La Jornada Semanal, 1 de marzo de 1998



T.S. ELIOT Y EL ANTISEMITISMO


Ramón Cota Meza


A propósito de la polémica de Anthony Julius, Ramón Cota Meza aborda el tema del antisemitismo en Eliot, busca pistas en la obra del poeta y analiza lo que diversas autoridades han dicho al respecto. Paisaje en movimiento, la gran poesía se abre a múltiples estudios e interpretaciones.



Recientemente, la crítica literaria de ambos lados del Atlántico norte se ha visto muy ocupada por la exhumación de un viejo cadáver: el antisemitismo del eminente poeta y crítico T.S. Eliot. El motivo es la publicación del libro T.S. Eliot, Anti-Semitism and Literary Form, de Anthony Julius (Cambridge University Press, 1995).

La tesis de Julius es la siguiente: Eliot fue indiscutiblemente un antisemita por ``su antagonismo hacia la figura del judío librepensador, su indiferencia ante el sufrimiento del pueblo judío y hacia el antisemitismo de otros, y su incapacidad para confrontar su rechazo hacia el pueblo judío''. Semejante prejuicio, sin embargo, ``no desfigura su obra sino que la anima''. Eliot puso ``el antisemitismo al servicio de su arte'' para producir ``perturbadores efectos nuevos''.

Hasta donde se sabe, nadie había apreciado a Eliot así. Las breves y ominosas expresiones antisemitas de su obra apenas si habían sido mencionadas en más de setenta años de crítica. Pero ahora Julius, al calificar de modo tan ambiguo la estatura de Eliot mediante una lectura que inverosímilmente juzga su poesía como transmutación de lo ordinario en arte, ha terminado por desafiar o al menos incomodar este largo consenso.

La personalidad de Julius añade pimienta a este asunto. Abogado de divorcio de Lady Diana, abogado en jefe de la compañía inglesa Mishcom de Reya y scholar de Cambridge, Julius, judío por los cuatro costados, es un outsider que nada tiene que perder o arriesgar frente a los intereses creados de la crítica. Y las protestas y los llamados al ajuste de cuentas no se han hecho esperar.

``Julius cree que para dar fuerza a su reclamo debe al menos reconocer a Eliot... como un gran poeta, mientras lo despelleja como un conejo'', escribe Vince Passaro en el Harper's Magazine de enero de 1997. Por su parte, John Gross, uno de los pocos que se han ocupado del tema con anterioridad, juzga que el libro de Julius promueve ``una lectura inerte'' de la obra de Eliot y que ``la impresión principal que deja es de perplejidad''.

T.S. Eliot (1888-1965) escribió cuatro poemas que contienen estereotipos y pasajes ofensivos a la raza judía. Algunas de estas expresiones son: ``Rachel née Rabinovitch desholleja las uvas con zarpas criminales''; `` un judío engendrado en algún café de Amberes, ampollado en Bruselas, parchado y descostrado en Londres''; ``Un ojo sin brillo y saltón''; ``El judío al pie del lote''. Esta y otras referencias aparecen en el libro de poemas Ara Vos Prec (1919).

Louis Menand, en un extenso ensayo, ``Eliot and the Jews'' (The New York Review of Books, 6 de julio de 1996), luego de examinar la evidencia presentada por Julius, concluye que las alusiones bajo escrutinio, aunque ominosas y esterotípicas, ``son perfectamente inocentes en sí mismas''.

Las expresiones antisemitas en la prosa de Eliot, en cambio, suenan mucho menos inocentes. En After Strange Gods, libro publicado en 1934, cuando las atrocidades nazis contra los judíos ya eran conocidas en el mundo, Eliot adujo ``Razones de raza y religión'' para declarar ``indeseable cualquier cantidad de judíos librepensadores'' en la comunidad cristiana ideal que entonces preconizaba.

Eliot decidió no publicar una segunda edición de esta obra. Sin embargo, en 1936, su revista The Criterion publicó una reseña anónima que descalificaba al libro The Yellow Spot: The Extermination of the Jewish in Germany porque ``no nos dice cómo sería posible aliviar la situación de aquellos cuyos infortunios describe, mucho menos por qué éstos, entre todos los desafortunados de la Tierra, tendrían prioridad en nuestra compasión y ayuda''.

La evidencia presentada por Julius está lejos de ser definitiva pero ha sido suficiente para provocar reconsideraciones. Gross reconoce que una investigación de los primeros 20 o 30 años de la crítica sobre Eliot ``revelaría indudablemente sólo algunas alusiones dispersas a su antisemitismo''. Menand estima que Julius ``está en lo correcto respecto... a que la concepción general de Eliot sobre los judíos, intelectualmente a medio cocer y moralmente negligente, es un aspecto... largamente desatendido de su pensamiento'', y asegura que aunque se trata de un asunto ``relativamente menor'' no se le puede ``borrar del paisaje''.

Las reseñas de Menand y Gross son también respuestas a la campaña que inició en Londres el poeta y crítico James Fenton para declarar a Eliot ``villano''. Fenton dijo que el libro es una ``reprimenda a Eliot que también puede ser sentida como una reprimenda al lector, en la medida en que, al leer a Eliot, negamos lo que lamentablemente está ahí. Julius dice que un antisemita es un villano. ¿Qué nos impide decir que Eliot lo fue?'' Este silencio es ``el precio de admisión en el club del vanguardismo''.

El historiador de las ideas Isaiah Berlin, al comentar las palabras de Fenton, exclamó: ``Muy buena, en efecto. ¡Excelente!'' Y reveló que después de leer After Strange Gods mantuvo correspondencia con Eliot sobre el antisemitismo. ``Presumiblemente, la señora Eliot la publicará algún día. Por el momento está bajo llave.'' Según Berlin ``Eliot trató de librarse de la acusación y declaró no ser antisemita. Pero sus creencias eran las mismas de Ezra Pound, sólo que más cautelosas''.

Michiko Kakutani, reseñista de libros de The New York Times, encuentra ``sorprendente que a la comunidad literaria le haya llevado tanto tiempo aceptar el antisemitismo de Eliot... En vez de eso, la estatura aparentemente inalcanzable de Eliot como fundador del vanguardismo literario se alió con las modas formalistas de la crítica, para casi deliberadamente minimizar el papel del antisemitismo en su obra... Mr. Julius nos ha llevado a repensar algunas de nuestras principales ideas heredadas sobre el arte'' (NYT, 4/VI/96).

Eliot contrajó el antisemitismo en Francia, en el ambiente de la Revue de l'action française, la revista de Charles Maurras, extremista de derecha y racista. Menand cuenta que Eliot llegó hasta ahí influido por el libro Le Romanticisme Français, de Pierre Lassere (1907), ataque furibundo al romanticismo como algo ``inherentemente femenino, perverso y emocionalmente anárquico''. Luego Eliot leyó L'Avenir de l'intelligence del propio Maurras, análisis de la historia moderna de Francia como la lucha entre la sangre y el oro, el usurero y el príncipe, las finanzas y la espada. Maurras acusó a los judíos de ser portadores del ``veneno'' individualista y protestante.

Eliot, según Menand, incluyó estas lecturas en su curso ``Modern French Literature'' para el programa de extensión universitaria de Oxford, en 1916. Inmerso en esa atmósfera escribió los poemas de Ara Vos Prec. En 1928 definió su concepción general como ``clasicista en literatura, monárquica en política y anglocatólica en religión'', algo más que un eco de la autodefinición de Maurras: ``clásico, católico y monárquico''. Y en una demostración de lealtad más allá del holocausto, Eliot defendió a Maurras llamándole ``Virgilio que nos condujo a las puertas del templo'', cuando Maurras en realidad estaba a las puertas del cadalso, acusado de actividades colaboracionistas durante la guerra. Eliot recibió el Premio Nobel de literatura en 1948.

Según se ve, la discusión involucra varios asuntos: el peso específico del antisemtismo en la obra de Eliot y en el ambiente intelectual de la época; la autoridad de Eliot sobre la crítica literaria y la actitud de la crítica ante el Eliot antisemita; el tema algo tedioso de las relaciones entre la ética y el arte y entre el yo real y el yo poético, y, gratis, el ambiente actual de exposición de episodios desconocidos de colaboracionismo con los nazis en respuesta al resurgimiento de la xenofobia en el mundo.

``El mayor error al tratar de entender a Eliot -dice Menand- es asumir que tenía una idea consistente de lo que estaba haciendo. El error es fácil de cometer, debido al sentido de autoridad que sus escritos siempre han transmitido... algunas veces Eliot usó su capacidad de sonar definitivo como disfraz de juicios genuinamente ad hoc... Su mente estaba hecha, notablemente, de atisbos y fragmentos. Sus fuentes son fácilmente indentificables, pero lo que importa en sus escritos siempre viene de algo no identificable.''

Otro error sería pensar que el poeta Eliot obedeció en todo momento sus propias teorías sobre la poesía. Por lo menos en el caso de Ara Vos Prec parece haberse quedado atrás de su propia marca, al no alcanzar el suficiente grado de ``despersonalización'' ni el ``correlato objetivo'' de sus emociones, según lo prescribió en su ensayo ``Hamlet'' (1919).

Hay también una tendencia exagerada de la crítica a escudriñar en la obra de Eliot estrofa por estrofa, línea por línea, palabra por palabra, seducida por la profusión de voces y ecos en cada uno de sus textos, y también por la concepción dominante del poema como entidad autónoma, ajena a la biografía del autor. Ideas de este tipo han impedido ver a Eliot en su trayectoria completa y en relación con su propia biografía. Bajo el bombardeo de Londres por el ejército alemán, escribió:

``Por último, el terrible dolor de vivir de nuevo/ Cuanto has hecho y has sido; la vergüenza/ De motivos revelados muy tarde y la conciencia/ De cosas mal hechas y hechas para daño de los demás/ Que antes consideraste ejercicio de la virtud./ Entonces hiere la aprobación del tonto/ y los honores deshonran.'' (``Little Gidding'', versión de José Emilio Pacheco, FCE, 1989).