Andrés Aubry y Angélica Inda
Michel Chanteau
``Opinar no es intervenir'', dijo el ombudsman De la Barreda. Varios escritores coinciden con la fórmula, y agregan: ``¿de qué sirve un intelectual si no puede opinar?'' Dejando la responsabilidad de sus pareceres a esas celebridades, agregaríamos: ¿qué hace un pastor, por oficio educador de la conciencia individual y colectiva de su grey, si no tiene tiene derecho a opinar?
En 32 años que retratan los traumas de Chiapas a través del filtro de Chenalhó, el padre Miguel no opinó por gusto; estimaba que lo hacía por obligación y compromiso.
En cuanto asomaba El Chaparrito, así llamado fuera de su parroquia por su talla, doña Gertrudis, con la voz sonora de quien se dirige a las galerías, exclamaba: ``les presento al mejor cura de Chiapas''. La viuda de Frans Blom no era una experta en pastoral pero había sido seducida por la sensibilidad cultural del padre. De hecho, este respeto cariñoso y creativo le ameritó prestigio ante las celebridades de la antropología, tal como lo documenta un clásico de la disciplina para el estado, El mundo numinoso de los mayas, del doctor Jacinto Arias (tocayo, homónimo y primo de quien purga en Cerro Hueco su responsabilidad en la masacre de Ac- teal). La segunda edición de este libro, publicada por el gobierno del estado, rasuró las numerosas fotos y páginas dedicadas a quien, según la máxima de don Samuel, ``encarnaba el evangelio en la cultura indígena''.
En sus primeros años en Chenalhó, Chanteau fue el consejero de una académica de la Universidad de Burdeos, quien redactó allí una tesis de derecho consuetudinario. Ella le salvó la vida al irrumpir cuando un maestro de escuela, revólver en mano, atentaba contra su vida, para desquitarse de la información reunida por el sacerdote sobre el caciquismo de los profesores rurales, el derecho de pernada que se daban con sus alumnas y el uso ilícito de terrenos comunales para la pastura de sus ganados.
En el sexenio 1970-1976 detectó el comercio de plazas de maestros. Como es notorio, cartillas militares, títulos y asignación se negociaban con dinero, no sólo entre maestros sino también en beneficio de niños cuyos padres mestizos cobraban sueldos de la SEP estatal. Checó metódicamente la información y la entregó pública y personalmente al gobernador. Este expediente se integró al corpus de denuncias reunidas por el primer Congreso Indígena Fray Bartolomé de las Casas de 1974. Alarma, del DF, empezó entonces a darle fama de ``agitador profesional del comunismo internacional''. El resultado ulteriormente saldado por nuevas amenazas de muerte de parte de los afectados, fue que los presidentes municipales posteriores dejaran de ser maestros. Pasado el ruido del escándalo, algunos regresaron al poder, sólo mediante ásperas negociaciones prelectorales.
En los años 80, las autoridades del ayuntamiento pensaron que la popularidad del padre daría crédito y aval a elecciones municipales controvertidas. Dio su testimonio: las boletas habían sido llenadas por funcionarios de la alcaldía y la lista de los votantes conllevaba muchos apellidos desconocidos en Chenalhó. El municipio tuvo que confesar que ésta había sido confeccionada en Tuxtla y enviada a Chenalhó desde allá.
Para independizar a la parroquia de presiones del alcalde en turno, creó en el centro geográfico de su jurisdicción, en Yabteclum, su centro de operaciones pastorales. El papeleo en regla respalda la fundación según la ley notarial y según los usos y costumbres de los ancianos.
En 1992, un conflicto de tierra surgió en Tzanembolom y Tzajalchén. Los herederos de un ejidatario difunto eran puras mujeres; se les arrancaron sus parcelas a punta de pistola. A los catequistas que vinieron a denunciar el homicidio, el ayuntamiento exigió que guiaran la ambulancia hasta los lugares del crimen, y luego los encarceló. El padre Miguel salió a San Cristóbal para denunciar el hecho, pero su grey lo siguió, invadiendo la Plaza Catedral en protesta. La formación de sus feligreses en derechos humanos logró su liberación. De este acontecimiento nació el movimiento de Las Abejas.
Después de la creación del concejo autónomo de Polhó, la Socama de Yabteclum puso trabas al centro parroquial, cercándolo con alambre de púas para impedir el paso. El padre Miguel no cedió a la provocación, evitando así un conflicto artificial. Este rebotó poco después, en mayo de 1997, estallando entre Puebla y Yashjemel, en donde el PRI puso un retén para evitar que los desplazados en Poconichim regresaran a sus hogares y parcelas.
Desde entonces, el padre atendió a los miles de desplazados en sus necesidades espirituales y materiales: a los del PRI y del PC en San Cristóbal o en la cabecera, a los demás en sus campamentos de Polhó y X'oyep, y en días trágicos en Acteal, tal como lo documentan bellas fotos de la prensa. En esos vaivenes estaba cuando agentes de Migración cobraron el precio de un compromiso de 32 años, interrumpiendo para siempre su acompañamiento a Chenalhó.