México no gana con una derrota del PRI: Zedillo
Rosa Elvira Vargas Ť Al asumir ``el liderazgo que me corresponde'' en el Partido Revolucionario Institucional, el presidente Ernesto Zedillo aseguró que su partido buscará obtener la Presidencia de la República y el Congreso federal en el año 2000, porque ``ganando el PRI, gana México''.
En el aniversario 69 de la fundación del partido tricolor, el primer mandatario señaló a los dirigentes partidistas y seccionales, así como a quienes ostentan cargos de elección popular, que las cuotas de poder y el corporativismo son ``lujos'' de un pasado político que ya no se puede ni existe disposición de pagar; asimismo, llamó a los militantes a prepararse para la prueba electoral más difícil de su historia.
Con frecuentes alusiones a destinatarios internos y externos fácilmente ubicables, el presidente Zedillo señaló en la sede nacional priísta que ``hoy no es tiempo de impulsar causas personales'' y recordó que es obligación de los priístas ser ejemplo de apego a la ley y de lucha contra la corrupción y de combate a la impunidad, ``en donde sea y contra quien sea''.
Interrumpido en numerosas ocasiones por aplausos, consignas y críticas a los adversarios del PRI, Zedillo rechazó a quienes enarbolan que sólo perdiendo el PRI gana, y que propagan además, ``calumniosamente, que esto es lo que pienso yo. ¡No! ¡Claro que no!'', rechazó tajante.
Crítica a usufructuarios de la antigua democracia acotada
Largo espacio dedicó también a quienes, dijo, han impuesto la moda de achacarle al PRI todos los males del país, y denunció ``el cinismo y la baja calidad moral'' de aquéllos que --destacó-- habiendo sido usufructuarios de la antigua ``democracia acotada'' en la época en que ese organismo tenía gran predominio, ``hoy lo atacan para ganar presencia y estatura''.
En ciertos círculos, dijo, atacar al PRI es hoy la forma de adquirir prestigio, de ganar foros y simpatías, de ser aceptado y reconocido. Es también el recurso para ganar penetración en los medios de comunicación, y si bien los priístas admiten la natural crítica de la oposición, ``repudiamos a quienes atacan al partido para restañar su deteriorada imagen personal; para tender oportunistas cortinas de humo que oculten su pasado de vacilaciones democráticas; para promover sus desorbitadas ambiciones personales''.
Y siguió: ``En su afán por sobresalir y porque se les haga caso, no les importa que al atacar al PRI dejan al descubierto que ahora tienen una vara con dos medidas: una para juzgar al partido y otra muy diferente para juzgarse a sí mismos. Pareciera que algunos viven con la obsesión y para el exclusivo fin de que pierda el PRI, sin importar quién gane y para qué gane''.
Para Zedillo, ``quienes hacen del ataque al PRI una forma de vida y un credo político, proclaman el cambio por el cambio mismo, sin decir qué cambio se busca y para qué''. Con todo, indicó que la respuesta a los críticos del Revolucionario Institucional no debe estar ``en el encono verbal sino en hechos de verticalidad, de congruencia y de estatura política''.
Y ante la agenda que deberá desahogar la 18 asamblea del tricolor este año, reclamó reglas claras para la selección de candidatos. Además, definió como ``progresista'' el signo que debe distinguir a los priístas, para los que no caben atavismos económicos ni retrocesos políticos como el populismo o las medidas estatistas.
Rechazo a quienes me adjudican una separación respecto de mi partido
Dijo que si bien está convencido de la necesidad de elecciones limpias, justas y sin conflictos poselectorales, ``nunca he creído ni creeré que México gana con una derrota del PRI''. Rechazo, dijo enseguida, la insidia de quienes a partir de una actitud de ``respeto republicano'' a los partidos y del compromiso de gobernar para todos los mexicanos, ``me adjudican una separación respecto de mi partido''.
Tampoco aceptó la ``percepción errónea'' de que tantos años de ejercicio del poder han agotado al partido y menguado su voluntad, por lo que ya no merece la confianza ciudadana. ``Ni el PRI se ha extenuado'' ni su fuerza de voluntad está disminuida. Este partido, indicó el Presidente, tiene una enorme base social; ha hecho de la justicia social la divisa de gobierno y ha emprendido, conduce, la transformación de una economía estatizada, improductiva e inhibitoria, a una ``economía de mercado con rostro humano''.
Fue un discurso de 36 cuartillas, de más de una hora, en una ceremonia diseñada sólo para que hablaran el Presidente, el líder partidista Mariano Palacios Alcocer y se entonara el Himno Nacional. El mensaje de Zedillo inició con larguísimo recuento de lo que llamó la contribución del PRI al desarrollo del país, pero que desde el inicio perfilaba su contenido.
Esto sobre todo cuando de entrada aseguró que desde hace algunos años, ``lo intelectualmente aceptado y lo bien visto en ciertas esferas, es subrayar lo que el PRI en el gobierno no ha podido hacer o no ha hecho, más que lo que sí ha conseguido''.
Lamentó que con frecuencia se pasen por alto las condiciones que vivía el país cuando se fundó el partido oficial, así como el contexto internacional, caracterizado por crisis económicas, belicismo y persecuciones, caudillismos y fanatismos, invasiones y finalmente, la Segunda Guerra Mundial. Con el PRI, dijo, se lograron importantes avances sociales y los gobiernos surgidos de sus filas instauraron las bases de una democracia formal que, admitió sin embargo, ``resultó acotada''.
Hemos sacrificado ventajas que antes la ley nos concedía
Entonces, pidió reconocer las desventajas, debilidades y fallas que los ciudadanos le atribuyen, ``muchas veces con razón y a veces sin ella'', al partido en el poder. Sólo de esa manera podrán contrarrestarse ``lo que son prejuicios y sobre todo corregir lo que sin duda han sido desaciertos''. Hay que combatir con ideas y hechos --exigió-- la falsa percepción de que el partido no quiere la democracia. Tan la quiere, que ha luchado por ella e incluso ha sacrificado ventajas ``que antes nos concedía la ley''.
Sí consideró fundadas las críticas de que los gobiernos priístas ``han descuidado el estado de derecho'' y admitió que muchas veces la estabilidad política fue vista como algo más importante que la ley, y que la satisfacción de los intereses de algunos grupos demeritó la aplicación de las normas. El resultado es que hoy el país no tiene cultura de apego a la ley, que las instituciones de seguridad pública tienen escasa credibilidad y confianza social, ``y que la fama pública de gobernantes y representantes populares está sujeta a toda suerte de suspicacias, fundadas o no'', admitió el Ejecutivo.
Zedillo, quien ratificó su militancia priísta, su adhesión a los principios y el programa partidistas y elogió el respaldo que ese partido le ha dado a su gobierno, marcó algunas líneas para su renovación, el trabajo con la militancia y la persuasión a los ciudadanos.
``Hoy no es tiempo de impulsar causas personales'', exclamó. Sólo si triunfa el partido, triunfarán las personas. Los priístas ``queremos prevalecer y vencer en la democracia plena''. Que cada quien cumpla su parte. ``Vayamos hacia una asamblea nacional que deje al partido equipado ideológica, organizativa y anímicamente para vencer y convencer en el año 2000''.
Agregó: ``De mi parte, como ciudadano y como priísta, asumo el liderazgo que me corresponde como mandatario electo con el apoyo del PRI''. Es un liderazgo republicano, acotó enseguida, que seguirá observando estrictamente la ley y respetando a los otros partidos políticos. Un liderazgo comprometido con todos los mexicanos, pero también convencido de que ``ganando el PRI, gana México''.