La Jornada 1 de marzo de 1998

Faltan custodios y personal técnico en reclusorios del DF: Tornero Díaz

Daniela Pastrana Ť Carlos Tornero Díaz, director general de Reclusorios del DF, es duro en su diagnóstico: ``Hay una hipertrofia de personal administrativo en detrimento del personal técnico, de custodia y médico''.

En entrevista, el titular de la DGR --llamado a comparecer ante la Asamblea Legislativa el próximo 10 de marzo-- explica que cerca de 70 por ciento de los 5 mil 800 trabajadores de la dependencia son contadores, secretarias y administrativos, en tanto que hay una gran carencia de especialistas, psicólogos y médicos.

Sociólogo con amplia carrera penitenciaria, el ex director de la Penitenciaría de Santa Martha revierte las críticas a los custodios por la corrupción imperante en los penales. ``El más criticado en estas cuestiones de corrupción es el custodio, pero no es exactamente así, es el punto en donde más se nota el problema, pero no donde más ocurre, porque también sucede en el administrativo y en el técnico'', afirma el funcionario.

Esboza un escenario alarmante: hay un custodio por cada 17 internos, cuando la norma internacional marca uno por cada 10.

Mal capacitados, con armamento obsoleto y un sueldo promedio de 2 mil 800 pesos al mes, los guardias ocupan sus tiempos de descanso en otros empleos. ``Tenemos un décifit aproximadamente de 60 por ciento de custodios'', indica, ``además, el nivel de ausentismo injustificado es altísimo, casi igual que el de por vacaciones o enfermedades''.

Aún más, abunda, en diciembre se registraron entradas de 48 mil visitantes, que sumados a los 14 mil internos y al personal, dan una cifra ``que verdaderamente abruma poder manejar'', cercana a las 70 mil personas. Y para controlarlas, la DGR cuenta con 800 vigilantes por turno.

Alejado durante los últimos cuatro años del sistema penitenciario, Tornero Díaz afirma que se encontró con un deterioro que ``obviamente fue un fenómeno progresivo, que debe haber obedecido a muchas causas'', tanto en el aspecto estructural de los penales como en el mantenimiento preventivo y correctivo.

La población pasó de 8 mil 500 a 14 mil internos, y los anexos que se construyeron en los reclusorios preventivos para aumentar la capacidad no cuentan con los servicios para operar. Un problema más: no hay trabajo, ni talleres. ``Se maltrató todo, se destruyó todo. Nada sirve, nada recibió mantenimiento. Los empresarios que quisieron ayudar a los reclusorios fueron engañados en gran parte''. Tampoco hay escuela. ``La Secretaría de Educación Pública ha retirado a todos sus profesores, ¿por qué?, lo ignoro; cuando dejé la Penitenciaría había una escuela con una muy buena biblioteca, buen nivel de alfabetización, primaria, secundaria, pronósticos de preparatoria abierta, con profesores del INEA y apoyo de educación especial. Y toda esa gente se fue''.

Problema de origen

Para Tornero Díaz el fracaso del sistema de reclusorios se da a partir de una errónea concepción de origen: ``Quien haya hablado de readaptación no empleó el término correcto porque la readaptación es un proceso vital que se da por sí mismo, como una forma de permanente sobrevivencia a los sucesos''.

El proceso que debe concebirse, dice el sociólogo, es el de ``resocialización y rehabilitación''. No sólo es un juego de palabras, afirma, sino una definición de fondo que tiene que ver con que en el sistema de reclusión ``no acabamos de rebasar el concepto de castigo''.

Explica que tradicionalmente las cárceles fueron dirigidas por militares, hasta que se creó el sistema de reclusorios preventivos. ``Entonces privaron los abogados. Y los abogados son penalistas y piensan en pena'', insiste Tornero, promotor de que los centros de reclusión estén dirigidos por expertos en sociología o psicología social.

Convencido de que en el sistema judicial ``estamos castigando la pobreza y la desigualdad social'', Tornero resalta que 25 por ciento de los presos por robo --que ocupa el primer lugar entre los delitos consignados-- actúan por necesidad.

Los programas

Tornero considera ``fundamental'' la falta de preparación del personal --como maestro que es, los califica con 7, en promedio--, en el sistema de corrupción de los penales.

Ante esta realidad, plantea una serie de programas que en breve presentará a las autoridades del gobierno del Distrito Federal para su aprobación. Entre ellos, está un amplio esquema de redistribución del personal y la creación de una ``oficina de atención social para el custodio'', que independientemente de las prestaciones de ley permita brindar al personal asesoría jurídica y psicológica, tramitar becas para sus hijos, gestionar casas.

Para corregir el ausentismo se considera un programa de aumento en las prestaciones. El funcionario señala además que ya está en plena actividad el Instituto de Capacitación. En este punto, reconoce que ``hay cierta incredulidad; la gente piensa: éste acaba de estrenar puesto, quiere quedar bien, espérate a que se aburra, etcétera, pero mientras me dicen que sí y lo están haciendo, con bastante buena disposición''.