Más retenes y revisiones más severas en la zona de conflicto
Hermann Bellinghausen, enviado, Guadalupe Tepeyac, Chis., 15 de febrero Ť Conforme avanzan los días, los retenes militares en la zona de conflicto se han vuelto más frecuentes, exigentes y prolongados. Invocando la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, los efectivos de Sedena apostados en las afueras del viejo Aguascalienes, hoy cuartel, revisan la ropa, los papeles, incluso el contenido de los bolsillos, de las personas que detienen, además de fotografiarlas sin su autorización.
Tal fue el caso de este enviado el mediodía de hoy. Haciéndome apoyar las manos sobre la carrocería del vehículo, un soldado con el fusil al hombre realizó un cateo corporal que llegó a doler en los tobillos, la cintura y los costados. Mientras, otro soldado tomaba nota, otro acechaba con una cámara fotográfica y diez más rodeaban el sitio, en guardia. El soldado que cateó a este enviado exigió que le mostrara el contenido de mis bolsillos y hasta me levantó la gorra para ver qué llevaba en la cabeza. Poca cosa, la verdad.
Enseguida demandó que bajara mi equipaje y lo exhibiera, pieza por pieza, a la altura del piso. Pasó revista a los medicamentos, los pantalones, las latas y los calcetines. Al fondo de mi equipaje apareció una moneda de 10 centavos, que también le mostré a su entera satisfacción.
En otras ocasiones, los militares revisan el motor del vehículo, la caja de herramientas y debajo del chasis, en busca de armas de fuego y explosivos. Hoy no buscaron en ninguno de esas partes, sino en mis libros y cuadernos. Hube de mostrarles la hamaca, el jabón y una bolsa de papas fritas, así como las llaves y un rollo de papel higiénico. Tampoco se interesaron en abrir la guantera, sitio donde siempre buscan armas los que las buscan.
El de la cámara fotográfica, como era de esperar, acabó saliéndose con la suya y disparó su Nikon varias veces; siendo capitán, era el de mayor rango.
El primer soldado inquirió sobre procedencia, destino y otros datos que su acompañante anotaba en un cuaderno scribe cuadriculado tamaño carta.
Quince minutos exactos, y una polvareda que trajo el aire de febrero acabó por borrar el puesto castrense, a la altura de la pista de aterrizaje. Hacía calor y el domingo se sumergía en la inmovilidad del tedio.
Este enviado está en condiciones de afirmar que, en más de cuatro años de transitar por la ``zona de conflicto'', nunca antes había recibido un tratamiento similar por parte de los soldados.
Intensa vigilancia migratoria
En vísperas del anunciado arribo de la Comisión de Observación que viene de Europa, el Instituto Nacional de Migración incrementó el patrullaje en las carreteras que conducen hacia Comitán, Ocosingo y Los Altos. En Las Margaritas, por primera vez en muchos meses, hoy cambió el personal que detiene los vehículos a la altura del ejido Zaragoza.
En la ciudad de San Cristóbal las Casas prosiguió hoy su operativo especial, que consiste en detener a los turistas (que en Jovel se cuentan por centenares) para exigirles sus papeles. Vigilancia similar se efectuó en otras ciudades menos turísticas como Comitán, Las Margaritas y Ocosingo, ante la sorpresa o indiferencia de los habitantes, y el frecuente disgusto de los turistas.