Astillero Ť Julio Hernández López
Hoy se reunirá el Comité Ejecutivo Nacional del Partido de la Revolución Democrática para tomar decisiones sobre un caso trascendente: Veracruz, y más específicamente, Ignacio Morales Lechuga.
La reunión dará cauce a las encontradas posturas que se han manifestado al interior del PRD respecto a la posibilidad de que quien fue durante el salinismo procurador de Justicia, en los niveles nacional y capitalino, pudiese ser ahora su candidato a gobernador.
La decisión que se tome habrá de marcar el futuro de ese partido, pues significará su definición frente a la disyuntiva del pragmatismo y el idealismo. En ambos bandos hay, por si el asunto no fuera de por sí suficientemente difícil, activistas apasionados que en otros casos han asumido posiciones conciliadoras, pero que ante el tema específico de Morales Lechuga se han ido a los extremos.
¿Luchar crudamente por el poder o sólo de manera simbólica?
Nunca antes se había topado el PRD con un caso que concentrara con tal intensidad las pasiones partidistas. Layda Sansores y Ricardo Monreal generaron discusiones intensas, pero finalmente el aparato partidista tomó la decisión de apoyarles sin reservas y con plena confianza. En el análisis de los candidatos a diputados federales y a senadores para los comicios de 1997 hubo jaloneos y fricciones entre las diversas corrientes perredistas pero, finalmente, se dejó de lado a los causantes de los disensos fuertes y se presentaron planillas aceptadas en términos generales por todos.
No es el caso de Morales Lechuga. En su contra se alega esencialmente el hecho de que fue un personaje de primera línea del salinismo, con el agregado preocupante de que una fracción pantanosa de su ámbito de trabajo fue la lucha contra el narcotráfico, actividad ésta que históricamente ha contaminado a todos los priístas que han participado en ella. Hay voces influyentes en la cúpula perredista que culpan a Morales Lechuga, por acción y por omisión, de hechos que entienden no pueden tener cabida en el partido del sol azteca.
A favor del próspero notario público de la capital del país, quien fue subsecretario de Gobierno con Agustín Acosta Lagunes, se apunta que rompió con el salinismo y con el priísmo, y que es la única opción real del PRD para dar una batalla seria por la gubernatura de Veracruz. Además, se asienta que, a pesar de los decires y las sospechas, no ha habido hasta la fecha ninguna acusación formal en su contra ni se ha demostrado nada que afecte su figura política.
La discusión, pues, será entre los dos polos extremos de la actividad política: el de quienes desean mantener a salvo los principios esenciales de su partido, aun cuando ello les lleve a postular candidatos de poca rentabilidad electoral e imposible acceso al poder y, del otro lado, quienes creen que, a pesar de las características discutibles de un candidato, es necesario aprovechar las contradicciones internas del aparato oficial, y sus escisiones, para acelerar el término del partido de Estado y, además, colocarse en una situación de lucha real por el poder.
La pregunta de siempre: ¿qué hacer?
A reserva de la discusión que se dé en el comité nacional perredista, Morales Lechuga ha recorrido el estado veracruzano con una premisa básica: construir su candidatura y no esperar a que se la asignen. Con esa idea central, ha ganado a su favor a la mayor parte de la estructura perredista de la entidad, en una tarea que para sus seguidores es un gran esfuerzo de diálogo y concertación, y que sus adversarios llegan a calificar hasta de compra de voluntades.
La decisión que se tome, habiendo dejado correr las cosas hasta la situación actual, puede significar para el PRD inclusive un enfrentamiento entre la estructura veracruzana, favorable a Morales Lechuga, y una eventual decisión centralista de veto al ex embajador mexicano en Francia. En el otro campo de la batalla, la postulación de Morales Lechuga podría generar desde renuncias hasta alejamientos de algunos militantes que no asuman bajo ningún motivo lo que entienden como una terrible aberración.
Más allá de los entretelones perredistas estarán la sociedad y los partidos adversarios, prestos para interpretar la decisión tomada en ese delicado caso. Del lado de los opositores abundarán quienes entenderían una decisión en favor de Morales Lechuga como una confirmación de que el PRI se está reconstituyendo en el PRD o, como ha dicho Felipe Calderón, que el PRD es la cuarta etapa del PRI. El peor escenario para el perredismo se daría si es que, como algunos temen, el sistema, por genuino ánimo justiciero o por simple afán revanchista, activara expedientes y acusaciones que enlodaran, o acaso inhabilitaran, al polémico Morales Lechuga.
Hoy, en la sesión del comité nacional perredista, se analizará ese espinoso caso. Entre las salidas políticas que se podrían intentar está la realización de una consulta a la base veracruzana (que según informantes confiables de esta columna sería ganada por Morales Lechuga), de tal manera que la cúpula nacional traslade la responsabilidad de la decisión a las instancias locales. Otra salida sería que el congreso nacional perredista, a realizarse en pocos días más, tome la decisión definitiva. En Veracruz, los seguidores de Morales Lechuga aseguran que el sábado será emitida la convocatoria correspondiente, y que el ex procurador estará de inmediato en campaña frente a Miguel Alemán Velasco.
Respuesta a Aguilar Camín
Como se decía en el sexenio pasado, no nos hagamos bolas. Sergio Sarmiento dijo -según nota publicada en otro diario, y no desmentida sino hasta que un extracto se publicó aquí en Astillero- que ``varias fuentes, entre otras Héctor Aguilar Camín'', le habían confirmado que Carlos Payán le habría pedido a Carlos Salinas de Gortari que exterminara militarmente a los zapatistas en enero de 1994.
Tal señalamiento fue hecho por Sarmiento y difundido en una nota firmada y publicada en otro diario. Tal hecho periodístico verdadero fue reproducido por esta columna, pero la responsabilidad y la confirmación de la veracidad de tales declaraciones corresponden al emitente, al redactor de la nota y a otro diario. No se trata de hacer llamadas telefónicas o de verificar informaciones ajenas, sino de consignar aquí, por su interés, una publicación hasta entonces no desmentida.
Hoy, a pesar de las peculiares aclaraciones hechas por Sarmiento, lo cierto es que el autor de la nota original asegura que la mención del nombre de Aguilar Camín como fuente confirmatoria se dijo no una, sino dos veces.
Por último, este tecleador discrepa del criterio de que lo dicho aquí fue una ``mentira con fuente''. Fue un señalamiento con fuente, hecho por la persona autorizada para hacerlo. Esta columna ni inventó ni manipuló, simplemente reprodujo la verdad periodística de que algo estaba publicado y no desmentido.
Astillas: Pues dígase lo que se diga en los discursos presidenciales, en Aguascalientes hay la sensación de que la candidatura de Héctor Hugo Olivares Ventura pudiese haberse dado en el contexto de un escaso deseo superior de victoria tricolor. El perfil de Olivares Ventura, su sello cenecista, su estilo político y oratorio, no parecen lo más adecuado para enfrentar a un panismo creciente, asentado en las áreas urbanas que son definitorias y contrario a figuras como la de Héctor Hugo. Ciertamente, su postulación es un reconocimiento al priísmo tradicional y a la militancia partidista, pero no faltan quienes creen que la superioridad les entregó a los priístas un regalo envenenado. Por si algún elemento faltase, conviene recordar que el gobernador Otto Granados estuvo siempre en contra de Héctor Hugo, y que la derrota de éste no le arrancaría al ex vocero salinista ninguna expresión de dolor.
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