En la mayoría de los países las leyes ambientales buscan controlar la descarga de desechos potencialmente peligrosos en el agua y el aire, pero no controlan ``la cantidad'' de contacto que las personas tienen con esos contaminantes.
De acuerdo con especialistas, este enfoque en los emisores de contaminantes más que en la exposición a éstos, desconoce el hecho de que algunas sustancias tóxicas producen problemas de salud sólo si están en contacto con el cuerpo.
Y el resultado de esas políticas a menudo tratan de limitar la emisión de las fuentes contaminantes más evidentes, como los automóviles y las fábricas, pero fallan al no considerar otras importantes que resultan menos obvias.
Demos un vistazo a las fuentes contaminantes -partículas respirables, monóxido de carbono y compuestos orgánicos, volátiles tóxicos- en el hogar: hacer ejercicio en exteriores en un entorno urbano (diversos compuestos en el aire), el vapor en el cuarto de baño (cloroformo), la ropa envuelta en bolsas de plástico provenientes de la tintorería (percloroetileno o tricloroetano), el estacionamiento en lugares cerrados (benzeno y otros compuestos), fotocopiadoras con toner seco (formaldeído, estireno y otros), las alfombras y tapetes (insecticidas y otros compuestos), los gases provenientes de la cocina, los productos de limpieza comunes (paradiclorobenzeno y solventes), los exteriores en los suburbios (fecalismo al aire libre, tanto de seres humanos como de animales domésticos) y finalmente el humo del tabaco y el producido por la combustión incompleta de materiales como la leña para las chimeneas (benzeno y otros compuestos).
¿A cuántos de esos contaminantes se expone usted todos los días?