A Estados Unidos, que tiene en Turquía un importante agente en el Mediterráneo oriental, junto con Israel, no le viene mal romper la unidad europea en Kosovo. En efecto, Francia, Grecia y Rusia respaldan a Belgrado en la declaración indiscutible de que en la actual Yugoslavia existen 28 minorías y diversas autonomías, de que éstas no están en discusión y de lo que se trata es de evitar el terrorismo separatista albanés, alimentado y financiado también desde el exterior. Alemania, en cambio, apoyada por el gobierno derechista español, quiere repetir la aventura croata y alentar el independentismo cubriéndolo con una intervención extranjera (so pretexto de mediación) que sólo provocará los desastres que ya provocó en Bosnia, pero que le permitiría a Kohl estrechar relaciones con Washington, tender puentes hacia el viejo cliente alemán que es Turquía y extender los límites de la influencia alemana en la Mittel Europa, esa Europa central germanizada que va desde Austria, Hungría, la República Checa, hasta la ex Yugoslavia a través de Eslovenia y Croacia.
Sería criminal una intervención extranjera en Serbia, porque no sólo desestabilizaría ilegalmente a esta República, sino porque haría estallar todos los Balcanes. Además, si hay un repudio general al terrorismo de ETA en el País Vasco y el Estado español y se considera que combatirlo es un problema interno del primero ¿con qué argumento es posible internacionalizar la transformación violenta, minoritaria y terrorista por albaneses teleguiados de la autonomía en independencia que, en realidad, sería la anexión por Albania de Kosovo, a la espera de absorber --en nombre de sus mandantes-- otras partes de los Balcanes? Por el contrario, la única intervención extranjera posible y necesaria es la de la opinión pública internacional que debe condenar el terrorismo y la intervención foránea en Kosovo y debe reafirmar la solución pacífica y negociada de todos los problemas, incluso de límites, en esa región, pidiendo a la vez que al nacionalismo terrorista no responda, bajo el pretexto de la defensa ante los ataques armados, la violencia de los organismos de seguridad serbios, donde también existen peligrosos brotes chovinistas.
Por ahora Belgrado ha tratado de conservar la calma. Es necesario que la irresponsabilidad de otras potencias no haga saltar también este factor de equilibrio, porque lo que sucedió en Bosnia sería un juego de niños ante el recrudecimiento de la guerra interétnica en Bosnia, Albania, Croacia y su aparición en otros países balcánicos.
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