La Jornada 5 de marzo de 1998

Poniatowska: quisiera escribir un buen libro antes de colgar los tenis

César Güemes/ II y última Ť Todo empezó porque Todo empezó el domingo. Es el más reciente libro de Elena Poniatowska, en este caso puesto a circular por Océano, lo que nos convoca a su lado. El repaso de su vida es, sin embargo, más amplio abarca, sin abarcarlo, el tomo IV de Todo México y las Cartas a Ricardo, el epistolario de la siempre aguardada Rosario Castellanos.

--¿Qué fue lo que aprendió de la época en que cada semana, cada domingo, se creó el deber de escribir una crónica?

--Aprendí mucho, sobre todo de las entrevistas. El primer año en Excélsior, todo 53, hice una diaria. Entonces conocí mi país a través de sus mejores personas: Alfonso Reyes, Carlos Fuentes, más tarde de José Emilio Pacheco y Carlos Monsiváis. Pero también los domingos aprendí qué cosa era la Villa de Guadalupe, por qué no se podía intervenir en la fe de los demás. Yo veía a las personas con pencas de maguey en el pecho o con las rodillas desechas casi arrastrándose hacia el templo, y me daban ganas de intervenir para decirles que la virgen no les exigía eso, que se levantaran.

``Pero aprendí que incluso el dolor hay que respetarlo, que esas personas saben mucho más que yo lo que deben hacer y las razones para ello.''

Ser una reaccionaria romántica

--¿Qué le dejó la cercanía con Renato Leduc, uno de los personajes que aparecen en el nuevo volumen de Todo México?

--A valorar el sentido del humor, a burlarse de uno mismo, a no tomarse en serio. De Pepe Alvarado aprendí a tomarme un pálido jaibol o a beber un café con leche en vaso. Había muchas personas a través de quienes podías descubrir razones para vivir, por ejemplo, de los ferrocarrileros presos en 1958.

``Aprendí muchísimo de Demetrio Vallejo, de su rebeldía, y también de Alberto Lumbreras, aquel líder del Partido Obrero y Campesino que me contaba cómo sin un centavo y con un par de calcetines en una caja de cartón se había ido a Moscú a ver si podía saludar a Stalin.

``Qué dramático, ¿no? Es increíble que muchos mexicanos querían que los enterraran en la Unión Soviética. Imagínate qué cosa tan más virola. Qué sueño más delirante.''

--Ideológicamente, en sus 45 años de periodista, ¿advierte algún viraje o, por el contrario, se han ensanchado sus raíces con el librepensamiento?

--Con la izquierda la verdad es que yo siempre he sido una reaccionaria romántica, porque todos mis antecedentes son bien reaccionarios. Aunque los polacos son medio chiflados, por el lado de mi madre todos los parientes tienen apellidos antirrevolucionarios, personas que odiaban con toda su alma a Pancho Villa y a Emiliano Zapata.

``En cambio, por el lado de mi padre todos son polacos como son los polacos, personas que a caballo y con la lanza al brazo arremeten contra los tanques de guerra.''

--¿Se hereda ese carácter, ese espíritu de lucha aunque de antemano la batalla esté perdida?

--Creo que sí, todo eso está dentro de mí, lo siento arraigado muy profundamente.

--Entre su reciente producción está el prólogo que hace al volumen Cartas a Ricardo, que escribió Rosario Castellanos. ¿Se asemejan usted y ella en el modo de entender la relación de pareja?

--Lo que puedo decir es que a mí me deslumbró. Me hacía una ilusión loca verla, comer con ella, tratarla. Si yo en la vida me hubiera podido enamorar de una mujer, hubiera sido de Rosario Castellanos. Bueno, hay dos mujeres que me gustan muchísimo, Rosario y Susan Sontag. Son personas que me atraen de todo a todo. Pero van a decir que soy chica lesbianota, ¿verdad? No, no creo que lo digan.

``Otra mujer que me parecía la imagen misma de lo que es la sensualidad fue Bambi, Ana Cecilia Treviño, que caminaba siempre sobre unos altísimos tacones. También me emocionaba mucho ver a María Victoria cuando le gritaban vuel-ta, vuel-ta, en el Margo.''

--A cambio de los amores femeninos que no le fue dable tener, habrá tenido pretendientes.

--Sí, muchos. Y les pido perdón ahora a todos los que no tuve, porque me hubiera gustado mucho tener a todos aquellos con los que no se dio.

Carlos Fuentes, hombre fascinante

--¿Ejercer el periodismo le ha brindado la satisfacción extra de conocer varones apreciables?

--Los he conocido, pero son muy borrachos. Frente al Novedades estaba desde entonces El Negresco, y ahí se iban todos. Salían en un estado lamentable.

``Por otro lado, conocí a hombres fascinantes, que todavía lo son. Carlos Fuentes lo es.

``Y te puedo decir una lista enorme de señores que me parecen atractivos. El mismo Carlos Payán.

--El prólogo a Cartas a Ricardo, ¿le trajo algunos inconvenientes?

--Todo me trae a mí inconvenientes. Hubo personas que se enojaron mucho conmigo, porque pensaron que yo era más solidaria con la parte femenina. Y es que en las relaciones amorosas cuando uno toma partido siempre sale perdiendo, porque luego aquellos que se separan, al cabo del tiempo se vuelven a amar con pasión tormentosa y uno queda colgando.

--Hay otros personajes en Todo México de los cuales también era susceptible aprender, como de Walter Reuter.

--El es un hombre con una capacidad de pureza poco común, de limpidez enorme, que ha tenido una vida fantástica.

--¿Qué le dejó el encuentro con Francisco Gabilondo Soler, Cri-Crí?

--Lo que más me gusta de él es que fue astrónomo aficionado. Ya al final de su vida no me pareció un personaje atractivo. Era un señor enojón, claro que con su necesidad de conocer las estrellas.

``Tuvo la capacidad de resguardar al niño que tenía en él y dárselo a los demás. Sus canciones nos las sabemos como el Himno nacional.''

Chabe, personaje legendario

--¿Es posible que de verdad ahora se dé un tiempo más para la novela? Quizá no sea tan fácil.

--Estoy trabajando mucho en una novela y quiero dedicarme totalmente a ella. Deseo encerrarme y hacer todo lo que no he hecho.

``Siento que nunca he escrito un buen libro y quisiera tenerlo antes de colgar los tenis.''

--Los estalinistas mexicanos querían descansar en Moscú. ¿Dónde descansaría usted mejor que en México?

--No me importa un pepino. Además de que nunca en mi vida he ido a la Unión Soviética.

``Lo único que deseo en estos años que me restan, los que sean, es hacer esa novela con la que me sienta satisfecha.''

--Tinísima es una buena novela, amplia, documentada, una novelarío.

--No me gusta. La veo toda colgada. Nunca he hecho un buen libro.

--Muchas de las personas que la conocen es a través de sus libros, justamente, sobre todo dentro de las recientes generaciones.

--Eso me da mucho gusto, pero para mi exigencia todavía no doy lo que debo. Claro que siempre los editores me dicen que no cuente esto, porque me la paso diciendo que tal o cual libro mío es chafa, y que a lo mejor señalo eso para que alguien me contradiga. Pero así como dice la publicidad que ``hay un Ford en su futuro'', quisiera que alguien me dijera ``hay una excelente novela en tu futuro''.

--Vemos que su vida cotidiana es muy plácida. ¿Qué papel ha jugado dentro de ella la señora Chabe, que la acompaña?

--Pues es mi esposa, digamos. Yo soy el señor de la casa y ella hace todo aquí. Chabe ya es personaje legendario: ella decide, va, viene, es la que maneja la casa. Mis hijos la adoran y ella los adora, la conozco desde que ella tenía cuatro años. Me ha acompañado toda la vida y toda la vida me ha regañado. Me ha dicho que Silvia Molina es mil veces mejor escritora que yo, desde que leyó su primer libro.

--En alguna de las fotografías que dio para esta entrevista aparece ataviada como zapatista, ¿lo habría sido?

--De todo corazón, si me admitieran, pero no creo que lo hagan.