El influjo de Rubén Darío se halla por doquier en Margarita, está linda la mar, dice el nicaragüense
César Güemes/ I Ť ``Margarita, está linda la mar'', escribió Rubén Darío en un célebre texto. Hoy es el título de una de las dos obras ganadoras, ambas en primer sitio, del Premio Internacional Alfaguara de Novela 1998. El texto es de Sergio Ramírez, quien, gentil, accede a hablar con nosotros desde Managua, Nicaragua.
--Lo primero que quisiéramos saber es ¿cuál es su relación con la obra de Darío?, ¿cómo se acerca a él? y ¿cómo lo conoce?
--Es de toda la vida. Recuerdo que cuando estaba en la escuela secundaria, en los primeros años, participé en un concurso de declamación con un poema de él, La salutación del optimista. Los organizadores del certamen nos regalaron un tomito publicado por Aguilar, con la obra poética completa de Rubén. Desde entonces se me volvió un libro de cabecera. De modo que conozco a Darío de memoria. No se me olvida que en un cumpleaños Ernesto Mejía Sánchez, ya bastante pasado de copas, organizó un concurso que consistía en que uno de los presentes decía un verso del poeta para que el otro dijera el siguiente. Después pasamos a frases escuetas y al final ya sólo palabras sueltas para continuar con el poema. Eso era un juego ya entre virtuosos en el conocimiento de la obra de Darío. Ese conocimiento así, dijéramos visceral, de su trabajo, ha andado siempre conmigo, como una sombra. Es un personaje que no he terminado todavía de resolver en Margarita, está linda la mar, y que seguramente lo llevaré a otra, donde me dedique a su vida amorosa.
--De modo, Sergio, que puede ser el inicio de una saga sobre Darío.
--Ojalá lo sea. Hay mucho qué decir de su vida y de su obra. Mucho sobre todo para alguien como yo, que me he dedicado a buscarlo.
Herencia invisible
--Después de que memoriza, desde muy joven, su poesía, debió de haber algún momento en que pasara a indagar sobre su vida. ¿Así fue?
--Me interesé mucho por su vida, por alguien que se aleja de la provincia y cuando regresa lo hace con la gloria a cuestas y es recibido aquí en 1907 con una enorme apoteosis. Imágenes que están en el libro, de cuando él vuelve, desciende del ferrocarril, va a subirse a un coche de caballos, y los obreros y artesanos desenganchan a los caballos y se llevan el coche a rastras, son magníficas porque sucedieron. Esa apoteosis de carrozas, de banderolas, sobre alguien que es recibido como un héroe en un país de analfabetas que no lo habían leído mucho, es muy interesante, muy novelesca. Los libros de Darío nunca se publicaban en el país sino que entraban en discretas cantidades editados en otras partes. Ese es uno de los grandes fenómenos que están en torno del poeta.
--¿Para la novela en particular realizó alguna investigación específica?
--Sí, de muchos años. Me leí tomos enteros de las revistas Mundial y Elegancia, que dirigía él en París. Y una de las cosas que más me gustan del libro es un discurso sobre la moda que pronuncia en el banquete de despedida, cuando regresa a Europa, en 1908. Es un discurso muy modernista. Y debo decirte que la novela entra mucho en el lenguaje del modernismo. Entonces también la obra es un gran esfuerzo en cuanto a la recuperación de una forma de hablar.
--De manera que son dos revistas casi opuestas las que dirigía el maestro.
--Sí, Mundial, que era literaria, y Elegancia, que era un poco frívola. Además de eso me leí muchos libros de su vida, su biografía, sus cartas, en fin, puedo decir que viví como compañero de cuarto con Darío mientras hacía esta investigación.
--Ese trabajo, a lo largo de decenas de años, ¿cómo lo compartió en su momento con la actividad política?
--De la misma manera en que hice la investigación de Castigo divino, la historia de unos envenenamientos que me implicó largos años de búsqueda. Cuando estaba en la vida política activa, donde ya no estoy más, lo que hice fue separar estos campos y con mucha disciplina dedicarme a trabajar en la investigación literaria y después en la escritura dejando la política por fuera. Es decir, sin disciplina es muy difícil conseguir una obra literaria.
--¿Cuál diría que es la permanencia de Darío, en qué consiste?
--En que él creó un oído musical, que es el que más se recuerda, por eso muchos de sus poemas se los sabe todo el mundo. Pero hay más: su herencia invisible, que es lo que transmitió a los poetas de las siguientes generaciones. Hay textos de Borges o de Neruda en los que pareciera que estás leyendo a Darío.
--¿Qué tanto de la novela es reconstrucción y qué tanto es parte de la imaginería del narrador?
--Está escrita en dos planos y dos escenarios, el plano del regreso triunfal de Darío y por otro el de la muerte de Anastasio Somoza García, en 1956. Estos dos temas van a caballo, intercalándose. Esa estructura fue algo que me interesó particularmente. Además de que me era necesaria.