Rolo Diez
Cuarto poder

La más reciente película de Costa Gavras, Cuarto poder, muestra la capacidad manipuladora de la televisión; su utilización inescrupulosa --sensacionalismo al servicio del rating, y detrás, la compulsión de hacer dinero rápido--, que no se detiene ni ante la destrucción de quienes obstaculizan sus designios. No hay en este mensaje nada que una persona informada desconozca, sin embargo, viene bien el énfasis, particularmente en un tiempo y lugar como los nuestros.

Sabido es el importante papel que los medios juegan como orientadores y formadores de personalidad. Del binomio clásico familia-Iglesia, pasando después por el de familia-escuela, no sin que haya intensa polémica al respecto, los estudiosos del tema tienden a considerar que el papel educativo principal se asienta ahora en el dúo familia-medios. Así, C. Wright Mills dice: ``Los medios de comunicación masiva: 1) le dicen al hombre de masa quién es: le prestan una identidad; 2) le dicen qué quiere ser: le dan aspiraciones; 3) le dicen cómo lograrlo: le dan una técnica; 4) le dicen cómo puede sentir que es así, incluso cuando no lo es: le dan un escape''. Casi como si dijéramos: dime qué ves y te diré quién eres.

La observación de lo que pasa en México nos muestra a dos grandes empresas televisivas disputándose un mercado de cerca de 100 millones de conciencias. Telenovelas vs telenovelas: 24 Horas vs Hechos; Nino Canún vs A corazón abierto; sensacionalismo de nota roja vs idem; concursos, chismes, caricaturas, cine, etcétera; futbol, por supuesto (Televisión Azteca acaba de comprar al León y ya tiene tres equipos, igual que Televisa), con un resultado variable, opinable y polémico, en realidad mediocre y distorsionador.

Esto para referirnos a lo que con cadencia de ametralladora nos tiran por los ojos y que en los números se impone. Salvedad hecha de que existen los canales 11, 22 y 40, en los que pueden hallarse productos dignos.

Dada la chiapanización del país resulta interesante ver cómo se expresa la disputa televisiva frente a ese tema. Se ha dicho hasta el cansancio, pero no hay que cansarse. Los voceros informativo-ideológicos de Tv Azteca difunden la línea más atrasada e injusta (hasta el punto de dar vergüenza ajena) en relación con el conflicto chiapaneco, mientras que Televisa lo maneja de manera menos burda en su noticiario principal, y con un esfuerzo meritorio de búsqueda de la verdad en los programas del equipo de Ricardo Rocha.

El domingo 1 de marzo tuvimos un ejemplo notorio de la importancia que se le asigna --porque la tiene-- a la comunicación televisiva. Dos importantes mensajes a la población vinculados al conflicto chiapaneco: la propuesta del secretario de Gobernación, Francisco Labastida, y el video del subcomandante Marcos dirigido a los observadores extranjeros, fueron conocidos ese mismo día por conducto de la televisión.

Queda claro que el ascenso de la sociedad civil al protagonismo de la vida mexicana, el crecimiento de su conciencia, organización y capacidad de actuar, todo lo que está en el centro de los avances hacia la democracia, tiene mucho que ver con los medios en general y --dado que de ella hablamos-- con la televisión en particular.

La pluralidad indispensable, la honestidad periodística, la comunicación de la verdad, serán puestas a prueba en la dura contienda planteada entre democráticos vs ``bien me quiere, bien te quiero. No me toques el dinero''. Más el poder, más el futuro, más el destino del país.

La enorme influencia del más masivo de los medios de comunicación aconseja que, una sociedad que se propone como moderna y democrática, no debería dejarlo en manos de empresarios que estén en las antípodas de las necesidades de la mayoría.

Nadie dice que sea fácil ni barato ni ``nos juntamos y lo hacemos'', ni ``ahí me enchilas otras dos''.

Sólo decimos que se trata de 100 millones de conciencias.