Carlos Bonfil
Cine, video y diversidad sexual

Del 6 al 27 de marzo se presenta el segundo Festival de Diversidad Sexual en Cine y Video Mix 98, en cuatro espacios culturales de la ciudad de México: la Cineteca Nacional, el Foro Shakespeare, Cinemanía y la Biblioteca de México. Con un patrocinio múltiple, que incluye a Fonca, Imcine, Conasida, Compuserve, Radioactivo y las revistas Tiempo Libre y Boys & Toys, esta segunda versión de Mix ofrece una selección de videos organizados en curadurías, algunas nacionales a cargo de Mario Arteaga y de Arturo Castelán, otras provenientes de los festivales Mix de Nueva York y Brasil.

Entre los largometrajes destacan Stonewall, de Nigel Finch; Yo le disparé a Andy Warhol, de Mary Harron; Nuestra película, un video de Lorenzo Jaramillo, del colombiano Luis Ospina; El acompañante, del canadiense Dennis Langlois, y Perversiones de mujer, de Susan Streitfield, con la notable actriz inglesa Tilda Swinton. Se presentan también trabajos del cineasta vanguardista canadiense Bruce La Bruce (No skin off my ass, Super 8 1/2 y White hustler).

La primera de estas tres cintas -historia de amor entre un skinhead y un peluquero- alcanzó cierta celebridad en la corriente del Queen cinema, variante radical del cine homoerótico, por haber sido censurada en Canadá en 1990 y perseguida por un escuadrón de defensores de la salud moral pública con las acusaciones de incitación a la violencia, desnudez total, sadomasoquismo y la perversión inclasificable que muestra a un hombre chupando los dedos del pie de su amante masculino, mientras los embadurna con manteca de cacahuate. Super 8 1/2 es un homenaje narcisista porno a la célebre cinta de Federico Fellini, mientras White hustler (cinta que se exhibe únicamente hoy en la Cineteca) se presenta como ``una mezcla de Mujer bonita y Garganta profunda'', con referencias a El ocaso de una vida (Sunset boulevard), de Billy Wilder. Este trabajo reciente de La Bruce se inscribe en la línea provocadora y anti-asimilacionista de su producción anterior.

Una característica del cine de La Bruce es su rechazo a la normalización de la vida gay, a la aceptación de ese estilo de vida por la mayoría heterosexual. De alguna forma, es el rechazo de la imagen del gay limpio, decente y educado que manejan películas como Filadelfia o Es o no es (In & out). Esta postura de testaruda ``incorrección política'' la manejan los animadores del Festival de Cine Experimental Lésbico Gay de Nueva York y, en gran medida, el propio Festival Mix 98 en México, en algunas de sus propuestas. Sin embargo, la diversidad sexual es aquí también pluralidad ideológica, y por ello muchas de las cintas escapan a la noción estrecha de ese radicalismo.

Un ejemplo notable de ello es la película de Luis Ospina, recuento sobrio de los últimos días del pintor colombiano Lorenzo Jaramillo, enfermo de sida. En Nuestra película se ofrecen las vivencias y reflexiones del artista que narra lo que significa para él la pérdida paulatina de sus cinco sentidos, por efectos del VIH. La nostalgia de lo visto (el cinéfilo impedido), lo degustado (el gourmet confinado a la dieta blanda), lo oído (el amante de la ópera, ahora inmovilizado), el tacto (el enfermo privado de los placeres de la carne) y el olfato (el esteta avasallado por los olores de clínicas y hospitales). Una mirada original, extrañamente lírica, de crudeza por momentos insoportable; una experiencia inusitada en el cine latinoamericano.

Otro ejemplo es el muy esperado mediometraje de Julián Hernández, de la Cooperativa Morelos, Hubo una vez que los sueños dieron paso a largas noches de insomnio, de 1996, con Roberto Cobo y Mario Olivier. Julián Hernández ha presentado otros trabajos en los Mix de Nueva York y de Brasil, y en el Outfest de Los Angeles. El y Roberto Fiesco vienen elaborando, desde hace varios años, una de las propuestas más vigorosas en el cortometraje mexicano. A la exploración arriesgada de los temas de la disidencia sexual y la violencia urbana, la complementa y afina una búsqueda formal que es, en definitiva, una difícil apuesta estilística.

Otra apuesta singular, llena de insolencia y frescura, es la de la estupenda videoasta Ximena Cuevas, quien presenta una curaduría personal de su obra de los últimos nueve años, a manera de ``retrospectiva temprana''. Crónica de una relación sentimental tormentosa de la propia artista con la ciudad enemiga y entrañable: una ciudad de México cuya inocultable vocación de caos le sugiere las imágenes jocosas de una evocación nostálgica, el desparpajo de la parodia, el relajo como una estrategia personal de sobrevivencia. El video de Ximena Cuevas -en Víctimas del pecado neoliberal o en Medias mentiras- es el tributo de la sátira fílmica al costumbrismo político de los últimos años en México, el recordatorio de lo que la corrupción institucional le debe a los argumentistas del viejo cine mexicano. Pero es también una crónica más íntima; en Cuerpos de papel o en Páginas sueltas es el recuento en collages, música sensual y fantasías cromáticas, de una cotidianidad amorosa en la que la mejor metáfora del hogar es la suave geografía de un cuerpo femenino.

Una manera de conquistar perdurablemente nuevos terrenos de visibilidad para las minorías sexuales y avances concretos en la lucha contra la intolerancia, es fomentando la diversidad de puntos de vista y el respeto a la disidencia. Mix 98 no parece limitarse a ser un simple festival de cine gay. Si entendemos bien el entusiasmo de sus promotores, en Mix 98 la pasión amorosa explora una vez más su múltiple diversidad de nombres.

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