Dos problemas marcaron este sexenio y han acabado por cancelarlo prematuramente: Chiapas y la crisis económica. Vote por la paz y bienestar para su familia, decía la campaña, pero ni la paz llegó a Chiapas, ni la crisis se fue. Ahora ya no queda tiempo, y por las restricciones que sufre, la presidencia de Ernesto Zedillo carece ya de espacio político para realizar un proyecto propio. En otras palabras, el sexenio ya terminó.
Este gobierno no ha tenido un claro compromiso con la solución pacífica del conflicto en Chiapas. Por eso en tres años se hizo más sangriento, y más difícil de solucionar. Con el desfile de pseudogobernadores en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas se encuentra fuera del pacto federal. El marco constitucional se vulneró por las tareas encomendadas al Ejército y la Ley para el diálogo es violada sistemáticamente. El sabotaje deliberado de los diálogos de San Andrés por el gobierno provocó la suspensión del diálogo. También interrumpió un proceso de intercambio de gran importancia que el EZLN mantenía con sus asesores, individuos y organizaciones sociales, que podría conducir a la formulación de estrategias políticas y económicas para una salida pacífica del conflicto. El costo en vidas humanas es imperdonable, y el único responsable es el gobierno federal.
Por si fuera poco, el gobierno federal creyó que la guerra de contrainsurgencia podría dar buenos resultados. A pesar de los grupos paramilitares y el hostigamiento militar, el zapatismo cuenta hoy con más apoyo popular en Chiapas que hace dos años. La masacre de Acteal es la respuesta a este ascenso en el apoyo al zapatismo. Las víctimas en Acteal eran neutrales, y la contrainsurgencia no tolera eso. Por eso el mensaje de terror al atacar a los miembros de Sociedad Civil Las Abejas: no hay, ni habrá, neutrales en esta guerra. Pero ese mensaje revela el fracaso de la guerra sucia desarrollada por un gobierno negligente e irresponsable.
El Presidente estuvo en Pantelhó el pasado 29-30 de junio, en donde inauguró el tramo Pantelhó-Chenalhó del eje carretero de Los Altos de Chiapas. Es la misma carretera que pasa por Acteal, Polhó y Majomut, y de donde parten caminos vecinales a Pechiquil y Los Chorros, localidades en donde todavía se escuchan las prácticas de tiro de grupos paramilitares responsables de la matanza de Acteal. ¿Habrá recibido el Presidente informes sobre la existencia de estos grupos? Una de dos, o los recibió y no los tomó en cuenta, o no los recibió e ignoraba lo que estaba sucediendo en Chiapas. En cualquier caso, Chiapas no ha sido la prioridad política número uno del Presidente. Quizás, se pensará, lo económico sí ha sido su prioridad número uno.
A sus críticos en el terreno de la política económica el Presidente los acusó en un discurso a mediados de 1997 de deshonestidad intelectual. ¿Las razones? Los críticos insistimos en la vulnerabilidad financiera externa, en la errónea política monetaria y fiscal, en la apertura indiscriminada, en el pésimo manejo de la política cambiaria, en la desafortunada política sectorial para el campo y la industria, en la equivocada política de privatización de los fondos de pensión y en los desatinados esquemas para abordar el problema de cartera vencida, en la engañosa manipulación de las cifras sobre desempleo, y en el triste Pronafide, obsoleto a los pocos días de nacer. Es decir, criticamos el modelo que condujo a la crisis de 1994, y que el señor Zedillo ha pretendido reconducir como si nada.