La Jornada 1 de marzo de 1998

La irrupción, porque es un ``campamento guerrillero'', dijeron

Hermann Bellinghausen, enviado, San Cristóbal de las Casas, Chis., 28 de febrero Ť En el formato de la presión gubernamental, al parecer ahora siguen las ONG que laboran en la zonas de conflicto fuera de la tutela estatal.

La sincronía de los acontecimientos recientes deja claro que no se trata de mera casualidad. A una ofensiva militar sobre las comunidades indígenas, que se ha vuelto selectiva, se suma otra migratoria antiextranjeros en el estado, a la cual se han adherido por congenialidad los viejos recelos xenófobos de las castas dominantes, al menos a nivel estatal, pero con respaldo y resonancia federales.

El alboroto migratorio, que ya cazó por lo menos dos ``piezas mayores'' (el pastor por la paz estadunidense Tom Hansen y el cura de Chenalhó Michel Chanteau) ha servido de adecuada cortina de humo para las acciones concretas sobre las comunidades en resistencia y los desplazados indígenas.

Apenas ayer, un operativo del Ejército trajo zozobra y seria preocupación en San Juan del Bosque, sede del municipio autónomo San Juan de la Libertad: 60 soldados federales irrumpieron, a las 16:15 horas, en el Centro Regional de Ecodesarrollo El Bosque, bajo la acusación de que se trataba de ``un campamento de entrenamiento guerrillero''. El operativo incluyó, según relata el personal de dicho centro, interrogatorios inculpantes, sesión de casting penal a todos los presentes con foto y video, invitación a que se larguen, ``que no les conviene quedarse''.

Este centro, dependiente del Cideci Las Casas, AC, sirvió de escenario para una oportuna boutade del capitán a cargo del operativo, quien dijo que el centro era ``un buen lugar para hacer un cuartel'', y que allí debieron sus tropas ``celebrar el Día del Ejército''; cómo no se les ocurrió antes.

Mientras llueven con ligereza graves acusaciones contra Michel Chanteau, párroco de Chenalhó durante décadas, los grupos priístas que respaldan al actual ayuntamiento (del mismo modo que respaldaron al anterior alcalde, hoy convicto por organizar y apoyar el grupo paramilitar que perpetró la matanza de Acteal), marcharon ayer agresivamente en la cabecera municipal, con discursos que exigen la expulsión de los extranjeros. Van en sintonía con el subsecretario de Gobernación, Fernando Solís Cámara, quien no deja de leer la cartilla por televisión ni de soltar a sus agentes tras los turistas perniciosos.

En la zona norte, la visita de la Comisión Civil Internacional es castigada con la muerte por los grupos paramilitares que controlan la región. En Sabanilla (y Tila, donde fue asesinado el campesino chol José Tila López García), hace tiempo se desplazó el dique a la violencia que significa la presencia parroquial de la diócesis de San Cristóbal.

La campaña mediática, encabezada por Televisión Azteca una vez más, apunta ahora hacia los organismos civiles (de derechos humanos, servicios y proyectos de desarrollo comunitario), siempre con la obsesión de encontrar las manos del ``cura'' (como llama célebremente el ex poeta Sabines al obispo Samuel Ruiz) en el plato de los verdaderos perseguidos: los pueblos que apoyan al EZLN.

A esto, los analistas-asesores del poder lo han llamado ``llevar la iniciativa'' en el ``ya basta'' gubernamental dirigido a los rebeldes, instándolos a regresar a las negociaciones. A principios de ésta, la segunda semana de ``iniciativa'' gubernamental, el asesor recurrente del PRI y la Secretaría de Gobernación, el filósofo Cesáreo Morales, escribía: ``Por lo pronto, debe mantenerse la dirección adoptada. Hay que crear la tensión que permita la reanudación del diálogo (El Economista, 23 de febrero). El artículo se llamaba, explícitamente, ``Chiapas: mantener la iniciativa''.

Parte de esa ``iniciativa'' es la reiterada presión castrense sobre las Cañadas de la selva Lacandona, con énfasis cotidiano en La Realidad, en particular, y los Aguascalientes zapatistas en general.

Mantener la tensión ¿es tener la razón? Los teóricos gubernamentales están convencidos de que sí, de que la razón está del lado de la fuerza. Desde allí hay que leer, con el debido sobrecogimiento, el epígrafe que el profesor Morales eligió para su artículo. Una frase lapidaria (de piedra), del teórico conservador del Estado, el alemán Carl Schmidt, bastante oportuna ahora que murió su discípulo Ernst Jünger: ``Lo que la historia ha hecho, lo ha hecho bien''.

Aunque quizás dos meses después de Acteal no sea lo más oportuno darle la razón a la historia.

En tanto hoy, en Tuxtla Gutiérrez, el gobernador sustituto del gobernador sustituto, Roberto Albores Guillén, presentó un Acuerdo Estatal para la Paz y la Reconciliación en Chiapas. Se trató de un acto de promesas y afirmación de la chiapanequidad, muy a tono con todo lo demás que está pasando.

El procedimiento adoptado por el gobierno (acotar todo lo que ya no controla el Estado) ha hecho respingar incluso a los partidos políticos nacionales (PRD y PAN) y a los locales (como el conservador Partido Democrático Chiapaneco).

Mientras se impone un cerco a las ONG regionales, se acosa a la diócesis de San Cristóbal en sus propias parroquias, se persigue a los extranjeros y se cuestiona la defensoría de los derechos humanos de los pueblos indígenas, se fortalece el estado de sitio sobre las comunidades rebeldes y los municipios autónomos.

Los medios masivos oficiales conducen la campaña volátil del dedo flamígero e imponen su versión maniquea; las policías se reagrupan (pasado el desprestigio que les trajo Acteal) y el Ejército federal conserva su amplio e inapelable cerco, apretando aquí y allá, selectivamente. Campaña sobre campaña, por aquello de que la historia sabe lo que hace.