Precipitó el CT su debacle por el aval a los pactos económicos
Alonso Urrutia y Fabiola Martínez /I Ť Dirigente de la cúpula obrera oficialista, Héctor Valdés Romo sostiene: ``El Congreso del Trabajo está viviendo una crisis de sobrevivencia. No está anquilosada su estructura pero sí requiere de una sacudida...''.
Para quien también dirige los destinos de la burocracia nacional, la situación ha llegado a un punto crítico: ``O lo sacamos adelante venciendo las reticencias o nos vamos a encargar de sepultarlo en el rezago histórico'', pero ello enfrenta viejas prácticas al interior de la estructura del Congreso del Trabajo.
En vísperas del trigésimo segundo aniversario del Congreso del Trabajo, Valdés Romo estima que los dirigentes sindicales ``hemos perdido credibilidad porque les hemos fallado a los trabajadores, porque les hemos dicho una cosa y hemos hecho otra. La mejor manera de recuperarla es ir al encuentro de ellos para resolver sus demandas. Eso lo tenemos que hacer''.
Por lo pronto, anuncia la restitución de la marcha del primero de mayo, como un espacio de lucha para los trabajadores. ``Es un espacio muy importante de los trabajadores como para perderlo'', dice.
--¿Lo volveremos a ver como un acto de adhesión al Presidente?
--Será una oportunidad para que los trabajadores presenten sus demandas de tipo económico y social. Habrá demandas de que se frene el disparo de los precios, de que los trabajadores dispongan de vivienda digna...
Hay más coincidencias que diferencias
Y adelanta: ``buscaremos a la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) con motivo del desfile del primero de mayo, para ir juntos. Espero que mis compañeros del Congreso del Trabajo no me lo impidan. No hay motivo para ir separados. A veces por problemas entre dirigentes queremos distanciar a la clase trabajadora, pero son mucho más las coincidencias que las diferencias.''
--¿Entonces no hay ruptura con la Unión Nacional de Trabajadores?
--No, al menos mientras yo esté al frente del Congreso del Trabajo --responde Valdés Romo.
Proveniente del sindicato de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), reconoce que 1997 fue un año muy difícil para el Congreso del Trabajo, caracterizado por la salida de varias organizaciones.
``El Congreso del Trabajo --subraya-- atraviesa una época muy difícil, como difícil es la época que atraviesa el país; es obvio que esta situación nacional se refleja en la estructura sindical''.
En sus oficinas de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado, Valdés Romo dice estar consciente de que para el próximo siglo no sólo con la unidad sindical van a poder enfrentarse los embates de la modernidad. Se requiere algo más para paliar los embates de la globalización económica.
Se requiere capacitación, conocimiento, instrumentar nuevas tesis de sindicalismo que, entre otras cosas, aliente la ``globalización sindical'' y vincule a las organizaciones nacionales con su similares a nivel mundial, según el ramo.
--¿La estructura del sindicalismo mexicano es la adecuada para enfrentar los problemas de la globalización?
--No lo veo tan estructuralmente radicado. No soy muy partidario de fincar o de erradicar buena parte de la crisis que estamos enfrentando en la estructura sindical. El problema es que hemos caído en la quiebra que hay en la mentalidad del dirigente sindical por cuanto a la quiebra de calidad moral que hemos padecido en algunos casos.
Sin embargo, descarta atribuir la condición actual de los trabajadores sólo a errores de liderazgo o a la debilidad del movimiento obrero. ``Son errores de índole muy diversa'' y factores externos, entre los que resalta el neoliberalismo surgido de la eliminación de la ``bipolaridad mundial''.
En este contexto, hace una apretada síntesis de la situación de los trabajadores:
``Hemos visto que a veces los incrementos salariales prácticamente se vuelven nugatorios, porque los precios se disparan y el rezago se incrementa; la situación es peor para el trabajador''.
--Una crítica central al CT ha sido a su papel como aval de la política económica del gobierno. ¿Cómo está la capacidad de interlocución del Congreso del Trabajo?
--Las críticas a veces no fueron del todo justas. Hay conciencia ahora de que las alianzas o los pactos ya no son necesarios porque el país empieza a repuntar. Pero es esencial el establecimiento de reuniones periódicas para poder evaluar la situación.
En este sentido, Valdés Romo habla de la necesidad de impulsar el reciclamiento de la economía de manera conjunta, pero en un proceso tendiente a mejorar la condición del trabajador como un elemento que aliente el reciclamiento económico en su conjunto.
Hay que detener el desempleo y mejorar la condición económica y social del trabajador
Valdés Romo resume: ``Ninguna cultura laboral tendrá sentido histórico o contenido social si no se finca en la base del respeto a los trabajadores''.
Alonso Urrutia y Fabiola Martínez /I Ť Al borde del ``colapso'' tras la división más importante de su historia, el Congreso del Trabajo (CT) llega este miércoles a su 32 aniversario ante una ``crisis'' de sus funciones históricas, tanto por su ``ineficacia'' para encabezar hoy las demandas obreras como por el acelerado deterioro de las condiciones económicas de los trabajadores a través de diez años de ``pactos'' a los que sus dirigentes dieron aval.
Su hegemonía, como cúpula del movimiento obrero, comienza a declinar ante la creciente presencia del sindicalismo independiente agrupado en la Unión Nacional de Trabajadores, cuyos principales impulsores renunciaron al CT en 1997.
De acuerdo con analistas del sindicalismo mexicano, ``el Congreso del Trabajo se encuentra atrapado en una crisis sin solución de sus funciones históricas y podría estar a punto de ser un elemento altamente disfuncional del sistema político mexicano''.
A una década de cambios estructurales en la economía del país, el discurso que le dio origen --``reivindicador del proletariado como la fuerza revolucionaria promotora de los grandes cambios económicos y políticos''-- está rebasado por una realidad económica antagónica a estas demandas históricas, señala el especialista en asuntos laborales de la Universidad Autónoma Metropolitana, Max Ortega.
Al interior del CT, se reconoce que en los últimos años han habido muchos embates en contra de las ``instituciones obreras''; el más reciente de éstos, las modificaciones a la ley del Seguro Social y la creación del nuevo Sistema de Ahorro para el Retiro, que ``originalmente venía muy agresivo''. De ello desprenden la vigencia del Congreso del Trabajo.
La privatización del Banco Obrero, el nuevo esquema de Afore, modificaciones a la legislación en cuanto a la función del Infonavit, son algunos cambios que se han concretado en los últimos años.
Entre la división y el anquilosamiento
Desde su fundación (1966), la historia del Congreso del Trabajo registra en 1997 ``el año más crítico'', según reconocen algunos de sus dirigentes: la muerte del jerarca cetemista Fidel Velázquez (junio); la salida de seis organizaciones representativas (agosto) --integrantes de la Fesebes-- y, en noviembre, la constitución de la Unión Nacional de Trabajadores, que con sus dos millones de afiliados probables representa la disidencia más importante al sindicalismo oficial.
La movilización de las fuerzas obreras independientes, con un poder de convocatoria que se hizo notar en el desfile del 1o. de mayo de 1995, contrasta con el proceso que dio origen al Congreso del Trabajo, cuyo eje central era la unidad del movimiento obrero y su adhesión a las políticas gubernamentales.
El primer intento de ``unificación de clase'' ocurrió en 1955 con la formación del Bloque de Unidad Obrera (BUO), integrado por la CTM, CGT, CROM, telefonistas y ferrocarrileros, entre otros, que buscaba aglutinar a la Central Nacional de Trabajadores encabezada por la CROC, que agrupaba a las principales organizaciones anticetemistas, pero igualmente ``progobiernistas''. En 1966, los intentos unificadores de las década anterior se concretaron en la Asamblea Nacional Revolucionaria del Proletariado Mexicano, celebrada en el Palacio de Bellas Artes para constituir al CT y, desde entonces, con el aval del presidente de la República, Gustavo Díaz Ordaz.
La primera mitad de la década de los setentas es, sin duda, el periodo más activo y más fecundo del llamado organismo cúpula obrero: en 1972, se crean los institutos de vivienda Infonavit y Fovissste; dos años después, el Fonacot y el Comité Nacional Mixto de Protección al Salario. Hacia 1977, con el apoyo gubernamental se funda el Banco Obrero.
Son los tiempos en que el CT enarbola su discurso más agresivo que demanda la semana de 40 horas, el pago de vacaciones y promueve en 1973 y 1974 el emplazamiento de las dos únicas huelgas generales en su historia, que redituaron sendos incrementos salariales.
Al final del sexenio de Luis Echeverría, en 1976, el poder adquisitivo de los salarios alcanzó su máximo histórico y el discurso del CT estuvo abiertamente confrontado con la ``burguesía nacional''.
Diez años después, y ya en medio de las crisis cíclicas de la economía nacional, el Congreso del Trabajo enfrenta los embates del nuevo rumbo de la política económica. ``Entre 1985 y 1987, el apoyo estatal al sector social de la economía fue subordinado al cambio estructural, núcleo central de la estrategia económica neoliberal fondomonetarista, al mismo tiempo que la Comisión Nacional de Salarios Mínimos dejaba de ser un espacio de negociación real para convertirse en un órgano oficializador de la política de contención salarial'', dice Max Ortega.
En medio de las políticas sustentadas en los pactos, inauguradas en diciembre de 1987 con sus 17 renovaciones del mismo, el Congreso del Trabajo fue declinando en su capacidad negociadora. ``La supresión de la función de negociación y coordinación de las políticas salariales no tardaría en impactar la capacidad del Congreso del Trabajo para organizar, movilizar y controlar a los trabajadores''.
Un documento interno del CT, que evalúa el impacto de la década de pactos, destaca que este mecanismo de concertación arrojó ``resultados positivos para la economía nacional; sin embargo, el proceso de ajuste tuvo un costo muy elevado para los trabajadores asalariados, ya que experimentaron una caída en sus salarios nominales y, asimismo, se enfrentaron a un creciente desempleo''
En la actualidad, 18 por ciento de los trabajadores que cotizan al IMSS reciben un ingreso inferior a un salario mínimo; 31 por ciento de los afiliados reciben de uno a dos mínimos. En otras palabras, casi la mitad de los trabajadores que cotizan al IMSS reciben apenas un ingreso equivalente a dos minisalarios''.
Para el Congreso del Trabajo, el saldo para el movimiento obrero de la política pactista es ``desfavorable para sus intereses y contraria a sus legítimas aspiraciones de mejoramiento económico y social. En ese lapso, la pérdida del poder adquisitivo estimada por el CT alcanzó 70 por ciento con respecto a su nivel histórico mas alto de 1976.
La crítica situación de los trabajadores no se limita al deterioro de su nivel de vida, sino incluye un desempleo abierto y la ocupación en la economía informal de millones de mexicanos.
Paralelamente a la pérdida de capacidad de interlocución frente al gobierno y empresarios con la política de pactos, se gestó al interior del Congreso del Trabajo un movimiento disidente que representó el primer intento para formar una central alterna al CT.
Con el apoyo del entonces presidente de la República, los sindicatos cuyas empresas enfrentaban procesos de privatización o modernización se agruparon --en 1989-- en la denominada Federación de Sindicatos de Empresas de Bienes y Servicios, apenas dos años después de que su principal promotor, el dirigente telefonista, Francisco Hernández Juárez, había dejado la presidencia del Congreso del Trabajo y comenzaban a ser evidentes sus diferencias con Fidel Velázquez.
Es hasta 1992, cuando la Fesebes obtiene su registro oficial, sin embargo, como cita el especialista laboral, Oscar Alzaga, este intento se estrelló con el liderazgo todavía hegemónico de la CTM y la ``persistencia de políticas afines al gobierno''.
Vendrían otras experiencias como el denominado Foro El Sindicalismo ante la Nación y la Coordinadora Intersindical Primero de Mayo.
Al paso del tiempo y tras la muerte de Fidel Velázquez, surgió la Unión Nacional de Trabajadores.