DobleJornada, Lunes 2 de marzo de 1998
El 8 de marzo de 1987 nació Doblejornada. Entonces dijimos que era necesario abrir un espacio, en la línea editorial de nuestra gran casa, La Jornada, para ``poner en evidencia, suficientemente, los problemas que se ubican al otro lado de la línea de ensamble... lo que ocurre en el ámbito de las relaciones íntimas... las labores simples, duras, solitarias, siempre iguales...'' Sobre aquello ``que ocurre silenciosamente, como si no importara'' y nos propusimos explicar ``lo que se sabe o se sospecha como una generalizada, sorda, y a veces violenta injusticia''.
En 133 ediciones la realidad superó nuestro propósito. En esta década prolongada, eso ``que ocurre silenciosamente'' apareció público y notorio. Del oculto y tímido discurso de las mujeres organizadas y no, pasamos a un protagonismo multifacético y elocuente. DobleJornada ha intentado explicarlo, visibilizando lo que ellas --nosotras-- hacemos en el campo y la ciudad; lo que sufrimos y lo que gozamos.
Hoy que cumplimos once años estamos frente a otro país. De eso trata este número de aniversario. Ya no es la batalla por una nueva legislación --logramos varias--, ni de explicar lo íntimo, lo que prepara el amanecer de cada día, porque a esa necesidad se sumó otra, la que explica aquello que nos impacta como mayoría poblacional en un mundo que nos es extraño: la inseguridad que atenta contra nuestra integridad corporal, la violencia a cada paso, en todos los espacios: la calle, el campo militarizado, la iglesia, el trabajo, la vida cotidiana.
Un país en el que usufructuamos la reforma electoral y compartimos el nacimiento de nuevas organizaciones ciudadanas, pero en el que subsiste el abuso político, real y simbólico. Donde menudea el discurso oficial sobre equidad e igualdad, frente a la vida diaria de pobreza y exclusión donde somos mayoría. En el que nuestros temas y demandas aparecen sólo como justificación ante los organismos de financiamiento internacional. El mismo discurso que convive con la violación cotidiana a los derechos de las humanas.
Reflejar este entretejido contradictorio y dúctil, en el México de fin de siglo, ha sido nuestro propósito. Tarea inconclusa dentro de una realidad en la que nosotras nos debatimos. Ahí estamos superando récords en espacios legislativos, gubernamentales y de los medios de comunicación. Sin embargo sacrificadas, asesinadas en las zonas de conflicto, empobrecidas, acalladas y víctimas de una irracionalidad que no es nuestra.
En unos días celebraremos el 98 aniversario del 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, reconocidas y visibles, con nuevas iniciativas, pero oscurecidas por una realidad nacional inquietante, de malos presagios, junto al desplazamiento de miles de hermanas; la sumada explotación en las maquinarias de la productividad, viudas o excluidas, de pie y alzadas, pero finalmente constreñidas por la injusticia y la impunidad, envueltas en la vorágine del poder, que no es nuestro.