Luis Javier Garrido
La sinrazón

Las 20 cuartillas con que Ernesto Zedillo pretende vetar los acuerdos de San Andrés no contienen argumento jurídico alguno, por lo que pueden formularse algunas hipótesis sobre sus sinrazones, y aquí van algunas.

1. El gobierno está dando marcha atrás en el compromiso adquirido en San Andrés porque se acordó del ``principio de autoridad'', uno de los fundamentos del presidencialismo priísta. Zedillo se dejó convencer, lo que no fue muy difícil, de que de elevar a rango constitucional una iniciativa negociada con una fuerza armada comprometía no a su gobierno si no al ``sistema''.

2. La negativa oficial se debe a una absoluta ignorancia de Zedillo en temas ajenos a la econometría, a lo que contribuye el grupo de yuppies que lo asesora. Si he sabido que ese era el contenido de los acuerdos, les dijo Zedillo a algunos integrantes de la Cocopa, ``mejor me espero para autorizar su firma'' (Proceso 1104).

3. El gobierno se retractó, pues se dio cuenta de que los Acuerdos entrañan en lo político un peligro real para ``el sistema'', ya que principios como el de la autonomía indígena impiden el centralismo, frenan el control priísta (y presidencialista) en el México rural y obstaculizan los programas neoliberales. De ahí que desde la cúspide del poder se haya seleccionado para la matanza de advertencia a Chenalhó: un municipio zapatista con tendencias autonómicas.

4. El gobierno ``de Ernesto Zedillo'' ha deshonrado su compromiso por las presiones recibidas del exterior, en especial del Banco Mundial, que tiene un proyecto para hacer de Chiapas un enclave neoliberal por razones geopolíticas, estando ya decididos los proyectos de inversión (casinos, clubs de golf, maquiladoras), el desplazamiento de la población y el paso por el Istmo, y asignados los recursos naturales a intereses trasnacionales precisos, buena parte de ellos asociados al grupo de Salinas: todo lo cual se estropearía por la autonomía a los pueblos indios.

5. Los integrantes del gobierno actual vetan San Andrés por su fanatismo neoliberal. El Neoliberalismo es un totalitarismo que excluye cualquier forma de organización social que no abra la vía libre a las multinacionales.

6. El incumplimiento de lo pactado se debe al veto que han opuesto los altos mandos militares, que ante la debilidad del Ejecutivo se manejan en Chiapas con una independencia que configura un verdadero golpe de Estado en la entidad. Algunos de los oficiales, instruidos en el centro de contrainsurgencia de Fort Benning (Georgia), tienen una irracionalidad en su visión de lo social, de ahí su obsesión por acabar con los zapatistas, presentada por ellos como una ``cuestión de honor'', aunque le esté llevando al deshonor.

7. El hombre de Estado no puede anteponer sus pasiones personales a sus responsabilidades, y es muy probable que Zedillo está impulsando una solución de fuerza en Chiapas por un desequilibrio emocional, manifiesto por un encono hacia los zapatistas y un odio visceral al subcomandante Marcos, ya que el levantamiento del primero de enero de 1994 contribuyó a desnudar a los tecnócratas como uno de los grupos más corruptos y antinacionales que han gobernado al país. No debe olvidarse que Díaz Ordaz se lanzó por la vía de la fuerza en 1968, según un informe secreto de Washington que acaba de conocerse (Reforma, 4 de febrero), al mostrar una reacción irracional ante el Movimiento Estudiantil.

8. La decisión de Zedillo de ``tronar'' el diálogo es por su incapacidad para enfrentar la situación, de ahí que pretenda heredar el problema a su sucesor. El secretario Labastida, en su afán de buscar peros ya no sólo al fondo sino también a la forma de los acuerdos, en su discurso en Querétaro, pronunciado el mismo día que The Washington Times lo acusó de narco (5 de febrero), ignoró la Ley para el Diálogo. Al afirmar que las Cámaras no pueden aprobar lo pactado, desconoció que los legisladores de la Cocopa están mandatados por sus fracciones parlamentarias y que Zedillo es ``jefe nato'' del PRI (aunque simule lo contrario).

9. El grupo gobernante dio marcha atrás al compromiso contraído en San Andrés porque éste conduce a la paz y, ante su temor a perder el poder en el 2000, lo que los tecnócratas necesitan (y quieren) es la guerra. La negativa busca sustentar una campaña de miedo con el objeto de imponer a un salinista en la silla presidencial, como en 1994, sea por la vía del PRI o por la del PAN, anteponiendo así una vez más sus intereses de grupo a los de la nación.

10. Los vaivenes y titubeos de Ernesto Zedillo a la hora de gobernar -y el que haya dado marcha atrás en su compromiso- se deben a la peculiar situación de que no es él quien realmente toma las decisiones del gobierno sino que, vía monsieur Joseph-Marie, debe autorizárselas Dublín. El incumplimiento se debe a que Salinas está empujando a Zedillo a cometer tantos errores para quitarle autoridad en la sucesión, con la consecuencia de que esas pugnas las están pagando los campesinos indígenas.

Las sinrazones del veto a los acuerdos de San Andrés pueden ser muchas, una o todas, que ninguna valdría si hubiese hombres de Estado al frente del país. Pero a pesar de los tecnócratas, éstos serán algún día parte de nuestro marco constitucional: porque son conforme al derecho internacional y porque a los pueblos indios les asiste la razón histórica.