Luis G. del Valle
Justicia a los Hermanos Maristas

Madrugada del sábado. Los Hermanos Maristas descansan tranquilamente después de la semana de trabajo en su escuela. A través de un siglo muchos mexicanos han sido alumnos de sus colegios en todo el país. Pero el sábado pasado, en Tijuana, son despertados violentamente por los judiciales que allanan su casa a las cuatro de la mañana.

¿Por qué tanta violencia? ¿Por qué tanta violencia si, como han dicho, no fue un allanamiento sino un cateo con orden judicial? ¿Por qué entrar a esa deshora de la madrugada? Sin duda tácticas policiales que presuponen culpabilidad en todo ciudadano que es ``sospechoso'' por cualquier razón o sinrazón. Desgraciadamente muchos dicen: ``Bueno, policías al fin'', acostumbrados a que el policía sea violento, salvaje y no pensante. ¡Triste país, si eso es lo que se espera de sus policías!

Hubo una orden judicial de cateo librada por el juez federal séptimo de distrito, Juan José Ortega. ¿Fundada? SíÉ en una denuncia anónima de que en esa casa se encontrarían drogas y armas. Una persona anónima acusa; no-se-sabe-quién acusa. ¿A quién acusa? A un grupo de personas honradas y estimadas en la ciudad. A un grupo de personas pertenecientes a una institución --Los Hermanos Maristas-- de reconocido prestigio y solvencia moral en todo México. ¿Con qué responsabilidad se libran por los jueces las órdenes de cateo? ¿Basta una sospecha nacida de un anónimo? Debe haber algo más que no se dice. No es creíble que quien se ha formado como abogado y luego ha recibido la investidura de juez dé un paso tan serio sin ninguna razón de peso.

Por supuesto que es importante luchar contra el tráfico de la droga o el de armas o contra los traficantes de drogas armados. En todas partes hay que hacerlo. En Tijuana de manera especial, por su calidad de ciudad fronteriza. Pero el modo de hacerlo no debe ser ni arbitrario ni irracional. Dar por buena la acusación de un anónimo es presuponer que nadie es inocente hasta que lo pruebe. Exactamente al contrario de lo que piden los derechos humanos de todo ciudadano: que no se le considere culpable sin una prueba; que no se le dé como sospechoso sin un motivo.

¿Cuál pudo ser la razón de peso para esta orden de cateo?

El hermano marista, superior provincial Enrique Escobar Zúñíga, señala una posible cuando pide a la opinión pública nacional e internacional que por este hecho no distraigan su atención de lo que ocurre en Chiapas, pues bien pudo tener esta acción ese objeto distractivo. Y tiene mucha razón el hermano Escobar. No nos hemos de distraer de lo que está pasando en Chiapas. Allí se están mostrando en forma viva, lacerante, la injusta historia de todo México, en general con relación a los pobres y desprotegidos, pero en especial respecto de los más pobres, desprotegidos y despojados que son los indígenas.

Pero luchar por la justicia es siempre un apoyo a la búsqueda de justicia y paz de los indios chiapanecos y de todo el país y del continente. Y por esto luchemos porque se haga justicia en este caso de los Hermanos Maristas de Tijuana como un paso en el camino de la justicia verdadera en todo el país y con todas las personas, pero sobre todo con las más agraviadas ayer y hoy.

Un rumor que ha corrido entre alumnos y familias del Colegio México de Tijuana lleva a sospechar que allí se han movido intereses muy mezquinos de algunos personajes que se sintieron con el poder suficiente para castigar a los Hermanos Maristas, porque éstos no accedieron a concederles beca a sus hijos o apadrinados. Es un rumor. Y no por un rumor se ha de proceder inmediatamente como si fuera cierto. No se ha de repetir aquí lo que sucedió ya con la orden de cateo. Antes de cualquier medida hay que comprobar si el rumor tiene fundamento.

Varias instancias han mostrado ya su solidaridad con los Hermanos Maristas de Tijuana: sus superiores de Roma, sus superiores en México, la Conferencia de Religiosos, la Academia de Derechos Humanos de Baja California, la Universidad Iberoamericana (plantel Tijuana), religiosos de la localidad. Es momento de que otras más sigan solidarizándose con ellos y repudiando los procedimientos arbitrarios y atrabiliarios de ``hacer justicia'' tan usados hasta hoy.