de firmas extranjeras que se convertirían así en socios de las empresas que sean así reprivatizadas. Ello equivale a una nueva fase de la redistribución de la propiedad y de la riqueza y, dicho sin muchas vueltas, se convertirá en un nuevo giro de la tuerca de la enorme concentración del ingreso que se ha provocado en la última década en el país. No hay por ahora ninguna provisión acerca del acceso al mecanismo de recompra por parte de las pequeñas empresa y de los deudores individuales, lo que será, por decir lo menos, lo más equitativo en cuanto al proceso de venta de los activos del Fobaproa. El caso no involucra, como puede verse claramente, un asunto meramente técnico, como parece desprenderse de la forma en que se presenta públicamente, tiene un efecto político que no puede ser desestimado.
El caso Fobaproa debería estar en la noticia al mismo nivel que la clonación del borrego Dolly. El uso de recursos públicos para salvar al sistema bancario puede acabar creando una situación en la que los mismos que se beneficiaron de la compra pública de sus activos, ahora lo hagan otra vez volviendo a comprarlos a precio de descuento. La recompra de los activos de Fobaproa es un ejemplo de innovación en el terreno de la genética social, el capital privado logra clonarse y reproducirse adoptando la misma forma que tenía antes y todo en un ambiente técnicamente aséptico.