LEONORA cautiva boleros
Arturo García Hernández Ť El bolero, eso que César Portillo de la Luz llama la crónica musical de los encuentros, desencuentros y reencuentros de los amantes, tiene más de cien años, pero -reiteremos lo evidente- ya es inmortal e intemporal. Pertenece (refleja, describe, aconseja, consuela) a todo el que, sin distinciones de sexo, edad, credo religioso o político, se ha visto mecido en los remansos o arrastrado en las turbulencias de la pasión amorosa.
El bolero sólo requiere de las voces que lo continúen y lo revitalicen: las voces que de una generación a otra construyen la tradición. Así lo han hecho en sus respectivos momentos lo mismo Amparo Montes y Toña la Negra, que Daniela Romo, Tania Libertad, Eugenia León, Rocío Banquells y Paquita la del Barrio; lo mismo Pepe Jara y Marco Antonio Muñiz, que Pablo Milanés, Armando Manzanero o Luis Miguel (un disco de boleros le trajo su cuarto Grammy). Una de las nuevas voces es la de Leonora Espinosa, percusionista cuya sensibilidad encontró en el bolero el medio apropiado para expresarse y para recrear y compartir sus experiencias amorosas que, como es el caso de casi cualquier mortal echado a rodar por el mundo, ``han significado algo muy importante en mi vida''.
Leonora se encontró con el bolero en su tránsito de la adolescencia hacia la juventud, ``en la secundaria y la preparatoria, cuando andaba con las heridas de amor a flor de piel y oía boleros que parecía que los hubiera escrito yo o que los hubieran compuesto para mí''. Años después, ya metida de lleno en la música, como percusionista de Tania Libertad y de Carmen Leñero, se sintió en la necesidad y el gusto por cantarlos.
Resultado de ese gusto y esa necesidad es el espectáculo Cautiva que Leonora presenta los viernes 6, 20 y 27 de marzo en la nueva sede del Café de Nadie (San Luis Potosí 121, altos, esquina Jalapa, Col. Roma), un rincón acogedor, propicio para la intimidad y el suspiro, para la caricia furtiva y el azote. Ahí, la cantante despliega sus dotes vocales y el temperamento sin los cuales cualquier bolero corre el riesgo de ser alterado para convertirse en cancioncilla meliflua. Desde su estampa agitanada fluye entonces la voz en la que se desbordan las mil y una historias recogidas por la inspiración de Miguel Matamoros (Juramento, Lágrimas negras), de Rafael Hernández (Perfume de gardenia), de Orlando Brito (Angustia), de José Berroa (A la orilla del mar) y de Agustín Lara (Cautiva, Contraste), entre otros.
Consciente de los riesgos y las exigencias que impone el género, Leonora Espinosa admite: ``Sé que es un género conocido, cantado por tantos y extraordi- narios intérpretes. No puedo, obviamente, tratar de compararme con nadie. El espectáculo es más que nada un homenaje al género y a sus autores, y lo hago humildemente pero con intensidad y pasión''.
Leonora es acompañada por Jorge García (dirección musical y guitarra), Miguel Angel Díaz, Macondo (guitarra), Juan Luis González (percusiones) y Hugo Leyva (saxofón). Dice la cantante: ``Hacemos nuestros propios arreglos tratando de darle algo de nosotros a la interpretación, algo que la haga diferente: es un reto muy grande porque hay gente que ya conoce muchas versiones o que al verme puede decir: `a esta niña ni le tocó el bolero, ni es una música de su época'. Pero yo siento que el bolero ya no es de ninguna época y es de todos''.