Luis Javier Valero Flores
PRI: elección histórica

Desgarrados entre sí, en una contienda que rebasó los límites de una sana competencia política, los priístas chihuahuenses, a unos días de elegir a su candidato a la gubernatura por medio del voto universal, directo y secreto de los ciudadanos que acudan a votar, se debaten entre los riesgos y saldos de la democracia, y los vicios de su accionar político de siempre.

Sólo dos precandidatos tienen posibilidades reales de alzarse con el triunfo: Patricio Martínez y Artemio Iglesias. Del primero corrieron rumores persistentes, desde principios de año, de que sería el candidato de ``unidad''. Contra esa certeza, el equipo del segundo ha trabajado, al decir de ellos, en sentido contrario a los designios del CEN priísta.

Paso a paso, las diferencias entre los dos precandidatos crecen y la elección de hoy ha adquirido tintes rayanos en la fractura. Los planteamientos enarbolan dos proyectos casi antagónicos. Mientras Artemio recuperó el lenguaje del nacionalismo revolucionario, prometió gobernar ``no en función de las grandes empresas, que no necesitan subsidios'', al tiempo que enderezaba una severa crítica al gobierno panista, Patricio esbozó un proyecto gubernamental más acorde al modelo predominante en el país y, en correspondencia a los elogios que generosamente le otorgara el gobernador Francisco Barrio, adoptó una actitud de suave crítico a la administración blanquiazul y enfatizó que la enjuiciaría una vez pasadas las elecciones internas.

Unicamente porque el PRI es oposición y porque el favorecido con la decisión presidencial no iba a ser Artemio Iglesias, verdadero líder de la estructura priísta, el Presidente decidió recurrir al voto de los militantes y simpatizantes del partido gubernamental.

Sin embargo, a unas horas de la elección, una controversia aún no se resuelve: quiénes deben votar. Mientras Patricio insiste en que cualquier ciudadano podrá votar, sin necesidad de afiliarse al partido, Artemio defiende la idea de que deben afiliarse o firmar el registro partidario. La diferencia, se afirma, estriba en que existen ciudadanos dispuestos a votar por Patricio, pero no a afiliarse al PRI. El mismo Iglesias ha planteado la posibilidad de que existan panistas dispuestos a hacerlo y afirmó que el gobernador tiene candidatos en distintos partidos. En abono de esa denuncia, el CEN habilitó a más de 300 ``asistentes electorales'', figura inexistente en la estructura electoral del priísmo, y que ya fueron impugnados por los ``artemistas''.

Reacios a los procesos democráticos, los priístas recurren a todos los mecanismos que tan buenos resultados les dieron en el periodo de la democracia ``acotada'' a que se refirió Zedillo: acarreo de simpatizantes, compra de voluntades, participación abierta de funcionarios federales y municipales en las campañas y acusaciones de desvío de recursos públicos, hasta el llamado de las direcciones sindicales a votar por uno u otro contendiente, según sea el favorecido por los líderes.

Destacan en ese sentido los llamados de la dirigencia del sindicato del IMSS a votar por Patricio, y la simpatía de la Sección 8 del SNTE por Artemio.

Atrapados en esta vorágine, los militantes priístas chihuahuenses pueden marcar rumbo a su partido nacionalmente. O adoptan los métodos democráticos y se convierten en un partido político o acatan, como siempre, las decisiones del Presidente en la postulación de candidatos de ``unidad'', y la desaparición de los ``candados'' a la candidatura presidencial, y con ello precipitarán su extinción, cuya velocidad será proporcional a la importancia y número de deserciones.

Paradójicamente, el ``experimento Chihuahua'', de resultar exitoso, le abriría el camino a Manuel Bartlett y otros semejantes, que exigirían métodos semejantes para elegir al candidato del PRI a la Presidencia de la República. Así, la elección del abanderado priísta en Chihuahua dista mucho de ser un ejercicio local para convertirse en arena inicial de la disputa presidencial.

A juzgar por el discurso de Zedillo en el aniversario del tricolor, no parece estar dispuesto a tolerar la salida democrática ni en su partido. ¿Se convertirá en el sepulturero del organismo concebido por don Plutarco?

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